“Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la
inteligencia de los entendidos”. 1 Corintios 1:19.
Este versículo es una
amenaza en lo que toca a los sabios del mundo, pero para el creyente sencillo
es una promesa. Los que profesan ser sabios siempre están procurando acabar con
la fe del humilde creyente, pero fallan en sus esfuerzos. Sus argumentos se
quebrantan, sus teorías caen bajo su propio peso, sus proyectos artificiosos se
descubren antes que su propósito se realice. El Evangelio antiguo no ha sido
extinguido aún, ni lo será mientras el Señor vive. Si fuese posible
exterminarlo, hubiera desaparecido de la tierra hace mucho tiempo.
Nosotros no podemos
destruir la sabiduría de los sabios, ni es necesario que lo intentemos, porque
la obra está en mucho mejores manos. El mismo Señor dice: “Destruiré”, y Él
nunca se resuelve en vano. Dos veces en este versículo declara su propósito, y
podemos estar seguros que no lo dejará.
¡Cómo da cuenta el Señor
de la filosofía y del “pensamiento moderno” cuando pone su mano en ello! Él
reduce a nada su hermosa apariencia; Él destruye enteramente la madera, el heno
y la hojarasca. Está escrito que será así, y así será. Señor, haz una obra
abreviada de esto. Amén y Amén.
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