Aunque provocado por las indulgencias ofrecidas por Johannes Tetzel, la primera proposición que Lutero ofreció para su debate público en sus Noventa y Cinco Tesis puso el hacha en la raíz del árbol de la teología medieval: “Cuando nuestro Señor y Maestro, Jesucristo, dijo ‘Arrepentíos,’ él quiso decir que la totalidad de la vida de los creyentes debiese ser de arrepentimiento.” Por el Nuevo Testamento Griego de Erasmo, Lutero llegó a darse cuenta que la traducción de la Vulgata de Mateo 4:17 de la frase penitentiam agite (“haced penitencia”) malinterpretaba totalmente el significado de Jesús. El evangelio requería no un acto de penitencia sino un cambio radical de mentalidad y una transformación igualmente profunda de la vida. Más tarde le escribiría a Staupitz sobre este maravilloso descubrimiento: “¡Me aventuro a decir que están equivocados aquellos que hacen más énfasis en el acto en Latín que el cambio de corazón en Griego!”
¿No es verdad que hemos perdido de vista esta nota que fue tan prominente en la teología de la Reforma? Haríamos bien hoy si contáramos con un Lutero redivivo. Por un número de razones importantes los evangélicos necesitan reconsiderar la centralidad del arrepentimiento en nuestro pensamiento con respecto al evangelio, la iglesia y la vida Cristiana. Continuar leyendo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario