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Esto es algo más que una crónica de
lo que le sucedió a Abram poco después de que llegase a esa tierra, es
además una imagen muy exacta de las condiciones de una vida llena del
Espíritu. Lo primero que se nos dice es que Abram pasó por la tierra al lugar
llamado Siquem, a la encina de More. Estos nombres son sumamente reveladores.
Siquem significa “hombro”, y en hebreo el hombro es un símbolo de fortaleza.
Pensamos en la ladera de una montaña de la misma manera. El nombre More
quiere decir “instrucción”, y cuando combinamos estas dos palabras, tenemos
la primera imagen de cómo es la tierra. Solo al ser enseñados en la Palabra de
Dios por el Espíritu de Dios encontramos las fuerzas necesarias para vivir. La segunda imagen que tenemos aquí
es que la vida en la tierra va a ser una vida de constantes conflictos. Estos
cananeos eran las tribus paganas que afligieron a Israel a lo largo de toda
su historia y, por lo tanto, nos ofrecen una imagen exacta de estas
manifestaciones del mal con el que vivimos y contra el cual luchamos
continuamente. Estas se mencionan en el Nuevo Testamento en muchos lugares:
la codicia, la envidia, los celos, la impaciencia, la intemperancia, la
irritabilidad y la susceptibilidad. Estos son nuestros enemigos, estas
manifestaciones de nuestro ser que hacen de nuestra existencia un conflicto
constante. En tercer lugar, es además una vida
de continua limpieza, porque leemos a continuación: “Y edificó allí un altar
a Jehová”. Nosotros pensamos en un altar como un símbolo de alabanza, que lo
es efectivamente, pero esa no es la esencia de su significado. Un altar es
primeramente un lugar de limpieza, que provee la base para la adoración. El
motivo de un altar diario es la necesidad urgente de limpieza en la vida de
peregrinación. Todos los peregrinos tienen necesidad de la limpieza por la
sangre, la cruz de Cristo, a la cual pueden acudir juzgándose a sí mismos a
lo largo de toda su vida. Por lo tanto, es preciso que la vida en la plenitud
del Espíritu sea continuamente limpiada por la cruz de Cristo. El cuarto punto es que esta es una
vida de elección sin fin. Abram erigió su tienda entre Bet-el y Hai. Bet-el
significa “la casa de Dios” y Hai significa “ruina”. Aquí es donde debemos
vivir la vida cristiana, teniendo los ojos continuamente fijos en una de dos:
las cosas de Dios o la ruina de la carne. Podemos decidir ir a Bet-el o ir a
Hai, ir a Cristo o a nosotros mismos; no podemos hacer las dos cosas. La tienda representa la última
característica. Vivió en una tienda porque fue peregrino en la tierra. A lo
largo de todo el Nuevo Testamento, el peregrino cristiano es exhortado a
caminar en el Espíritu. ¡Caminar, caminar, caminar! Usted no ha llegado al
final de su camino cuando ha aprendido la lección de Dios. Mañana habrá otro
paso que deberá dar usted, y otro al día siguiente y otro pasado mañana.
¡Cómo se resiente la carne por esto! Nos sentimos siempre encantados cuando
el Espíritu de Dios nos lleva al lugar donde obtenemos alguna victoria,
cuando vencemos alguna costumbre, cuando damos algún paso necesario, y
entonces deseamos establecernos en ese lugar. Decimos al Señor: “Sigue Tú
adelante durante un tiempo y déjame a mí aquí. Quiero disfrutar esto un
rato”. Pero Él no permite que nos detengamos. La vida en la tierra es un
progreso continuo, un viaje que no termina nunca. Padre, usa estas lecciones de la
vida de Abram para guiarme en mi camino, para que yo pueda levantarme para ir
a la tierra de la plenitud de las bendiciones en Cristo. |
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Aplicación a la vida |
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Vemos que Dios impide cualquier
posibilidad de que nos aburramos al leer el relato bíblico de la vida de
Abraham. ¿Nos complacemos nosotros con el statu-quo o estamos atrevidamente
yendo de aventuras con Dios? |
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Versículo para hoy:
martes, 2 de junio de 2020
2 de junio - La situación de la tierra - Ray Stedman
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