Versículo para hoy:

miércoles, 31 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
UN LLAMADO A QUE LA IGLESIA GUARDE EL CORAZÓN


2. El estudio y observación de nuestro propio corazón nos guardará contra los peligrosos y contagiosos errores de la época en que vivimos.

¿Cuál es la razón de que tanta gente que profesa la fe, la haya abandonado y se haya vuelto hacia las fábulas? ¿Por qué tantos se han visto arrastrados por el error de los impíos? ¿Por qué aquellos que han sembrado doctrinas corruptas tienen tan buena cosecha entre nosotros, sino porque se han encontrado con una raza de gente que nunca supo qué es lo que pertenece a la piedad práctica y al estudio y cuidado de sus corazones?

3. Nuestro cuidado y diligencia a la hora de guardar el corazón será una de las mejores evidencias de nuestra sinceridad.

No conozco ningún acto externo que verdaderamente distinga al creyente verdadero del falso. Es maravilloso lo lejos que los hipócritas pueden llegar en sus obras externas, lo plausiblemente que pueden ordenar el exterior, escondiendo todas sus indecencias de la observación del mundo.

Pero no se preocupan de sus corazones. En lo secreto no son las mismas personas que son en público. Y ante esa prueba, no hay ningún hipócrita que pueda sostenerse. Pueden, desde luego, en un ataque de terror o en sus lechos de muerte, clamar por la maldad de sus corazones; pero tales quejas forzadas no tienen ningún efecto. En la ley no debe darse crédito al testimonio de alguien que está en el potro de tortura, porque es de suponer que lo extremo de su sufrimiento, lo hará decir cualquier cosa para obtener alivio.

Pero si el celo por nosotros mismos, el cuidado y la vigilancia son una labor diaria que enmarca nuestros corazones, podremos tener alguna evidencia de nuestra sinceridad.

martes, 30 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
UN LLAMADO A QUE LA IGLESIA GUARDE EL CORAZÓN

Si guardar el corazón es un asunto tan importante, si se pueden derivar grandes ventajas de ello, si hay tantos intereses valiosos involucrados en esto, permítanme que clame sobre el pueblo de Dios en todo lugar para que se involucre en este trabajo de todo corazón.

Oh, estudiemos nuestros corazones, vigilemos nuestros corazones, ¡guardemos nuestros corazones! Abandonemos las controversias infructuosas y las preguntas inútiles, abandonemos los nombres y demostraciones vanas, dejemos las conversaciones infructuosas y la atrevida censura que hacemos de los demás, y volvámosla sobre nosotros mismos. ¡Que en este día y en esta hora nos propongamos hacerlo!

Lector, creo que debo continuar contigo. Todo lo que te ruego es esto: que te apartes más a menudo para hablar con Dios y con tu propio corazón, que no consientas que ninguna trivialidad te distraiga, que mantengas una cuenta más seria y fiel de tus pensamientos y tus afectos; que seriamente exijas a tu propio corazón, al menos cada noche: "Oh corazón mío, ¿dónde has estado hoy, y en qué has ocupado tus pensamientos?"

Si todo lo dicho para animar a esto no es suficiente, todavía tengo algunos motivos más para ofrecer:

1. Estudiar, observar, y guardar diligentemente nuestros corazones ayudará de forma sorprendente a entender los profundos misterios de la fe.

Un corazón honesto y bien experimentado es una ayuda excelente para la cabeza. Tal corazón servirá de comentario a una gran parte de las Escrituras. Por medio de un corazón así tendremos un mayor entendimiento de lo divino que el hombre más estudiado (pero sin gracia) haya tenido o pueda tener jamás. No solo tendremos un entendimiento más claro de esto, sino una comprensión más interesante y provechosa. Una persona puede discurrir de manera ortodoxa y profunda sobre los efectos de la fe, las tribulaciones y consuelos de la conciencia y la dulzura de la comunión con Dios, sin haber sentido la eficacia y la dulce impresión que estas cosas producen sobre el alma. ¡Pero cuán oscuras y secas son sus nociones comparadas con las de un cristiano experimentado!

lunes, 29 de julio de 2024

Cosmovisión: elasticidad, crisis y evangelismo - Sam Masters

 


GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

CONSIDERACIONES FINALES SOBRE LA FALTA DE CUIDADO DEL CORAZÓN

3. Falta de verdaderos cristianos

Finalmente, para despertar a todos, infiero que, si el guardar el corazón es la gran obra del cristiano, existen pocos cristianos verdaderos en el mundo.

Si todo aquel que ha aprendido el dialecto del cristianismo y que puede hablar como un santo, si todo el que tiene don y parte y puede predicar, orar, o hablar como un cristiano, en otras palabras, si todos los que se asocian con el pueblo de Dios y toman parte en las ordenanzas pueden pasar por ser considerados cristianos, entonces sí que hay muchos.

Pero encontramos muy pocos si los juzgamos por esta regla: ¡Cuán pocos hay que guarden sus corazones conscientemente, que miren sus pensamientos y disciernan escrupulosamente sus motivaciones! Hay pocas personas que entren al cuarto de oración entre los que dicen ser cristianos. Es más fácil ponerse al día con otros deberes de la fe que con este.

La parte secular del mundo hará poco más que entremeterse de vez en cuando con los deberes religiosos, y mucho menos se involucrará con el cuidado del corazón; y en lo que respecta a los hipócritas, aunque pueden ser muy meticulosos con lo externo, es difícil persuadirlos de cumplir con este trabajo interior y difícil, que descubre rápidamente aquello que el hipócrita no se preocupa por conocer.

Así que, por consenso general, este trabajo del corazón se deja en manos de unas pocas personas apartadas, y me da temor pensar en lo pocas que son estas manos.

domingo, 28 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

CONSIDERACIONES FINALES SOBRE LA FALTA DE CUIDADO DEL CORAZÓN

2. La falta de consuelo en este mundo

También se deduce, para humillación del pueblo de Dios, que, a menos que se dedique más tiempo y esfuerzo a los corazones del que normalmente se dedica, es probable que nunca hagan mucho servicio a Dios, ni tengan mucho consuelo en este mundo. Podríamos decir del cristiano que es renuente y abandonado en cuidar su corazón, lo que Jacob dijo a Rubén: no serás el principal (Génesis 49:4).

Entristece ver cuántos cristianos hay que viven en un nivel muy pobre, tanto de servicio como de consuelo espiritual, y que se mueven por ahí deprimidos y quejándose. Pero ¿cómo podrían esperar que fuese de otra manera si viven de manera tan descuidada? ¡Oh, cuán poco tiempo pasan en su cuarto, examinando, humillando y avivando sus corazones! Cristiano, dices que tu corazón está muerto, ¿y te sorprendes de que lo esté, si no lo mantienes junto a la fuente de vida? Si tu cuerpo tuviese la misma dieta que tu alma, también estaría muerto. Y no puedes esperar que tu corazón esté en mejor estado hasta que te tomes más esfuerzos con él.

¡Oh cristianos! Temo que nuestro celo y fuerzas hayan estado esforzándose en la capilla equivocada. Temo que la mayoría de nosotros pueda recoger la queja de la iglesia: "Me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé" (Cantares 1:6).

Hay dos cosas que han devorado el tiempo de los que profesan ser creyentes en esta generación, y que los han distraído tristemente del trabajo de su corazón.

En primer lugar, las controversias infructuosas, iniciadas por Satanás. No dudo que con el propósito de apartarnos de una piedad práctica, nos haya hecho rompernos la cabeza cuando deberíamos estar inspeccionando nuestros corazones.

