“Clamaré al Dios altísimo, al Dios que me favorece.” Sal.57:2 (La idea del hebreo es: al Dios que obra todas las cosas para mí.)
Hay dos maneras en que Dios se manifiesta a nosotros, por su Palabra y por sus obras. La gran gloria de las obras de Dios en la creación y en la providencia consiste en que confirman lo que El ha dicho en su Palabra escrita. Hay un gran deleite para el pueblo de Dios en observar la providencia divina. La providencia no solo les lleva al cielo, sino también, trae el cielo a sus corazones ahora. El más sabio Dios dirige todo providencialmente para su propia alabanza y la felicidad de su pueblo, aunque todo el mundo esté ocupado moviendo sus velas y remando en una dirección contraria a los propósitos de Dios. Es un enorme placer fijarse en como el mundo lleva a cabo los propósitos de Dios oponiéndose a ellos; como hace su voluntad resistiéndola; como multiplica su Iglesia esparciéndola. Hay goces en la vida cristiana que son demasiado grandes para ser descritos. Entre éstos se encuentra el deleite de estudiar la providencia divina en nuestra propia experiencia personal. Pruébalo por tú mismo, gústalo y verás. No se necesitará más persuasión. “Clamaré al Dios altísimo, al Dios que obra todas las cosas para mí.” (Sal.57:2) Continuar leyendo...
Fuente: Iglesia Reformada
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