Versículo para hoy:

jueves, 27 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

(b) Note, en segundo lugar, qué sentido correcto tenía del pecado. Le dice a su compañero: "Nosotros recibimos lo que merecieron nuestros hechos". Reconoce su impiedad y la justicia de su castigo. No hace ningún intento por justificarse o buscar excusas por su iniquidad. Habla como un hombre humillado y degradado al recordar sus iniquidades del pasado. Esto es lo que sienten todos los hijos de Dios. Están prontos a reconocer que son pobres pecadores que merecen el infierno. Pueden decir de corazón, al igual que con su boca: "Hemos dejado de hacer las cosas que deberíamos haber hecho, e hicimos las cosas que no deberíamos haber hecho, y no hay salud en nosotros" (Mt. 23:23).

    ¿Quiere saber si tiene el Espíritu? Entonces preste atención a la pregunta que ahora le hago: ¿Tiene conciencia de sus pecados?

    (c) Veamos, en tercer lugar, el amor fraternal que demostró el ladrón hacia su compañero. Procuró conseguir que dejara de injuriar y blasfemar, y que reaccionara. "¿Ni aun temes tú a Dios", le dice, "estando en la misma condenación?" ¡No hay mejor señal de gracia que esta! La gracia despoja al hombre de su egoísmo y lo lleva a identificarse con el alma de los demás. Cuando se convirtió la mujer samaritana, dejó su jarro y corrió a la ciudad diciendo: "Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuando he hecho. ¿No será este el Cristo?" (Jn. 4:28-29). Cuando se convirtió Saulo, fue inmediatamente a la sinagoga en Damasco y testificó a sus hermanos israelitas que Jesús "era el Hijo de Dios" (Hch. 9.20).

    ¿Quiere saber si tiene el Espíritu? Entonces, ¿dónde está su caridad y amor por las almas?

    En suma, vemos en el ladrón arrepentido una obra consumada del Espíritu Santo. Podemos encontrar en el malhechor arrepentido cada parte del carácter del creyente. Con todo lo breve que fue su vida después de su conversión, usó el tiempo que le quedaba para dejar abundantes evidencias de que era hijo de Dios. Su fe, su oración, su humildad y su amor fraternal son testimonio indudable de la realidad de su arrepentimiento. No era un hombre arrepentido de palabra únicamente, sino de hecho y en verdad.

    Nadie piense, entonces, porque el ladrón arrepentido fue salvo, que una persona puede ser salva sin dejar ninguna evidencia de la obra del Espíritu. Analice bien cada uno las evidencias que dejó este hombre y tenga cuidado.

miércoles, 26 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

III. El Espíritu siempre guía de la misma manera a cada alma salvada

    La tercera lección que quiere enseñarnos este pasaje es que el Espíritu siempre guía de la misma manera al alma salvada.

    Este es un punto que merece atención especial y que, a menudo, es pasado por alto. Las personas se fijan en que el ladrón arrepentido fue salvo cuando ya moría y no van más allá.

    No toman en cuenta las evidencias que este ladrón dejó tras de sí. No observan las pruebas abundantes que dio de la obra del Espíritu en su corazón. Y estas pruebas son las que quiero destacar. Deseo mostrar que el Espíritu siempre obra de una misma manera y que, sea que convierta a una persona en una hora, como lo hizo con el ladrón arrepentido, o que lo haga gradualmente, como lo hace con otros, los pasos por medio de los cuales conduce las almas al cielo son siempre los mismos.

    Procuraré hacerle claro esto a todo el que lee este escrito. Quiero ponerlo en guardia. Quiero que se quite la idea generalizada de que hay algún camino fácil y divino al cielo desde el lecho de muerte. Quiero que comprenda a conciencia que cada alma salvada pasa por la misma experiencia y que los principios fundamentales de la fe del ladrón arrepentido son los mismos que en la fe de los santos más ancianos que han existido.

    (a) Veamos, en primer lugar, cuán fuerte fue la fe de este hombre.

