Estamos en el capítulo 3, que describe la combinación de las cosas opuestas en nuestra experiencia. En todo este capítulo se expresa la idea de que hay un tiempo apropiado para todas las experiencias de la vida.
Hay un tiempo apropiado para todo, tanto para las experiencias desagradables como las experiencias agradables. Esta no es sencillamente una descripción de lo que sucede en la vida; es una descripción de lo que Dios envía. Muchos de nosotros estamos familiarizados con las Cuatro Leyes Espirituales, la primera de las cuales es que Dios le ama a usted y tiene un plan maravilloso para su vida. Ese es el plan que está establecido aquí. Durante todo el tiempo, el Buscador está diciendo que Dios desea hacer que el gozo forme parte de la experiencia humana. Muchas personas piensan que el libro de Eclesiastés es un libro triste y pesimista porque lo que expone se basa en el punto de vista un tanto limitado del escritor respecto a aquellas cosas que se encuentran bajo el sol, las cosas visibles de la vida, pero no es ese el mensaje del libro. Dios tiene la intención de que sintamos gozo, y Su programa para que así sea incluye todas las cosas, hasta las que son contrarias.
Si se fija usted detenidamente, verá usted que estos primeros ocho versículos giran en torno a tres divisiones principales que coinciden, aunque le parezca sorprendente, con las divisiones de nuestra humanidad, es decir: el cuerpo, el alma y el espíritu.
Los primeros cuatro pares tienen que ver con el cuerpo:
Tiempo de nacer y tiempo de morir(Eclesiastés 3:2). Fíjese usted cómo se aplican a la vida física. Ninguno de nosotros pedimos nacer; es algo que fue hecho por nosotros, no fue decisión nuestra. Ninguno de nosotros pide morir; es algo que determina Dios. De manera que es así como deberíamos ver esta lista de conceptos que son opuestos, como una lista que Dios cree que debemos de tener. Comienza emparejando el nacimiento y la muerte como las fronteras de la vida bajo el sol.
A continuación el Buscador pasa al aspecto del alma con sus funciones como puedan ser pensar, sentir y escoger, los aspectos sociales, y todas sus diferentes relaciones en la vida a partir de ese concepto. El versículo 4 nos dice que hay un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para hacer duelo y un tiempo para bailar. Todas estas cosas se siguen unas a otras y todas ellas son apropiadas. Nadie escapa a las cosas que nos hacen daño y a los sufrimientos de la vida que es lo que dice aquí. Dios las escogió para nosotros. En un mundo caído es normal que haya momentos en que nos sintamos doloridos, en los que suframos y lloremos. Los últimos seis de estos conceptos opuestos tienen que ver con el espíritu, con las decisiones internas, con compromisos reales. Hay
tiempo de buscar [como pueda ser buscar trabajo, el matrimonio, nuevos amigos] y tiempo de perder(Eclesiastés 3:6). Hay un tiempo en la vida en el que deberíamos acabar con ciertas amistades o cambiar de trabajo, por ejemplo, y perder lo que tuvimos en el pasado. Es normal y apropiado que pasemos por estos momentos en la vida.
Todo esto forma parte del plan maravilloso que tiene Dios para nuestra vida. Como es natural, el problema es que no es nuestro plan para nuestra vida. Si nos fuese concedido el derecho a planear nuestras vidas, no habría nada desagradable en ellas, pero eso es algo que nos arruinaría. Dios sabe que las personas que viven protegidas de todo acaban casi de manera inevitable convirtiéndose en personas con las que resulta imposible vivir porque son egoístas, crueles, viciosas, superficiales y sin principios. Dios envía estas cosas para que podamos aprender. Hay un tiempo para todo, nos dice el Buscador.
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Aplicación a la vida |
¿Estamos nosotros aprendiendo a ver la dirección sabia de Dios y la providencia al contrastar las experiencias por las que pasamos en nuestra vida? Si nosotros fuésemos los que decidiésemos, ¿sería el resultado la integridad y el gozo? |
Versículo para hoy:
jueves, 6 de febrero de 2020
6 de febrero - Un tiempo para cada cosa - Ray Stedman
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