De hecho, sabemos que si esta tienda de campaña en que vivimos
se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no
construida por manos humanas. 2 Corintios 5:1.
La confianza que Pablo
tenía en que si su cuerpo se deshacía no perdería nada, le impidió desmayar. Él
sabía qué era lo peor y se preparó para ello. Afuera se desencadenaban grandes
tormentas pero el apóstol conocía el límite de su posible pérdida, así que
estaba listo. Todo lo que podemos perder es la frágil tienda de campaña en la
que vivimos. No existe ninguna posibilidad de que perdamos más que eso. Cuando
el hombre sabe que el riesgo que corre es limitado, esto calma su mente. Las
cosas indescifrables e inescrutables son los peores ingredientes del pánico y
el temor: cuando puedes controlar tus temores, los has vencido. El apóstol
sabía que estaba en este mundo con el noble propósito de glorificar a Dios,
ganar almas y edificar a los santos, y estaba resuelto a cumplir el ministerio
que se le había encomendado. Se dijo a sí mismo que su peor curso sería
desmayar en la vida de servicio, ya que el mayor riesgo que podía implicar la
perseverancia en su llamado era la muerte, y eso él lo consideraba como perder
una tienda de campaña y ganar una mansión. El emperador romano podía cortarle
la cabeza, o podían apedrearlo hasta morir, o crucificarlo como a su Maestro,
¡pero no temía tales destinos! Para él eso era solo la destrucción de su vieja
tienda de campaña; no afectaba su espíritu inmortal; podía sonreír y cantar:
«Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una
gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento» (2 Corintios 4:17).
A través de la Biblia en un año: Proverbios 7-9
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