    Llamó "Señor" a Jesús. Declaró su creencia de que tendría un "reino". Creyó que podía darle vida eterna y gloria y, creyéndolo, le dirigió su oración. Declaró que Jesús era inocente de todos los cargos que le eran imputados. "Este", dijo, "ningún mal hizo" (Lc. 23:41). Otros quizá pensaron que el Señor era inocente, pero este pobre hombre al borde de la muerte fue el único que lo declaró abiertamente.

    ¿Y cuándo sucedió todo esto? Sucedió...

    - cuando toda la nación había rechazado a Cristo, gritando: "¡Crucifícale! ¡Crucifícale! No tenemos mas rey que César" (Jn. 19:6;15),

    - cuando los principales sacerdotes y fariseos lo habían condenado y declarado "digno de muerte" (Mr. 14:64).

    - cuando sus propios discípulos lo habían abandonado y huido,

    - cuando colgaba débil, sangrando y muriendo en la cruz,

    - cuando fue contado entre los transgresores y considerado maldito.

    ¡Esta fue la hora cuando el ladrón creyó en Cristo y le dirigió su oración! Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que nunca se había visto una fe como esta desde la creación del mundo3.
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3 
  • "No sé de otro ejemplo de fe tan notable e impresionante desde la creación del mundo". -Commentary on the Gospels (Comentario de los Evangelios) por Calvino.
  • "Una fe que puede ver el sol a través de una nube tan oscura, que puede descubrir a Cristo, a un Salvador, a través de un Jesús tan pobre, desechado, despreciado y crucificado y llamarlo Señor.
  • "Una gran fe que desde su cruz podía ver el reino de Cristo, el sepulcro y la muerte, cuando había tan pocas señales del reino, y orar pidiendo ser recordado en ese reino". -Lightofoot, Sermón. 1684.
  • "El ladrón arrepentido fue el primero en confesar el reino celestial de Cristo, el primer mártir que dio testimonio de la santidad de sus sufrimientos y el primer apologista de su inocencia". -Quesnel sobre el evangelio.
  • "Probablemente hay pocos santos en gloria que hayan honrado a Cristo tan gloriosamente como este pecador moribundo". -Doddridge.
  • "¿Es esta la voz de un ladrón o de un discípulo: Dame permiso, oh Salvador de usar tus propias palabras: 'Mateo 8:10'. Te vio colgado muriendo a tu lado, no obstante, te llama 'Señor'. Te vio muriendo y, no obstante, habla de tu reino. Se sintió morir él mismo y, no obstante, habla de que lo recuerdes en el futuro. ¡Oh fe, más fuerte que la muerte, que puede ver una corona más allá de la cruz, más allá de su expiración, una visión de vida y gloria! ¿Cuál de tus once discípulos te dijo alguna vez palabras tan llenas de gracia como estas en estos, tus últimos estertores?" -Obispo Hall.
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    Los discípulos habían visto señales y milagros poderosos. Habían visto la resurrección de un muerto mediante sólo tres palabras, a los leprosos curados mediante un toque, a los ciegos recibiendo su vista, a los mudos hablar y a los cojos caminar. Habían visto cómo miles de personas fueron alimentadas con unos cuantos panes y peces. Habían visto a su Maestro caminar sobre el agua como si fuera tierra seca. Lo habían oído hablar como nunca nadie antes había hablado y hacer promesas de cosas buenas por venir. Algunos de ellos habían tenido un anticipo de su gloria en el Monte de Transfiguración. Sin duda que la fe de ellos era "don de Dios", pero además de ese don, contaban con muchas ayudas para fortalecerla.