Hemos tenido en poco la observación de "buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas" (es decir, con disputas y controversias acerca de las viandas), (Hebreos 13:9). ¡Cuánto mejor es ver a los hombres vivir como deben, que escucharles disputar con sutileza! ¡Cuánto daño han hecho a las iglesias esas preguntas infructuosas, cuánto tiempo y cuántos espíritus malgastados, y cuántos cristianos retirados de su ocupación principal!

¿No habría sido mejor si las preguntas que agitan al pueblo de Dios en los últimos tiempos fuesen estas?:

    • ¿Cómo puede alguien distinguir las operaciones especiales del Espíritu de las comunes?
    • ¿Cómo puede un alma discernir sus primeros pasos apartándose de Dios?
    • ¿Cómo puede un cristiano que se ha apartado recuperar su primer amor?
    • ¿Cómo puede el corazón preservarse de los pensamientos poco razonables cuando está en su tiempo con Dios?
    • ¿Cómo puede descubrirse y mortificarse un pecado que está en nuestro seno?

Seguir este curso ¿No daría como resultado más honra para la fe y más consuelo para las almas? Avergüenza ver que los profesantes de esta generación son todavía insensibles a su necedad. ¡Oh si Dios cambiase sus disputas y contenciones por una piedad práctica!

En segundo lugar, las preocupaciones y estorbos del mundo han aumentado enormemente el descuido de nuestros corazones.

Las cabezas y los corazones de mucha gente se han llenado con tal acumulación y ruido de los negocios mundanos que, lamentablemente han declinado en su celo, su amor, su deleite en Dios, y en su forma celestial seria y provechosa de conversar con los hombres.

¡Cuán miserablemente nos hemos enredado en la espesura de estos asuntos sin importancia! Nuestros discursos, conferencias, e incluso nuestras mismas oraciones se han visto teñidos con ello. Tenemos tanto quehacer fuera, que no hemos podido hacer mucho dentro. ¿Y cuántas preciosas oportunidades hemos perdido así? ¿Cuántas amonestaciones del Espíritu han pasado infructuosamente? ¿Cuán a menudo nos ha llamado Dios y nuestros pensamientos mundanos nos han impedido escuchar?

Pero ciertamente existe una forma de disfrutar de Dios incluso en nuestros empleos mundanos. Si perdemos la vista de Él cuando estamos ocupados en nuestros asuntos temporales, la falta es nuestra.

Es bien cierto que los cristianos deberían llegar frente a la puerta de la eternidad teniendo más trabajo en sus manos del que pueden hacer debido a su tiempo, ¡y sin embargo están llenando sus mentes y corazones con tonterías!

sábado, 27 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
CONSIDERACIONES FINALES SOBRE LA FALTA DE CUIDADO DEL CORAZÓN

Pasamos ahora a mejorar y aplicar lo anterior.

Hemos visto que el cuidado del corazón es la gran obra de un cristiano, en la que consisten el alma y vida mismas de la fe, y sin la cual todas las demás obligaciones no tienen valor a ojos de Dios. Por tanto, para consternación de los hipócritas y de las personas que solo profesan el cristianismo formalmente, concluimos:

1. La inutilidad del esfuerzo de muchos que dicen ser creyentes

Los dolores y trabajos por los que muchas personas han pasado en su religión no tienen valor, y no serán tenidos en buena cuenta. Los seres humanos han realizado muchos servicios espléndidos que Dios, al final, rechazará: no se sostendrán en el registro para aceptación eterna, porque los que los realizaron no pusieron atención en guardar sus corazones con Dios. Esta es la fatal piedra en la que miles de personas que dicen ser cristianos tropiezan y se arruina eternamente. Son precisos en los asuntos externos de la fe, pero sin cuidar sus corazones.

Oh, ¡cuántas horas han pasado algunos escuchando, orando, leyendo y conferenciando! Y aun así, en lo que respecta al objetivo final de la fe, tanto da que se hubiesen sentado en silencio sin hacer nada, ya que la gran obra, es decir, la del corazón, estaba siendo descuidada todo el tiempo.

Si somos falsos cristianos ¿Cuándo hemos derramado una lágrima por lo muerto, endurecido, incrédulo y terrenal que es nuestro corazón? ¿Creemos que esta religión fácil nos salvará? Si creemos que sí, deberíamos dar la vuelta a las palabras de Cristo y decir: grande es la puerta y ancho el camino que lleva a la vida, y muchos son los que entran por él.

Que me escuchen los hipócritas que se autoengañan: has apartado a Dios con tus deberes sin corazón, has actuado en tu religión como si bendijeses un ídolo, tú, que no has podido observar tu corazón, regularlo y ejercitarlo en tus obras, ¿cómo permanecerás en la venida del Señor? ¿Cómo mantendrás en alto la cabeza cuando Él diga: "Oh, hombre disimulado y de corazón falso ¿cómo puedes profesar la fe? ¿Con ese rostro pudiste decir tantas veces que me amabas, cuando sabías por tu conciencia que tu corazón no estaba conmigo?" Temblemos al pensar el terrible juicio que se dará a los corazones desatendidos y descuidados, que toman los deberes religiosos como si fuesen un sonajero para calmar y silenciar la conciencia.

viernes, 26 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

12. EL TIEMPO DE UNA ENFERMEDAD MORTAL

EN CUARTO LUGAR, reflexionar en el hecho de que mediante la muerte Dios evita a su pueblo grandes problemas y tentaciones puede mejorar nuestra disposición a morir.

Cuando una calamidad extraordinaria viene sobre el mundo, Dios a veces quita a sus santos del camino del mal. Así murió Matusalén en el año antes del diluvio; Agustín un poco antes del saqueo de Hipona; Pareus justo antes de la toma de Heidelberg. Lutero observa que todos los apóstoles murieron antes de la destrucción de Jerusalén, y Lutero mismo murió antes de que las guerras estallasen en Alemania.

Puede ser por tanto, que la muerte nos haga escapar de una dura prueba, que no podríamos ni necesitamos soportar. Pero si no hay ningún problema extraordinario que fuera a venir en caso de que nuestra vida fuese prolongada, puede que aun así Dios quiera librarnos de los innumerables males y cargas que son inseparables de nuestro estado actual.

Seríamos librados del pecado que aún queda en nuestro interior, que es el mayor problema. Seríamos librados de todas las tentaciones de cualquier tipo, de los problemas y vergüenzas corporales, y de todas las aflicciones y tristezas de esta vida. Los días de nuestro lamentar terminarían y Dios enjugaría todas las lágrimas de nuestros ojos. ¿Por qué entonces no tendríamos prisa por marcharnos?

EN QUINTO LUGAR, si todavía nos resistimos a marchar, como Lot en Sodoma, ¿cuál es nuestro ruego y preferencia por una vida más larga? ¿Por qué estamos poco dispuestos a morir?

Puede que estemos preocupados por el bienestar de las personas cercanas a nosotros. Si es así, y estamos preocupados por su sustento temporal, permitamos que la Palabra de Dios nos satisfaga: "Deja tus huérfanos, yo los criaré; y en mí confiarán tus viudas" (Jeremías 49:11). Lutero decía en su última voluntad: "Señor, tú me has dado una esposa e hijos, no tengo nada que dejarles, pero te los encomiendo a ti. Oh, padre de los huérfanos y defensor de viudas, susténtalos, guárdalos y enséñales".

Pero ¿estamos preocupados por el bienestar espiritual de nuestras personas cercanas? Recordemos que no podemos convertirlas ni aun si siguiésemos viviendo; y Dios puede hacer que nuestras oraciones y consejos sean efectivos después de muertos.

