“Y será que antes que clamen, responderé yo; aun estando ellos hablando,
yo habré oído”. Isaías 65:24.
¡Esto es obrar con prisa!
El Señor nos oye antes que clamemos; y muchas veces nos responde con igual
prontitud. Previendo nuestras necesidades y nuestras oraciones, Él dispone de
tal manera la providencia, que antes que la necesidad actual surja la ha
suplido, antes que la prueba nos abrume Él nos ha armado contra ella. Esta es
la prontitud de la omnisciencia, y muchas veces la hemos visto en ejercicio.
Cuando aún no soñábamos que viniera la aflicción, había llegado ya el fortísimo
consuelo que nos iba a sostener bajo ella. ¡Qué Dios tan pronto a contestar la
oración tenemos!
La segunda frase nos hace
pensar en el teléfono. Aunque Dios está en el cielo, y nosotros sobre la
tierra, hace que nuestra palabra, como su propia palabra, vaya más de prisa.
Cuando oramos rectamente hablamos al oído de Dios. Nuestro Mediador benigno
presenta nuestras peticiones en seguida, y el gran Padre las oye y las
favorece. ¡Sublime privilegio el de orar así!
¿Quién no estaría mucho
en oración cuando sabe que tiene el oído del Rey de los Reyes? En este día
oraré con fe, no solamente creyendo que seré oído, sino que soy oído; no
solamente que seré respondido, sino que ya tengo la respuesta. ¡Espíritu Santo,
ayúdame en esto!
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