El ladrón moribundo no había visto ninguna de las maravillas mencionadas. Lo único que él vio fue a nuestro Señor en agonía, débil, sufriendo y sobrellevando el dolor. Lo vio soportando un castigo ignominioso, abandonado, vilipendiado, objeto de burlas, aborrecido y blanco de blasfemias. Lo vio rechazado por los más grandes, sabios y nobles de su propio pueblo, su vigor seco como un tiesto, su vida cercana al Seol (Sal. 22:15; 88:3). No vio ningún cetro, ninguna corona real, ningún dominio externo, ninguna gloria, ninguna majestad, ningún poder, ninguna señal de omnipotencia. Y aun así, el ladrón agonizante creyó y gozó viendo de antemano el reino de Cristo.

    ¿Quiere saber si tiene el Espíritu? Entonces preste atención a la pregunta que le hago ahora. ¿Dónde está su fe en Cristo?

lunes, 24 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

    Le ruego a cada uno que lee este escrito que use su sentido común y que tenga cuidado de no caer en el mismo error.

    Considere la historia de los hombres en la Biblia y vea cuán a menudo las ideas de las que he estado hablando, se contradicen.

    Recuerde bien cuántas pruebas hay de que dos hombres hayan recibido el ofrecimiento de la misma iluminación y sólo uno la aprovecha, que nadie tiene derecho de tomarse libertades con la misericordia de Dios e imaginar que puede arrepentirse cuando a él le plazca.

    Vea a Saúl y David. ¡Vivieron más o menos en la misma época, escalaron el mismo rango en la vida, fueron llamados a la misma posición en el mundo, disfrutaron del ministerio del mismo profeta, Samuel, y reinaron la misma cantidad de años! Sin embargo, uno fue salvo y el otro se perdió.

    Vea a Sergio Paulo y a Galión. ¡Ambos eran gobernadores romanos, ambos eran hombres sabios y prudentes en su generación y ambos oyeron predicar a Pablo! Pero uno creyó y fue bautizado, el otro "no hacía caso de nada de esto" (Hch. 13:7; 18:17).

    Observe el mundo a su alrededor. Fíjese lo que está sucediendo continuamente ante sus ojos. A menudo, dos hermanas asisten a la misma iglesia, oyen las mismas verdades y escuchan los mismos sermones y, sin embargo, sólo una se convierte, mientras que la otra permanece impávida. Puede ser que dos amigos lean el mismo libro cristiano; a uno le conmueve tanto que renuncia a todo para tener a Cristo, el otro no le ve nada de valor y sigue igual que antes. Centenares de personas han leído The Rise and Progress of Religion in the Soul (Auge y Progreso de la Religión en el Alma) por Doddridge, sin ningún beneficio, pero para Wilberforce significó el inicio de su vida espiritual. Miles han leído su libro Practical View of Christianity (Punto de Vista Práctico del Cristianismo) y no les ha afectado para nada, pero cuando Leigh Richmond lo leyó, se convirtió en otro hombre. Nadie tiene el derecho de decir: "La salvación es por mi propio poder".

    No pretendo explicar estas cosas. Sólo se las presento como grandes hechos verídicos y le pido que las reflexione con seriedad.

    No me malinterprete. No quiero desanimarlo. Le digo estas cosas con todo cariño para advertirle del peligro. No las digo para apartarlo del cielo. Al contrario, las digo para atraerlo más y llevarlo a Cristo mientras puede ser hallado.

    Quiero que se cuide de cualquier presunción. No abuse de la misericordia y compasión de Dios. Le ruego que no siga pecando, pensando que se puede arrepentir, creer y ser salvo cuando a usted le plazca, cuando quiera, cuando se le antoje. Siempre pondré delante de usted una puerta abierta. Siempre le diré: "Mientras hay vida hay esperanza". Pero si quiere ser sabio, no deje para después nada que concierna a su alma.

    Quiero que se cuide de dejar pasar los buenos pensamientos y las convicciones espirituales. Valórelas y aliméntelas, no sea que los pierda para siempre. Aprovéchelas al máximo, no sea que saquen alas y huyan volando. ¿Siente usted el deseo de comenzar a orar? Empiece a hacerlo inmediatamente. ¿Está disfrutando de alguna iluminación espiritual? Asegúrese de vivir en consonancia con esa iluminación. No juegue con las oportunidades, no sea que llegue el día cuando las quiera aprovechar y no pueda. No se rezague, no sea que obtenga sabiduría demasiado tarde.