Quizás es que deseamos servir a Dios durante más tiempo en este mundo. Pero si Él no tiene nada más para que hagamos aquí, ¿por qué no decir junto con David, "aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere" (2 Samuel 15:26)? Él nos está llamando a lo alto, a servir en el cielo, y puede cumplir con otras manos lo que deseamos hacer aquí.

¿Es que nos sentimos demasiado imperfectos para ir al cielo? Pensemos que hemos de ser imperfectos hasta la muerte, nuestra santificación no puede completarse hasta que lleguemos al cielo.

"Pero", se podría decir, "quiero estar seguro; si pudiera tener seguridad podría morir con facilidad". Consideremos entonces que, una disposición del corazón por dejarlo todo en el mundo y ser libres del pecado y estar con Dios es la forma directa de la seguridad que se desea; ninguna persona carnal estaría dispuesta a morir, en base a eso.

Así hemos mostrado cómo el pueblo de Dios, en los tiempos más difíciles, puede guardar sus corazones con toda diligencia.

jueves, 25 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

12. EL TIEMPO DE UNA ENFERMEDAD MORTAL

EN SEGUNDO LUGAR, puede que sirva de ayuda para que nuestro corazón no se atemorice al considerar que la muerte es necesaria para prepararnos para el pleno disfrute de Dios.

Ya sea que estemos dispuestos a morir o no, ciertamente no hay otro modo de completar la felicidad de nuestra alma. La muerte debe hacernos el oficio de quitarnos este velo de carne, esta vida animal que nos separa de Dios, antes de que lo podamos ver y disfrutar plenamente.

"Entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor" (2 Corintios 5:6) ¿Quién no estaría dispuesto a morir por el disfrute perfecto de Dios? Deberíamos gemir como un prisionero a través de los barrotes de esta mortalidad: "¡Oh, si tuviese alas como una paloma, entonces volaría y descansaría!"

Cierto es que la mayoría de los hombres necesitan paciencia para morir, pero un santo, que entiende a qué lo introducirá la muerte, más bien necesita paciencia para vivir. En su lecho de muerte debería mirar afuera y escuchar la venida de su Señor, y cuando percibe que su partida está cerca debería decir: "¡La voz de mi amado! He aquí Él viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados" (Cantares 2:8).

EN TERCER LUGAR, consideremos que la felicidad del cielo comienza inmediatamente después de la muerte.

Esa felicidad no será pospuesta hasta la resurrección, sino que tan pronto como la muerte haya pasado sobre nosotros, nuestra alma será sorbida por la vida. Cuando hayamos soltado amarras de esta costa, seremos rápidamente impulsados hasta las orillas de una eternidad gloriosa.

¿No podremos decir entonces: "Deseo partir y estar con Cristo"? Si el alma y el cuerpo muriesen juntos, o durmiesen hasta la resurrección como algunos han imaginado, hubiese sido una necedad por parte de Pablo desear partir para disfrutar de Cristo, poque habría disfrutado más en el cuerpo de lo que hubiese podido hacerlo fuera de él.

Las Escrituras hablan solo de dos maneras en las que el alma puede vivir: Por fe y por vista. Estas dos formas comprenden la existencia presente y la futura. Ahora bien, si cuando la fe falta, la vista no continúa inmediatamente, ¿qué sería del alma?

Pero la verdad sobre este asunto está claramente revelada en las Escrituras. Miremos en Lucas 24:3 y Juan 14:3. ¡Qué bendito cambio hará la muerte en nuestra condición! ¡Levántate, santo moribundo, y regocíjate! Deja que la muerte haga su trabajo, que los ángeles conduzcan tu alma al mundo de la luz.

miércoles, 24 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

12. EL TIEMPO DE UNA ENFERMEDAD MORTAL

El último tiempo que mencionaremos en el que es necesario guardar el corazón con toda diligencia, es cuando la enfermedad nos advierte que nuestra hora está cerca.

Cuando un hijo de Dios se acerca a la eternidad, el adversario realiza su último esfuerzo, y como no puede ganar el alma que está en Dios porque no puede destruir la ligadura que une el alma a Cristo, su gran plan es despertar el temor a la muerte, llenar la mente con aversión y horror ante el pensamiento de ser separados del cuerpo.

Es por eso que en el pueblo de Dios se puede observar que hay mucho temor a tomar la mano fría de la muerte, una falta de disposición a marcharse. Pero de la misma manera en que hemos de vivir como santos, así hemos de morir.

Ofreceremos varias consideraciones pensadas para ayudar al pueblo de Dios en el tiempo de enfermedad, para mantener sus corazones libres de todos los objetos terrenales, y dispuestos a morir con contentamiento.

EN PRIMER LUGAR, la muerte es algo inocuo para el pueblo de Dios. Sus flechas no dejan la punta clavada. ¿Por qué tener temor de que nuestra enfermedad pueda ser para muerte? Si fuésemos a morir en nuestros pecados, si la muerte fuese a reinar sobre nosotros como un tirano, si fuese a alimentarse de nosotros como un león de su presa, si la muerte fuese un precursor del infierno, entonces podríamos asustarnos con razón y encogernos ante ella desmayando con terror. Pero si nuestros pecados han sido borrados y Cristo ha vencido a la muerte en nuestro favor, de forma que lo único con lo que nos encontraremos es con dolor corporal, y posiblemente ni siquiera eso, si la muerte es la que nos trae el cielo ¿por qué habríamos de preocuparnos? ¿Por qué no darle la bienvenida? No nos puede hacer daño, es liviana e inocua. Es como quitarnos la ropa o irnos a descansar.

martes, 23 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

11. EL TIEMPO DE LOS SUFRIMIENTOS POR LA FE 

En cuarto lugar, ¿Es que el Redentor descuidó nuestros intereses y pensó poco en nosotros cuando por nuestro bien soportó sufrimientos que no tienen comparación con los nuestros? ¿Él se echó atrás? No. "Sufrió la cruz, menospreciando el oprobio" (Hebreos 12:2). ¿Soportó Él esto por nosotros con paciencia y constancia inquebrantable, y nos encogeremos por un sufrimiento temporal por su causa?

En quinto lugar, ¿es que podemos abandonar tan fácilmente la comunidad de creyentes y los privilegios de los santos y volvernos al lado del enemigo? ¿Estamos dispuestos a retirar nuestro apoyo a aquellos que se han propuesto perseverar, y poner nuestra influencia en la balanza en contra de ellos? Preferible sería que nuestro cuerpo y alma se deshicieran. "Si retrocediere, no agradará a mi alma" (Hebreos 10:38).

En sexto lugar, ¿cómo podremos mantenernos frente a Cristo en el día del juicio si lo abandonamos ahora? "El que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles (Marcos 8:38).

Solo un poco más, y el Hijo del Hombre vendrá en las nubes del cielo, con poder y gran gloria, para juzgar al mundo. Se sentará en el trono de juicio, y todas las naciones serán puestas delante de Él. Imaginemos que estamos viendo lo que sucederá aquel día. Contemplemos a los impíos, a los apóstatas, y escuchemos la sentencia consumadora que se pronuncia sobre ellos, y veamos cómo se hunden en el pozo de la desgracia infinita y eterna. ¿Abandonaremos a Cristo ahora, dejaremos su causa para librarnos de un poco de sufrimiento o para promover una infructuosa vida en la tierra? ¿Nos expondremos al destino de un apóstata?

Recordemos que aunque podamos silenciar las reconvenciones de nuestra conciencia ahora, no podremos evitar luego la sentencia del Juez. Guardemos nuestro corazón por estos medios, para que no se aparte del Dios viviente.

lunes, 22 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

11. EL TIEMPO DE LOS SUFRIMIENTOS POR LA FE

Otro tiempo en el que el corazón ha de guardarse con toda diligencia es cuando se ponen sobre nosotros sufrimientos por nuestra fe. Bendito es el hombre que en este tiempo no se ofende en Cristo.

