"Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús". Gálatas 3.26
La paternidad de Dios es común a todos sus hijos. Ah "Poca Fe", tú has dicho frecuentemente: «¡Oh si yo tuviera el coraje de "Gran Corazón", si yo pudiera blandir su espada y pudiera ser tan valiente como él! Pero ay, yo tropiezo aun en una pajilla y me asusto hasta de una sombra». Escúchame "Poca Fe", tu hermano "Gran Corazón" es hijo de Dios y tú también lo eres. "Gran Corazón" no es ni un ápice más hijo de Dios de lo que eres tú. Pedro y Pablo, apóstoles altamente favorecidos eran de la familia del Altísimo, y tú también perteneces a esa familia. El cristiano débil es tan hijo de Dios como el fuerte.
Todos los nombres se hallan en el mismo registro de familia. Quizás uno tenga más dones que otro, pero Dios, nuestro Padre celestial, tiene el mismo corazón de ternura para con todos. Quizás uno haga obras más poderosas y tribute a Dios más gloria que otro, pero el más pequeño en el reino de los cielos es tan hijo de Dios como los que se hallan entre los poderosos hombres del Rey. Que esta verdad nos alegre y aliente cuando nos acerquemos a Dios y le digamos: "Padre nuestro".
Sin embargo, mientras nos alentamos al conocer esto, no nos satisfagamos con una fe débil, sino pidamos -a semejanza de los apóstoles-, que nos sea aumentada. Aunque nuestra fe sea débil, con tal que sea fe real en Cristo, llegaremos al cielo, pero no glorificaremos mucho al Maestro en nuestra peregrinación, ni tendremos abundancia de gozo y paz. Por lo tanto, si deseas vivir para la gloria de Cristo y ser feliz en su obra, procura estar más y más lleno del Espíritu de adopción hasta que el perfecto Amor eche fuera el temor.
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