    Quizá diga usted: "Nunca es demasiado tarde para arrepentirse". Respondo: "Es cierto, pero rara vez resulta así". Y digo más: "Si aplaza arrepentirse, no puede estar seguro de que alguna vez lo haga".

    Quizá diga usted: "¿Por qué debiera tener miedo? El ladrón arrepentido fue salvo". Respondo: "¡Es cierto, pero vuelva a mirar el pasaje que le dice que el otro ladrón se perdió!"

domingo, 23 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

II. Algunos son salvos en la hora de su muerte, otros no.

    La segunda lección que este pasaje quiere enseñarnos es que algunos son salvos en la hora de su muerte, otros no.

    Es esta una verdad que nunca debe ser pasada por alto, por eso me es imposible ignorarla. Es una verdad que se destaca claramente en el triste final del otro malhechor, con demasiada frecuencia olvidado. La gente olvida que había "dos ladrones".

    ¿Qué pasó con el otro ladrón que fue crucificado? ¿Por qué no se apartó de su pecado y clamó al Señor? ¿Por qué siguió endurecido e impenitente? ¿Por qué no fue salvo? Sería inútil intentar contestar estas preguntas. Contentémonos con la información que tenemos y veamos qué quiere enseñarnos.

    No tenemos ningún derecho a decir que este ladrón era peor que su compañero, no hay nada que pruebe que lo fuera. Es evidente que ambos eran hombres malvados, ambos estaban recibiendo el merecido castigo por sus actos, ambos colgaban de una cruz a los dos lados del Señor Jesús; ambos lo escucharon orar por sus asesinos, ambos lo vieron sufrir con paciencia. Pero mientras uno se arrepintió, el otro siguió endurecido; mientras uno comenzó a orar el otro siguió injuriándole; mientras uno se convirtió al último momento, el otro murió contumaz en su maldad, tal como había vivido; mientras uno fue al paraíso, el otro fue a su lugar: Al lugar del diablo y sus ángeles.

    Ahora bien, estas cosas fueron escritas para advertirnos. Hay una advertencia, al igual que un consuelo, en estos versículos y es, de hecho, una advertencia muy seria.

    Me dicen y subrayan que aunque algunos se pueden arrepentir y convertirse en su lecho de muerte, no significa que todos lo harán. El lecho de muerte no siempre es un tiempo de salvación.

    Me dicen y subrayan que dos personas pueden tener las mismas oportunidades de hacerle bien a sus almas, pueden estar colocadas en la misma posición, ver las mismas cosas y oír los mismos sonidos y, no obstante, sólo una de las dos las aprovechan, se arrepienten, creen y son salvas.

    Me dicen, sobre todo, que arrepentimiento y fe son dones de Dios y que están fuera del poder del hombre, y que el que se engaña pensando que puede arrepentirse cuando lo escoja, elegir el momento cuando lo hará, buscar al Señor cuando le plazca y, como el ladrón arrepentido, ser salvo al último instante, tarde o temprano descubrirá que está muy equivocado.

    Y es bueno y provechoso tener en cuenta esto. Hay en el mundo una inmensa cantidad de ideas engañosas precisamente acerca de este tema. Veo a muchos que dejan que la vida se les vaya de entre las manos, sin estar preparados para morir. Veo a muchos que admiten que debieran arrepentirse, pero siempre lo dejan para mañana. ¡Y creo que una de las razones principales es que la mayoría cree que puede acudir a Dios cuando quiera! Se basan en la parábola de los obreros de la viña que habla de la hora undécima y la usan en la forma que nunca tuvo la intención de ser usada. Se enfocan en la parte placentera de los versículos que ahora estamos considerando, pero olvidan el resto. Hablan del ladrón que se fue al paraíso y se olvidan del que murió como vivió, ¡y se perdió2!