Sea cual sea el tipo o grado de nuestros sufrimientos, si son por causa de Cristo y del Evangelio, no escatimemos ninguna diligencia para guardar nuestro corazón. Si nos vemos tentados a encogernos o vacilar bajo ellos, permitamos que las siguientes consideraciones nos ayuden a repeler y a superar la instigación.

En primer lugar ¡Cuánto reproche pondríamos sobre el Redentor y la fe si lo abandonamos en un tiempo como este! Estaríamos proclamando al mundo cuánto nos hemos jactado de las promesas, que cuando somos puestos a prueba, en medio de las mismas no nos atrevemos a arriesgar nada sobre la fe. Y esto daría a los enemigos de Cristo ocasión para blasfemar. 
¿Adornaremos de tal manera los triunfos de los incircuncisos? 

Ah, si valorásemos el nombre de Cristo tanto como los hombres impíos valoran sus propios nombres, no dejaríamos que el suyo fuese expuesto al desprecio de esta manera. ¿Acaso las orgullosas cenizas y el polvo no temen la muerte y el infierno más que ver desgraciados sus nombres? ¿Y nosotros no soportaremos nada por mantener el honor de Cristo?

En segundo lugar ¿Nos atreveremos a violar nuestra conciencia dando gusto a nuestra carne y sangre?

¿Quién nos consolará cuando nuestra conciencia nos acuse y condene? ¿Qué felicidad puede haber en la vida, en la libertad o en los amigos cuando la paz interior es arrebatada? Consideremos bien lo que hacemos.

En tercer lugar ¿No es el interés público de Cristo una causa mucho más importante que cualquier interés propio? ¿No preferiremos su gloria y la prosperidad de su reino antes que cualquier otra cosa? ¿Debería un sufrimiento temporal, o cualquier sacrificio que nos veamos llamados a hacer entrar en competición con el honor de su nombre?

domingo, 21 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

MOTIVOS PROPIOS PARA EL ABATIMIENTO

6. La falta de respuesta a la oración

¿Es la aparente falta de respuesta a la oración motivo de nuestro abatimiento? ¿Estamos dispuestos a decir: "Si Dios tuviese algún tipo de preocupación por mi alma habría escuchado mis peticiones antes; pero no tengo respuesta de Él, por tanto no hay interés"?

Esperemos un momento. Aunque el hecho de que Dios aborrezca y finalmente rechace la oración es evidencia de que rechaza a la persona que ora, ¿nos atrevemos a concluir que Él nos ha rechazado porque una respuesta a nuestra oración se retrasa o porque no hemos descubierto que ya está concedida?

"¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?" (Lucas 18:7). Otros han tropezado en el mismo sitio que nosotros: "Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba" (Salmos 31:22).

¿Acaso no hay algo en nuestra experiencia que indique que nuestras oraciones no son rechazadas, aunque la respuesta a las mismas se retrase? ¿No estamos dispuestos a continuar orando aunque no veamos una respuesta? ¿No estamos dispuestos a atribuir rectitud a Dios mientras consideramos la causa de su silencio como algo que está dentro de nosotros? Así lo hizo David: "Dios mío, clamo de día y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo. Pero tú eres santo" (Salmos 22:2-3).

Preguntémonos si el retraso de la respuesta a nuestra oración nos incita a examinar nuestro corazón y probar nuestros caminos para que podamos eliminar la dificultad. Si es así, tenemos motivo para sentirnos humildes, pero no para desesperar.

*******

Así hemos mostrado cómo guardar el corazón en las temporadas de oscuridad y duda. Que Dios evite que ningún corazón falso pueda tomar aliento de estas cosas. Es lamentable que cuando damos a cada uno su parte, el santo y el pecador tienden a tomar la parte del otro.

sábado, 20 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

MOTIVOS PROPIOS PARA EL ABATIMIENTO

4. Falta de emoción en la devoción en privado

Las dudas y miedos podrían venir de una carencia de emoción en privado que sí encontramos en los ejercicios públicos. Consideremos entonces si hay alguna circunstancia al atender a la devoción en público que está particularmente calculada para despertar nuestros sentimientos y elevar nuestra mente, y que no puede afectarnos en privado. De ser así, si nuestra comunión secreta está siendo realizada con fidelidad y de manera adecuada, puede ser provechosa aunque no tenga todas las características de la que hacemos en público.

Si pensamos que tenemos ensanchamiento y deleite espiritual en el ejercicio público mientras descuidamos los tiempos con Dios en privado, sin duda nos engañamos. Ciertamente, si estamos descuidando la devoción privada o no nos importa la misma, hay grandes razones para temer. Pero si las realizamos con regularidad y fidelidad, no se puede concluir que sean vanas e inútiles o que no tengan gran valor solo porque no sean atendidas con tanta emoción como a veces encontramos en público.

¿Y qué si al Espíritu le agrada más favorecerte con su influencia llena de gracia en un lugar y momento que en otro? ¿Debería eso ser motivo para la murmuración y la incredulidad, o más bien un motivo para agradecer?

5. Las sugerencias del enemigo

Las sugerencias blasfemas y viles de Satanás a veces causan gran confusión y angustia. Parecen poner un abismo de corrupción en el corazón y decirnos que no hay gracia en él. Pero puede haber gracia en un corazón en el que tales pensamientos se inyectan, aunque no en un corazón que consiente y disfruta de esos pensamientos.

Preguntémonos si aborrecemos y nos oponemos a esos pensamientos, si nos negamos a abandonarnos a su influencia, y si luchamos por mantener pensamientos reverentes y santos acerca de Dios y de todas las cosas de la fe. Si es así, tales sugestiones son involuntarias, y no son evidencia contra nuestra piedad.

viernes, 19 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL


 3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

MOTIVOS PROPIOS PARA EL ABATIMIENTO

2. Disminución de nuestros afectos por Dios

¿Sentimos un declinar de nuestros sentimientos por Dios y los temas espirituales? Puede que siga habiendo esperanza aunque este sea el caso.

Pero es posible que haya una equivocación respecto a esto. Hay muchas cosas que aprender, y la experiencia cristiana tiene relación con una gran variedad de temas. Puede que en esta experiencia estemos aprendiendo algo que es muy necesario que sepamos como cristianos.

¿Y qué si no somos tan sensibles y tan vivos en nuestras emociones, o no tenemos las mismas visiones arrebatadoras que teníamos al principio? ¿Es que no puede estar creciendo nuestra piedad en solidez y consistencia, y adaptándose mejor a propósitos prácticos? ¿Acaso puede deducirse del hecho de que no siempre estemos en la misma disposición mental o de que los mismos objetos no nos emocionen igual en todo tiempo, que nuestra fe no es verdadera? Quizás nos engañamos a nosotros mismos al mirar hacia adelante a lo que seremos, en lugar de contemplar lo que somos comparado con lo que fuimos una vez.

3. Aumento de nuestro amor por disfrutes terrenales

Si la base para tomar conclusiones desesperadas con respecto a nosotros mismos es la fuerza de nuestro amor por los disfrutes terrenales, quizás estemos argumentando de la siguiente forma: "Temo que amo las creaciones más que a Dios, y si es así, no tengo verdadero amor por Dios. A veces tengo sentimientos más fuertes por los consuelos terrenales que por los celestiales, por tanto, mi alma no es recta".

Si verdaderamente amamos lo creado por sí mismo, si lo convertimos en nuestro objetivo y nuestra fe solo es un medio para obtenerlo, entonces la conclusión anterior es la correcta, porque esto es incompatible con el amor supremo a Dios.

