“Porque Él librará al menesteroso que clamare, y al afligido que no
tuviere quien le socorra”. Salmo 72:12.
El menesteroso clama:
¿qué más puede hacer? Su clamor es oído de Dios: ¿qué más necesita hacer? Que
el lector menesteroso se dedique a clamar ahora mismo, porque así mostrará su
sabiduría. No clames en los oídos de amigos, porque aun en el caso de que
puedan ayudarte, es solamente porque el Señor les facilita hacerlo. El camino
más corto es ir directamente a Dios, y clamar delante de Él. La rectitud es el
mejor corredor: corre al Señor y no a causas secundarias.
“¡Ay!”, dices tú. “No
tengo ni amigo ni ayudador”. Tanto mejor; puedes confiar en Dios en ambas
condiciones: como menesteroso y como desprovisto de ayudadores. Que tu doble necesidad
sea la causa de tu doble súplica. Aun para misericordias temporales puedes
esperar en Dios, porque Él cuida de sus hijos en estos asuntos temporales. En
cuanto a nuestras necesidades espirituales, que son las más pesadas, el Señor
oirá tu clamor, te librará y suplirá todo lo que te falta.
Oh amigo pobre, pon a
prueba a tu Dios rico. Oh imposibilitado, apóyate sobre su ayuda. Nunca me ha
faltado a mí, y estoy cierto que nunca te faltará a ti. Ven como un mendigo,
y Dios no te rehusará ayuda. Ven sin otro pretexto que su gracia. Jesús es Rey,
¿te dejará morir de miseria? ¿Qué? ¿Te olvidaste de esto?
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