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2    "Aquel que demora su arrepentimiento y no busca perdón hasta lo último por seguir este ejemplo, tienta a Dios y convierte en su veneno lo que Dios designaba para un fin mejor".
    "Las misericordias de Dios nunca se registran en las Escrituras para el engreimiento del hombre, ni los fracasos del hombre para ser imitados".- Lightfoot, Sermón. 1684.
    "Muy desagradecida y tonta es la conducta de los que reciben aliento por el ladrón arrepentido que se arrepintió en el momento que moría; muy desagradecida al pervertir la gracia de su Redentor haciéndola ocasión para continuar pecando y muy tonto imaginar que lo que nuestro Señor hizo en una situación tan particular, pueda tomarse como un precedente de lo que es normal? .- Doddridge.

sábado, 22 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

¿Acaso no me da derecho a decir que aun la fe más reciente puede salvar el alma del hombre, si es auténtica? He aquí la prueba de esto. La fe de este hombre tenía menos de un día, pero lo condujo a Cristo y lo salvó del infierno.

¿Por qué habría de desesperarse alguno cuando un pasaje como este está en la Biblia? Jesús es el Médico que puede curar los casos de personas desahuciadas. Él puede dar vida a las almas muertas y llamar a las cosas que no son como si fuesen. ¡Que nadie se desespere nunca! Jesús sigue siendo el mismo hoy tal como lo fue tantos siglos atrás. Las llaves de la muerte y del infierno están en su mano. Lo que él abre, nadie lo puede cerrar1.

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"Oh Salvador, ¡qué proceder es este de tu gracia libre y poderosa! Cuando tú das, qué indignidad puede prohibirnos tu misericordia? Cuando tú das, ¿puede el tiempo perjudicar nuestra vocación? ¿Quién puede dudar de tu bondad, cuando aquel que en la mañana iba en dirección al infierno, en la noche ya está contigo en el Paraíso?" - Obispo Hall.

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¿Qué si sus pecados son más numerosos que los cabellos de su cabeza? ¿Qué si sus hábitos impíos han crecido a medida que usted ha crecido y se han fortalecido a medida que usted se ha hecho más fuerte? ¿Qué si ha aborrecido lo bueno y amado lo malo todos los días de su vida? Estas cosas por cierto son tristes; pero hay esperanza, hasta para usted. Cristo lo puede sanar, Cristo lo puede sacar de su lamentable condición. El cielo no se ha cerrado para usted. Cristo puede franquearle la entrada si pone humildemente su alma en sus manos.

¿Han sido perdonados sus pecados? Si no, le presento este día una salvación completa y gratuita. Le invito a seguir los pasos del ladrón arrepentido: Venga a Cristo y viva. Le aseguro que Jesús es muy misericordioso y compasivo. Le aseguro que puede hacer por usted todo lo que su alma requiere. Aunque sus pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana (Is. 1:18). ¿Por qué no habría usted de ser salvo como cualquier otro? ¡Venga a Cristo y viva!

¿Es usted un creyente auténtico? Si lo es, debe gloriarse en Cristo. No se gloríe en su propia fe, sus propios sentimientos, su propio conocimiento, sus propias oraciones, sus propios recursos y su propia diligencia. Gloríese sólo en Cristo. ¡Ay! Aun el mejor de nosotros sabe apenas un poco del Salvador misericordioso y poderoso. No lo exaltamos ni nos gloriamos en él lo suficiente. Oremos pidiendo poder para ver más de la plenitud que hay en él.