Pero una persona puede amar a Dios más ardientemente de lo que ama cualquier otra cosa, y aun así, cuando Dios no es el objeto directo de sus pensamientos, puede ser sensible a un amor más fuerte por lo creado que el que tiene por Dios en ese instante. Del mismo modo que la maldad enraizada indica un odio más fuerte que una emoción repentina más violenta, hemos de juzgar nuestro amor, no por un movimiento impetuoso del mismo de vez en cuando, sino por la profundidad de su raíz y lo constante de su ejercicio. Quizás nuestra dificultad viene como resultado de probar nuestro amor con una prueba extraña e impropia.

Muchas personas temieron que cuando fueran sometidas a una gran prueba renunciarían a Cristo y se aferrarían a lo creado; pero cuando la prueba vino, Cristo lo fue todo, y el mundo no fue nada en su estima. Ese fue el temor de algunos mártires cuya victoria fue completa. Pero solo podemos esperar la ayuda divina en el tiempo y proporción de nuestra necesidad. Si queremos probar nuestro amor, miremos si estaríamos dispuestos a renunciar a Cristo en este mismo momento.

jueves, 18 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

MOTIVOS PROPIOS PARA EL ABATIMIENTO

1. Recaída en pecados anteriores

¿Hemos caído en pecados de los que ya nos habíamos recuperado con vergüenza y dolor? Puede que concluyamos de eso, que estamos pecando con consentimiento y con frecuencia, y que nuestra oposición al pecado era hipócrita. Pero no demos todo por perdido apresuradamente.

¿Acaso no se renueva nuestro arrepentimiento y el cuidado que ponemos en no pecar con la misma frecuencia que pecamos? ¿Acaso no es el pecado en sí mismo lo que nos preocupa, y acaso no es verdad que, cuanto más pecamos más nos angustiamos?

Esto no sucede cuando se peca de forma normal. Es excelente lo que Bernard dice de esto: "Cuando un hombre acostumbrado a contenerse peca abultadamente, se le hace insoportable. Es como si descendiese vivo al infierno. Con el tiempo no parece insoportable, sino pesado, y entre insoportable y pesado la diferencia no es pequeña. Luego, el pecar se vuelve ligero, su conciencia apenas lo golpea y la persona no presta atención a los reproches de esa. Después ya no solo es insensible a la culpa, sino que aquello que le resultaba amargo y desagradable se convierte en algo dulce y placentero en cierta medida. Aún después se hace costumbre, y no solo agrada, sino que lo hace habitualmente. A su debido tiempo la costumbre se convierte en naturaleza, y la persona no puede ser disuadida de la misma, sino que la defiende y ruega por ella".

Así es el pecado habitual y permitido. Ese es el camino del impío. Pero ¿no es nuestro camino contrario a esto?

miércoles, 17 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

Cuando hemos digerido bien estas verdades, si seguimos con dudas y angustia, consideremos lo siguiente:

¿Sentimos que no tenemos parte en el favor de Dios porque nos hemos visto visitados por alguna aflicción extraordinaria?

Si ese es el caso, ¿estamos concluyendo de ello que las grandes pruebas son signos del odio de Dios? ¿Es eso lo que enseñan las Escrituras? ¿Nos atrevemos a pensar lo mismo de aquellos que han sido afligidos tanto o más que nosotros? Si el argumento es bueno en nuestro caso, también debería serlo en la aplicación al caso de ellos, y hasta más concluyente, ya que, en proporción, sus pruebas son mayores que las nuestras. Si es así, entonces ¡Ay de David, Job, Pablo y todos los que han sido afligidos como lo fueron ellos!

Pero si hubiésemos estado en quietud y prosperidad, si Dios hubiese retenido esas disciplinas con las que ordinariamente visita a su pueblo, ¿no tendríamos más razones para dudar y angustiarnos de las que tenemos ahora?

¿Estamos concluyendo precipitadamente que el Señor no nos ama porque ha retirado la luz de su rostro?

Si estamos considerando que nuestro estado es desesperado porque es oscuro e incómodo, mejor no nos precipitemos a formar esa conclusión. Si cualquiera de las dispensaciones de Dios para su pueblo puede ser considerada como favorable o dura, ¿por qué no habría de ser considerada en el mejor sentido? ¿No es posible que Dios tenga un designio de amor en lugar de uno de odio en la situación de la que nos estamos lamentando? ¿No es posible que se esté apartando un tiempo sin apartarse para siempre?

No somos los primeros que hemos confundido el designio de Dios al apartarse: "Sion dijo: Me dejó el Señor, y el Señor se olvidó de mí" (Isaías 49:14). Pero ¿fue así en realidad? ¿Cuál fue la respuesta de Dios? "¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz?" (Isaías 49:15). Y sin embargo ¿nos hundimos bajo la idea de que las evidencias de un abandono final y completo son claras en lo que experimentamos? ¿Hemos perdido la sensibilidad consciente con respecto al pecado? ¿Nos sentimos inclinados a abandonar a Dios?

Si es así, tenemos motivos para sentirnos alarmados. Pero si nuestra conciencia está viva, si estamos dispuestos a aferrarnos al Señor, si el lenguaje de nuestro corazón es "no puedo abandonar a Dios, no puedo vivir sin su presencia aunque me mate; aun así seguiré confiando en Él", entonces tenemos razón al esperar que nos visite de nuevo. Es mediante estos ejercicios que Él mantiene su interés en nosotros. Una vez más ¿el sentido y los sentimientos son adecuados para juzgar las dispensaciones de Dios en ello? ¿Se puede confiar de manera segura en su testimonio? ¿Podemos decir: "si Dios tiene algún amor por mi alma, debería sentirlo ahora al igual que lo sentía antes, pero no puedo sentirlo, por tanto se ha ido"? ¿Podríamos concluir de la misma forma que cuando el sol no es visible para nosotros, ha dejado de existir?

Leamos Isaías 1:10. Si no hay nada en el trato divino con respecto a nosotros que sea una base razonable para estar abatidos y angustiados, preguntémonos qué motivos hay en nuestra propia conducta por los cuales nos podemos sentir tan deprimidos.

martes, 16 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

EN TERCER LUGAR, cada cosa que pueda ser motivo de tristeza para el pueblo de Dios, no es una base suficiente para cuestionar la realidad de su fe.

Hay muchas cosas que son tribulaciones, pero que no deben hacernos tropezar. Si en cada ocasión nos cuestionamos todo lo que se ha hecho a través de nosotros, nuestra vida estará formada de dudas y temores, y nunca podremos conseguir la paz interior asentada en la que vivimos esa vida de alabanza y gratitud que el Evangelio requiere.

EN CUARTO LUGAR, el alma no está siempre en una disposición adecuada para hacer un juicio correcto de sí misma, y está particularmente poco calificada para hacerlo en tiempos de abandono o tentación. Estos tiempos deberían emplearse más bien para vigilar y resistir, y no para juzgar y determinar.

EN QUINTO LUGAR, sea cual sea la raíz de nuestra angustia, nos debería llevar a Dios, no a alejarnos de Él.

Supongamos que hemos pecado en cierta manera, o que hemos estado abatidos y tristes durante un largo tiempo. No tenemos derecho para concluir que debemos estar desanimados, como si no hubiese ayuda para nosotros en Dios.

lunes, 15 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

EN PRIMER LUGAR, no toda demostración de hipocresía en una persona, demuestra que sea un hipócrita.

Hemos de distinguir con cuidado entre las manifestaciones y una hipocresía predominante. Hay restos de engaño hasta en los mejores corazones.

Esto es algo que vemos en el ejemplo de David y Pedro, pero la disposición que prevalecía en sus corazones era la de ser rectos, y no fueron llamados hipócritas por su conducta.

