“Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni
un perro moverá su lengua: para que sepáis que hará diferencia Jehová entre los
egipcios y los israelitas”. Éxodo 11:7.
¡Qué! ¿Tiene Dios poder
sobre las lenguas de los perros? ¿Puede impedir que los perros ladren? Sí, así
es. Puede impedir que un perro egipcio atormente un cordero de la manada de
Israel. ¿Puede Dios hacer callar a los perros y a los caninos entre los hombres
y al perro grande a la puerta del infierno? Entonces sigamos nuestro camino sin
temor.
Si Él permite que los
perros muevan sus lenguas, puede impedirles que muerdan. Podrán hacer un ruido
terrible, y con todo no nos harán verdadero daño. ¡Pero cuán agradable es la
quietud! ¡Cuán deleitoso es andar entre enemigos, y ver que Dios los ha
pacificado! Como Daniel en el foso de los leones, estamos sanos y salvos entre
destruidores.
¡Oh, que en este día,
esta palabra del Señor a Israel se realizara en mi caso! ¿Me atormenta el
perro? Lo diré a mi Señor. Señor, él no escucha mis razones; habla Tú la
palabra de poder, y tendrá que aquietarse. ¡Dame paz, oh, Dios mío, y que vea
yo tu mano tan distintamente en ella, que perciba con toda claridad la
diferencia que tu gracia ha hecho entre los impíos y yo!
FUENTE: Libro de Cheques del Banco de la Fe –
Charles H. Spurgeon.
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