¿Procura alguna vez hacerles un bien a otros? Si lo hace, no se olvide de hablarles acerca de Cristo. Cuéntele al joven, al menesteroso, al anciano, al ignorante, al enfermo y cuéntele al moribundo; cuénteles a todos acerca de Cristo. Cuénteles de su poder y de su amor; cuénteles de sus obras y de sus sentimientos, cuénteles del peor de los pecadores y lo que está dispuesto a hacer hasta el último día que le queda de vida; cuénteselos una y otra vez. No se canse nunca de hablar de Cristo. Dígales amplia y plenamente, libre e incondicionalmente, sin reservas y sin dudar: "Venga a Cristo como lo hizo el ladrón arrepentido: Venga a Cristo y será salvo".

viernes, 21 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Si hubo alguna vez un alma al borde del infierno, fue el alma de este ladrón. Si hubo alguna vez un caso que pareciera perdido, sin salida e irremediable, fue el de él. Si hubo alguna vez un hijo de Adán que el diablo se aseguró de hacer suyo, fue este hombre.

Pero vea ahora qué pasó. Dejó de injuriar y blasfemar, comenzó a hablar de una manera completamente distinta. Se dirigió a nuestro bendito Señor en oración. Oró pidiendo a Jesús: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino". Le pidió que cuidara su alma, que perdonara sus pecados y hasta pensó en un mundo diferente. ¡Verdaderamente este fue un cambio maravilloso!

Y tome nota de la clase de respuesta que recibió. Algunos habrían dicho que era demasiado malvado como para ser perdonado; pero no fue así. Otros pensarían que era demasiado tarde, la puerta estaba cerrada y ya no había lugar para la misericordia; pero vemos que no era demasiado tarde. El Señor Jesús le dio una respuesta inmediata, le habló con bondad, le aseguró que ese mismo día estaría con él en el paraíso; lo perdonó completamente, lo limpió totalmente de sus pecados, lo recibió por su gracia, lo levantó de las puertas del infierno y le dio el derecho a la gloria. Entre toda la multitud de almas salvadas, ninguna ha recibido una confirmación tan gloriosa de su propia salvación como este ladrón arrepentido. Revise la lista completa, desde Génesis hasta Apocalipsis,  no encontrará a nadie a quien se le hayan dicho palabras como estas: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".

Creo que el Señor Jesús nunca dio una prueba tan completa de su poder y voluntad para salvar, como la dio en esta ocasión. En la hora cuando parecía más débil, mostró ser un Libertador poderoso. En el instante cuando su cuerpo sufría terrible dolor, mostró que podía sentir ternura por otros. En el momento cuando él mismo estaba muriendo, le dio vida eterna a un pecador.

Entonces, ¿no es cierto que esto me da el derecho de decir que Cristo "puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios" (He. 7:25)? Aquí tenemos la prueba. Si hubo alguna vez un pecador que estaba demasiado perdido como para ser salvo, fue este ladrón. No obstante, fue rescatado como "un tizón arrebatado del incendio" (Zac. 3:2). 

¿Acaso no tengo el derecho de decir que Cristo recibe a cada pecador que acude a él orando con fe y que no rechaza a nadie? He aquí la prueba de esto. Si hubo alguna vez un pecador que parecía demasiado malo como para ser salvo, fue este hombre. No obstante, las puertas de misericordia se abrieron de par en par para él.

¿Acaso no me da el derecho a decir: "Porque por gracia sois salvos... no por obras... No temas; cree solamente"? (Ef. 2:8, 9; Mr. 5:36; Lc. 8:50). He aquí la prueba de esto. ¡Este ladrón nunca fue bautizado, no pertenecía a ninguna iglesia visible, nunca había participado de la Cena del Señor, nunca realizó ninguna obra para Cristo y nunca dio dinero a la causa de Cristo! Pero tuvo fe y, entonces, fue salvo.

jueves, 20 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

11. El trofeo más grande de Cristo

"Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso". Lucas 23:39-43

Pocos pasajes en el Nuevo Testamento son tan conocidos como el que encabeza este capítulo. Contiene la muy conocida historia del "ladrón arrepentido".

Y es apropiado y bueno que estos versículos sean bien conocidos. Han reconfortado a muchas mentes atribuladas, han dado paz a muchas conciencias intranquilas, han sido un bálsamo terapéutico que ha sanado a muchos corazones heridos, han sido medicina para muchas almas enfermas de pecado y han allanado las asperezas de muchos lechos de muerte. Dondequiera que se predique a Cristo, siempre serán honrados, amados y recordados.