EN SEGUNDO LUGAR, hemos de considerar lo que puede decirse en nuestro favor así como lo que puede decirse en contra nuestra.

En ocasiones es un pecado de las personas rectas el ejercer una severidad irrazonable contra ellos mismos. No consideran de manera imparcial el estado de sus almas.

Hacer parecer que su estado es mejor de lo que es en realidad es ciertamente un pecado condenable de los hipócritas que se alaban a sí mismos, y hacer parecer su estado peor de lo que es realmente, es el pecado y necedad de algunas personas buenas. Pero ¿por qué habríamos de convertirnos en enemigos de nuestra propia paz? ¿Por qué leer de pasada las evidencias del amor de Dios en nuestra propia alma, como los hombres que leen superficialmente un libro que tratan de refutar? ¿Por qué habríamos de estudiar nuestras faltas y apagar aquellos consuelos que son legítimamente nuestros?

domingo, 14 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL

Estos son tiempos en los que es muy difícil guardar el corazón. Cuando la luz y el consuelo de la divina presencia se retiran, cuando el creyente, por la prevalencia del pecado dentro de él, se dispone en una u otra manera a renunciar a sus esperanzas, a inferir conclusiones desesperadas con respecto a sí mismo, a considerar el consuelo que tuvo como un engaño vacío, y su profesión como hipocresía. En tales tiempos se necesita mucha diligencia para guardar el corazón del abatimiento.

La angustia del cristiano proviene de la comprensión de su estado espiritual, y en general argumenta contra sí mismo que no posee una verdadera fe, ya sea porque ha recaído en los mismos pecados de los que se había recuperado con vergüenza y pena, o porque siente que sus afectos por Dios están declinando, o porque se ha fortalecido su deseo hacia los deleites mundanos, o por su prosperidad en público a la vez que con frecuencia se ve confinado y desierto en sus devociones privadas, o por alguna sugerencia horrible de Satanás con la que su alma ha quedado enormemente confundida, o por último, debido al silencio de Dios y la aparente negación de sus largas oraciones.

Para conseguir establecer y apoyar el corazón bajo tales circunstancias, es necesario que estemos familiarizados con algunas verdades generales que tienen tendencia a calmar el alma dubitativa y temblorosa, y que seamos instruidos correctamente con respecto a las causas de inquietud anteriormente mencionadas.

sábado, 13 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

9. EL TIEMPO DE LA TENTACIÓN

EN CUARTO LUGAR, quizás la pequeñez del pecado es utilizada como motivo para cometerlo.

Podemos decir: "Es algo pequeño, un asunto insignificante ¿quién se preocuparía por tales minucias?" Pero ¿acaso es pequeña también la majestad del cielo? Si cometemos ese pecado ofenderemos a un Dios grande. ¿Acaso hay un infierno pequeño para atormentar a pequeños pecadores en él? No, hasta los menos pecadores del infierno están llenos de miseria. Hay una gran ira atesorada para aquellos que el mundo considera pequeños pecadores.

Pero cuanto menor es el pecado, menos deberíamos sentirnos inducidos a cometerlo. ¿Vamos a provocar a Dios por una nimiedad? ¿Destruiremos la paz, haremos daño a la conciencia, y entristeceremos al Espíritu, todo por nada? ¡Qué locura!

EN QUINTO LUGAR, a veces se toma el argumento de la misericordia de Dios y la esperanza de perdón como motivo para reforzar la tentación.

Decimos: "Dios es misericordioso, y dejará pasar esto como una debilidad. No será severo señalándolo". Pero paremos un momento ¿en qué lugar podemos encontrar una promesa de misericordia para los pecadores presuntuosos? El ímpetu involuntario y las debilidades que lamentamos puede que sean perdonadas, "Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja al Señor; esa persona será cortada de en medio de su pueblo" (Números 15:30).

Si Dios es un ser con tanta misericordia, ¿cómo somos capaces de ofenderle? ¿Cómo podemos hacer de un atributo tan glorioso como la misericordia divina una ocasión de pecado? ¿Lo ofenderemos porque es bueno? Más bien dejemos que su bondad nos lleve al arrepentimiento y nos guarde de la transgresión.

EN SEXTO LUGAR, a veces Satanás nos anima a cometer un pecado mostrándonos el ejemplo de hombres santos. Tal o cual persona pecó, y fue restaurada, por tanto, puedes cometer este pecado y aún ser santo y salvo. 

Tales sugerencias deben ser repelidas instantáneamente. Si hay buenos hombres que han cometido pecados similares al que nos agita, ¿acaso pecó algún hombre basándose en ese estímulo? ¿Dios hizo que sus ejemplos fuesen registrados como modelo a imitar, o más bien como advertencia? ¿No están puestos como faros para que evitemos las rocas sobre las que ellos se estrellaron? ¿Estamos dispuestos a sentir lo que ellos sintieron por pecar? ¿Nos atrevemos a seguirles en su pecado y meternos en la misma angustia y peligro en el que ellos incurrieron?

Lector, aprende a guardar tu corazón de esta forma en el tiempo de tentación.

viernes, 12 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

9. EL TIEMPO DE LA TENTACIÓN

EN SEGUNDO LUGAR, el secreto con el que podemos cometer el pecado es utilizado por Satanás para inducirnos a cometerlo.

El tentador insinúa que ese desliz nunca nos traerá vergüenza entre los hombres, porque nadie lo sabrá. Pero pensemos en ello. ¿Acaso Dios no nos contempla? ¿No está su divina presencia en todas partes? ¿Qué más da si podemos ocultar el pecado al mundo, cuando no podemos esconderlo de Dios?   Ninguna oscuridad ni sombra de muerte puede ocultarnos de su inspección.

Además ¿acaso no tenemos respeto de nosotros mismos? ¿Acaso podemos hacer aquello que no nos atreveríamos a mostrar a otros? ¿Acaso no es la conciencia como tener un millón de testigos? Incluso un incrédulo pudo decir: "Cuando eres tentado a cometer pecado, témete a ti mismo más que a cualquier otro testigo".

EN TERCER LUGARa veces la tentación se ve reforzada por la perspectiva de una ventaja mundana.

Una voz nos dice: "¿Por qué tendrías que ser tan bueno y escrupuloso? Concédete un poco de libertad, y así podrás mejorar tu situación; ahora es tu momento". Esta tentación es peligrosa y debe ser resistida prontamente.

Ceder ante tal tentación producirá más daño a nuestra alma que cualquier bien temporal que podamos obtener. Y ¿qué nos aprovechará ganar el mundo entero si perdemos nuestra alma? ¿Qué cosa puede compararse con nuestro interés espiritual? ¿O qué puede compensarnos del menor de los daños a estos intereses?

jueves, 11 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

9. EL TIEMPO DE LA TENTACIÓN

El noveno tiempo en que es necesaria la mayor diligencia y habilidad para guardar el corazón es cuando se produce una tentación y Satanás indispone el corazón cristiano tomando por sorpresa al que no está precavido.

Guardar el corazón en esos tiempos no es menos una misericordia que un deber. Pocos cristianos tienen la suficiente capacidad para detectar las falacias y repeler los argumentos con los que el adversario los incita a pecar como para escapar seguros y sin heridas de estos encuentros.

Muchos creyentes eminentes han sido impactados severamente por su falta de vigilancia y diligencia en tales tiempos. ¿Cómo puede por tanto un cristiano guardar su corazón de rendirse a la tentación? Hay varias formas importantes en las que el adversario insinúa la tentación y nos insta a caer en ella.

EN PRIMER LUGAR, Satanás sugiere que hay un placer para disfrutar.

