“Y les será perdonado, porque yerro es”. Números 16:25.
Por causa de nuestra
ignorancia no conocemos completamente nuestros pecados de ignorancia. Pero
podemos estar seguros que son muchos, tanto de comisión como de omisión.
Podemos con toda sinceridad hacer un servicio a Dios, que Él nunca mandó y que
nunca puede aceptar.
El Señor sabe cada uno de
estos pecados de ignorancia. Esto bien nos pudiera perturbar, ya que en
justicia Él podría pedirnos cuenta de estos pecados; pero por otro lado la fe
ve consuelo en esta verdad, porque el Señor tendrá cuidado de limpiar las
manchas que nos han pasado desapercibidas. Ve el pecado, para dejar de verlo
echándolo tras sus espaldas.
Nuestro gran consuelo es
que Jesús, el verdadero sacerdote, ha hecho expiación por toda la congregación
de los hijos de Israel. Esa expiación nos asegura el perdón de pecados
desconocidos. Su preciosa sangre nos limpia de todo pecado. Sea que nuestros
ojos lo hayan visto y hayan llorado sobre ello o no, Dios lo ha visto, Cristo
lo ha expiado y el Espíritu da testimonio de su perdón y así tenemos paz por
estas tres razones.
¡Oh, Padre mío! Alabo tu
conocimiento divino, que no tan sólo ve mis iniquidades, sino que provee una
expiación que me libra de la culpabilidad de ellas, aun antes de que yo sepa
que soy culpable.
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