“Clama a mí, y te responderé, y te enseñaré cosas grandes y dificultosas
que tú no sabes”. Jeremías 33:3.
Dios nos anima a que
oremos. Nos dicen algunos que la oración es un ejercicio piadoso que solamente
influye en el alma que en él se ocupa. Nosotros sabemos algo mejor que esto.
Nuestra experiencia desmiente esta aserción incrédula. Aquí Jehová, el Dios
vivo, promete expresamente que contestará la oración de su siervo. Clamemos a
Él de nuevo, y no dudemos que Él nos oye y nos contesta. ¿El que plantó el
oído, no oirá? El que dio a los padres amor para con sus hijos, ¿no escuchará
los clamores de sus propios hijos e hijas?
Dios responderá a su
pueblo suplicante que clama en su angustia. Él tiene maravillas reservadas para
ellos. Lo que nunca han visto, oído o soñado, lo hará a favor de ellos. Él
descubrirá nuevas bendiciones si es necesario. Él escudriñará mar y tierra para
alimentarlos; enviará todos los ángeles del cielo para socorrerlos, si su apuro
así lo requiere. Él nos sorprenderá con su gracia y nos hará decir: nunca tal
hemos visto. Solamente pide de nosotros que clamemos a Él. No puede pedirnos
menos. Que voluntariamente le hagamos oración ahora mismo.
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