La tentación se presenta con aspecto sonriente y voz atrayente: "¿Eres tan cerrado y flemático que no puedes sentir el poderoso hechizo del placer? ¿Quién puede apartarse de tales deleites?" Lector, podemos ser rescatados del peligro de tales tentaciones repeliendo la proposición del placer.

Se nos dice que cometer el pecado nos traerá placer. Supongamos que esto fuese verdad, ¿acaso serán también placenteros el reproche de la conciencia y la perspectiva del infierno? ¿Hay algún placer en los tormentos de la conciencia? Si es así, ¿por qué Pedro lloró tan amargamente? ¿Por qué clamó David como si sus huesos fuesen rotos? Escuchamos lo que se dice de los placeres del pecado, y ¿no hemos leído lo que David dice de sus efectos? "Tus saetas cayeron sobre mí, y sobre mí ha descendido tu mano. Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado" (Salmo 38:2-4).

Si nos rendimos a la tentación, tendremos que sentir esa angustia interna debido a ella, o las miserias del infierno. Pero ¿por qué debería atraernos el placer del pecado cuando sabemos que hay un placer inexpresablemente más real que viene de la mortificación de ese pecado? ¿Preferiremos gratificar un deseo que no es santo, junto con el veneno mortal que dejará detrás, en lugar del placer sagrado que viene de escuchar y obedecer a Dios, de cumplir con los dictados de la conciencia y mantener la paz interior? ¿Puede el pecado dar tal deleite como el que siente aquella persona que, resistiendo la tentación, manifiesta la sinceridad de su corazón y obtiene evidencia de que teme a Dios, ama la santidad y odia el pecado?

miércoles, 10 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

8. EL TIEMPO DE GRANDES PRUEBAS

EN CUARTO LUGAR, pensemos lo deseable que es para un cristiano vencer estas malas inclinaciones.

Esto produce una felicidad mucho mayor; es mucho mejor mortificar y subyugar los sentimientos que no son santos que el dar cabida a ellos.

Cuando en nuestro lecho de muerte lleguemos al punto de revisar con calma nuestra vida, será de consuelo recordar la conquista que hicimos sobre los sentimientos depravados de nuestro corazón. Un dicho memorable del emperador Valentino, cuando iba a morir fue: "De entre todas mis conquistas, hay una que ahora me consuela". Al ser preguntado de cuál se trataba, contestó: "He vencido a mi peor enemigo, ¡mi pecaminoso corazón!"

EN QUINTO LUGAR, avergoncémonos contemplando el carácter de aquellos que han sido más eminentes en mansedumbre y sumisión.

Sobre todo, comparemos nuestro temperamento con el Espíritu de Cristo. Él dijo "aprended de mí, que soy manso y humilde". Se dice de Calvino y Ursino, que, aunque ambos tenían naturaleza colérica, habían cultivado y absorbido la mansedumbre de Cristo de tal manera, que no pronunciaban una palabra inadecuada ni bajo las mayores provocaciones. E incluso muchos paganos han manifestado una gran moderación y aguante bajo sus aflicciones más severas. ¿No es una vergüenza y un reproche que nosotros quedemos deshechos por ellas?

EN SEXTO LUGAR, evitemos cualquier cosa que esté calculada para irritar nuestros sentimientos.

El apartarnos del camino del pecado tanto como podamos es el verdadero valor espiritual. Si podemos evitar lo que nos excita a sentimientos rebeldes e impetuosos, o conseguimos capturarlos en su inicio, tendremos poco que temer.

Los primeros movimientos del pecado común son comparativamente débiles, y ganan fuerza gradualmente. Pero en tiempos de prueba el movimiento del pecado es más fuerte al principio, el temperamento insumiso irrumpe repentina y violentamente. Sin embargo, si lo soportamos al principio con resolución, cederá y tendremos la victoria.

martes, 9 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

8. EL TIEMPO DE GRANDES PRUEBAS

EN SEGUNDO LUGAR, cultivemos el hábito de la comunión con Dios. 

Esto nos preparará para cualquier cosa que pueda suceder. También endulzará nuestro temperamento y calmará nuestra mente para asegurarla contra las sorpresas. Producirá esa paz interior que nos hará superiores en nuestras pruebas.

La comunión habitual con Dios nos producirá deleite, que no querremos interrumpir con sentimientos pecaminosos. Cuando un cristiano está calmado y es sumiso en sus aflicciones, probablemente es porque saca consuelo y apoyo de esta manera. Pero el que está descompuesto, impaciente y angustiado, muestra que no está bien por dentro. No se puede suponer de tal persona que practique la comunión con Dios.

EN TERCER LUGAR, hagamos que nuestra mente quede impresionada con la conciencia de la naturaleza malvada que se levanta de un temperamento insumiso y agitado.

Una naturaleza así contrista al Espíritu de Dios y lo induce a apartarse. Su presencia llena de gracia y su influencia solo se disfrutan cuando la paz y la quieta sumisión prevalecen. Permitir un temperamento indócil le da ventaja al adversario.

Satanás es un espíritu enojado y descontento. No encuentra descanso sino en los corazones que no tienen descanso. Se anima cuando los espíritus se conmocionan; en ocasiones llena el corazón con pensamientos desagradecidos y rebeldes; en otras, inflama la lengua con lenguaje indecente. Una vez más, un temperamento así produce gran culpa sobre la conciencia, desacomoda el alma para cualquier deber, y deshonra el nombre del cristiano.

Oh, guardemos el corazón y permitamos que el poder y la excelencia de nuestra fe sean manifiestos cuando seamos llevados a las mayores dificultades.

lunes, 8 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

8. EL TIEMPO DE GRANDES PRUEBAS

En tales casos el corazón se inclina a verse traspuesto con orgullo, impaciencia y otras emociones pecaminosas. Muchas gente buena se convierte en culpable de una conducta apresurada y muy pecaminosa en tales casos, y todo lo que necesitamos es hacer uso diligente de los siguientes medios para mantener el corazón sumiso y paciente bajo grandes pruebas:

EN PRIMER LUGAR, tengamos pensamientos humildes y sobrios sobre nosotros mismos en estos momentos.

La persona humilde es siempre paciente. El orgullo es la fuente de las emociones irregulares y pecaminosas. Un espíritu elevado será un espíritu petulante e insumiso. Cuando nos valoramos demasiado alto, pensamos que somos tratados indignamente y que nuestras pruebas son demasiado severas, y por eso objetamos y nos quejamos.

Como cristianos, deberíamos tener pensamientos de nosotros mismos que hiciesen parar esas murmuraciones. Deberíamos tener una idea más baja y humilde de nosotros mismos que la que cualquier otro pueda tener. Obtengamos humildad, y tendremos paz cualesquiera que sean las pruebas.

domingo, 7 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

7. EL TIEMPO EN QUE RECIBIMOS AFRENTAS Y ABUSOS DE LOS HOMBRES

EN SEXTO LUGAR, pensemos cómo nosotros ofendemos a Dios a cada hora del día y no nos llenaremos de venganza tan fácilmente con aquellos que nos ofenden.

Estamos ofendiendo a Dios constantemente, y sin embargo Él no toma venganza sobre nosotros, sino que nos soporta y perdona. ¿Nos levantaremos nosotros para vengarnos de otros? Reflexionemos sobre esta dolorosa reprensión: "Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?" (Mateo 18:32-33).

Nadie debería estar tan lleno de tolerancia y misericordia hacia aquellos que le ofenden, como los que han experimentado en sí mismos las riquezas de la misericordia. La misericordia de Dios hacia nosotros debería derretir nuestros corazones en misericordia hacia los demás. Es imposible que seamos crueles con otros, excepto si olvidamos cuán tierno y compasivo ha sido Dios con nosotros.

Y si la ternura no encuentra prevalencia en nosotros, creo que el temor sí debería encontrarla: "Si no perdonamos a los hombres sus ofensas, tampoco el Padre nos perdonará nuestras ofensas" (Mateo 6:14).

EN SÉPTIMO LUGAR, permitamos que la consideración de que el día del Señor se acerca, nos frene de adelantarlo mediante actos de venganza.

¿Por qué nos apresuramos tanto? ¿Acaso el Señor no vendrá pronto a vengar a todos sus siervos que son abusados? "Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera... Tened también vosotros paciencia... porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí el Juez está delante de la puerta" (Santiago 5:7-9). La venganza pertenece a Dios, ¿nos haremos tamaño daño a nosotros mismos asumiendo su trabajo?

sábado, 6 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

7. EL TIEMPO EN QUE RECIBIMOS AFRENTAS Y ABUSOS DE LOS HOMBRES

EN QUINTO LUGAR, consideremos quién dispone todos nuestros problemas. Esto será muy útil para guardar nuestro corazón de la venganza; calmará rápidamente nuestro temperamento y lo endulzará.

Cuando Simei atacó y maldijo a David, el espíritu de este buen hombre no se vio envenenado por la venganza, porque cuando Abisai le ofreció la cabeza de Simei si lo deseaba, el rey dijo: "Si él así maldice, es porque el Señor ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?"

Puede ser que Dios use a esas personas como vara para disciplinarnos debido a que por nuestro pecado les dimos ocasión a los enemigos de Dios para blasfemar. ¿Debemos por tanto, enfadarnos con el instrumento? ¡Eso sería irracional! Por este motivo Job se mantuvo en silencio. No se apresuró ni meditó acerca de hacer venganza sobre los caldeos y sabeos, sino que consideró que era Dios quien ordenaba sus problemas, y dijo: "El Señor dio, y El Señor quitó; sea el nombre del Señor bendito" (Job 1:21).

viernes, 5 de julio de 2024

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3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

7. EL TIEMPO EN QUE RECIBIMOS AFRENTAS Y ABUSOS DE LOS HOMBRES

EN CUARTO LUGAR, propongamos con seriedad la siguiente pregunta a nuestro corazón: "¿He conseguido algún bien a causa de las cosas malas y las injurias que he recibido?"

Si no nos han hecho ningún bien, volvamos la venganza sobre nosotros mismos. Tendremos motivos para estar llenos de vergüenza y tristeza si tenemos un corazón que no puede sacar bien de estos problemas, vergüenza por tener un temperamento tan poco parecido al de Cristo.

La paciencia y mansedumbre de otros cristianos han hecho que todas las ofensas que les han dedicado sean convertidas en algo bueno, sus almas se han visto animadas a alabar a Dios cuando han sido cargados con reproches por parte del mundo. "Te agradezco, Dios" -dijo Gerónimo- "porque soy digno de ser odiado por el mundo". Si hemos derivado algún beneficio de los reproches y maldades que hemos recibido, si estas cosas han hecho que examinemos nuestros propio corazón, si han hecho que seamos más cuidadosos con nuestra conducta, si nos han convencido del valor que tiene un carácter santificado, ¿no las perdonaremos? ¿No perdonaremos a aquel que ha sido un instrumento de tanto bien para nosotros? ¿Qué importa si lo hizo para mal?

Si a través de la bendición divina nuestra felicidad ha sido promovida por lo que esa persona nos hizo, ¿por qué tendríamos siquiera que tener un pensamiento duro contra ella.

jueves, 4 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

7. EL TIEMPO EN QUE RECIBIMOS AFRENTAS Y ABUSOS DE LOS HOMBRES

EN TERCER LUGAR, recordemos que con la venganza podemos gratificar una emoción pecaminosa, pero por el perdón podemos conquistarla. 

Supongamos que podamos destruir a un enemigo mediante la venganza, sin embargo, al ejercitar el carácter cristiano podríamos conquistar tres: nuestros propios malos deseos, la tentación de Satanás y el corazón de nuestro enemigo.

Si por la venganza logramos vencer a nuestro enemigo, la victoria no será gloriosa ni feliz, porque al conseguirla será superada por nuestra propia corrupción. Pero si ejercitamos un temperamento perdonador y manso, siempre terminaremos con honra y éxito.

Para que la mansedumbre y el perdón no funcionen, habríamos de encontrarnos ante una naturaleza muy falsa. Si un corazón no se derrite ante este fuego debe ser de piedra. Por eso David ganó victoria sobre Saúl su perseguidor, de forma que "Saúl dijo a David: Más justo eres tú que yo" (1 Samuel 24:17).

miércoles, 3 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

7. EL TIEMPO EN QUE RECIBIMOS AFRENTAS Y ABUSOS DE LOS HOMBRES

EN SEGUNDO LUGARpensemos en los patrones de mansedumbre y perdón más eminentes para sentir la fuerza de su ejemplo.

Esta es la forma en que se cortan los ruegos de venganza más comunes de la carne y la sangre, tales como los siguientes:
-"Nadie soportaría un insulto como ese". Sí, otros han soportado insultos como esos y peores.
-"Seré considerado un cobarde, un necio, si dejo pasar esto". No importa, siempre y cuando sigamos el ejemplo de los hombres más sabios y santos.

Nadie ha sufrido nunca abusos mayores que los que Jesús sufrió, ni ninguno soportó los insultos, reproches y todo tipo de abusos de manera más pacífica y perdonadora. Cuando era insultado Él no insultaba; cuando sufría no amenazaba. Cuando sus asesinos lo crucificaron, oró "Padre perdónalos". Y con eso nos dio ejemplo, para que sigamos sus pasos. Por tanto sus apóstoles le imitaron: "nos maldicen", -dicen ellos- "y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos" (1 Corintios 4:12-13).

He escuchado decir del santo Sr. Dod, que cuando un hombre se airó a causa de su cercana y convincente doctrina y lo atacó, le golpeó en la cara y le arrancó dos de sus dientes, ese manso siervo de Cristo escupió los dientes y la sangre en su mano y dijo: "Mire, usted me ha sacado dos dientes, y eso sin ninguna provocación justa, pero con tal de que yo pueda hacer bien a su alma, le daría permiso para sacarme el resto". En esto se ejemplificó la excelencia del espíritu cristiano.

Luchemos por tener este espíritu, que constituye la verdadera excelencia de los cristianos. Hagamos lo que otros no pueden hacer, ejercitemos este espíritu, y preservaremos la paz de nuestra alma, ganando victoria sobre nuestros enemigos.

También consideremos 
el carácter de la persona que nos ha hecho mal. Puede ser una persona buena o malvada.

Si es una buena persona, habrá una luz de ternura en su conciencia, que más tarde o más temprano la llevará a un sentimiento del mal que ha causado. Si es un buen hombre, Cristo le ha perdonado mayores ofensas que las que nos ha causado a nosotros, y entonces ¿por qué no perdonarle? Cristo no le toma en cuenta ninguna de sus maldades, sino que de verdad las perdona, ¿y seremos nosotros quienes le agarremos por la garganta por algún pequeño abuso que hayamos sufrido de él?

Si es una persona mala la que nos ha afrentado o insultado, ciertamente tenemos más razón para ejercitar la misericordia que la venganza. Es una persona que está engañada y en un estado digno de lástima, alguien esclavo del pecado y enemigo de la justicia. Si se arrepiente, estará dispuesto a hacernos reparación. Si continúa siendo impenitente, llegará un día en el que será castigado en la medida de sus faltas. No necesitamos estudiar una venganza, Dios la ejecutará.