Quiero comentar algunos puntos dignos de notar acerca de estos versículos. Trataré de presentar las principales lecciones que pretenden enseñar. No conozco la manera particular de pensar de las personas en cuyas manos pueda caer este escrito. Pero veo verdades en este pasaje que es imposible conocer demasiado bien. Aquí está el trofeo más grande que jamás se haya ganado Jesús.

I. El poder y disposición de Cristo de salvar al pecador

En primer lugar, su intención es que aprendamos de estos versículos acerca del poder y la disposición de Cristo de salar al pecador.

Esta es la doctrina principal para aprender de la historia del ladrón arrepentido. Nos enseña lo que debiera ser música para los oídos de todos los que la escuchan. Nos enseña que Jesucristo es "grande para salvar" (Is. 63:1).

Le pido a cualquier lector que diga si conoce de algún caso que parecía tener menos esperanza y ser más desesperante que el del ladrón arrepentido.

Era un hombre malvado, un malhechor y un ladrón, si no es que un asesino. Lo sabemos porque sólo esta clase de delincuentes eran crucificados. Estaba sufriendo un castigo justo por haber quebrantado las leyes. Y así como había vivido malvadamente, parecía seguro que así moriría porque cuando fue crucificado, al principio injuriaba a Jesús.

Y era un hombre al borde de la muerte. Allí estaba, clavado en una cruz de la cual nunca bajaría con vida. Ya ni siquiera tenía fuerzas para mover las manos ni los pies. Sus horas estaban contadas, lo esperaba el sepulcro. Sólo había un paso entre él y la muerte.

miércoles, 19 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

(g) ¿Está confiando en su conocimiento religioso? ¡Ay, muchos lo están! No son ignorantes como otros, saben la diferencia entre la sana y la falsa doctrina. Pueden discutir, pueden razonar, pueden argumentar, pueden citar textos bíblicos, pero no se han convertido y, por ende, están muertos en sus faltas y pecados. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

(h) ¿Está profesando el cristianismo y, al mismo tiempo, aferrándose al mundo? ¡Ay, muchos lo están! Procuran que los crean cristianos. Quieren el mérito de ser personas que van a la iglesia, serias, consecuentes, correctas y disciplinadas. Mientras tanto, su manera de vestir, sus gustos, sus amigos y sus diversiones muestran claramente que son del mundo. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

(i) ¿Está confiando en que se arrepentirá en su lecho de muerte? ¡Ay, muchos están confiando en eso! Saben que no son lo que deberían ser: no son nacidos de nuevo y no están listos para morir. Creen que cuando estén sufriendo su última enfermedad tendrán tiempo para arrepentirse, asirse de Cristo y dejar este mundo perdonados, santificados y preparados para el cielo. Olvidan que las personas, a menudo mueren súbitamente y, así como viven, generalmente mueren. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

(j) ¿Es usted miembro de una congregación evangélica? ¡Ay, muchos lo son y hasta allí llegan! Oyen la verdad del evangelio domingo tras domingo, pero siguen duros como una piedra. Un sermón tras otro llega a sus oídos. Mes tras mes reciben la invitación de arrepentirse, de creer, de venir a Cristo y de ser salvos. Pasan los años y no cambian. Reservan sus asientos para escuchar a su pastor favorito, pero también se reservan sus pecados favoritos. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

¡Oh, que estas solemnes palabras de nuestro Señor Jesucristo se graben profundamente en el corazón de todos! ¡Que nos despierten cuando nos sentimos con sueño, que nos aviven cuando nos sentimos muertos, nos afilen cuando nos sentimos embotados y sean como una hoguera cuando nos sentimos fríos! ¡Que puedan ser el estímulo para hacernos reaccionar cuando nos estamos deteniendo y una brida para enderezarnos cuando nos estamos apartando! ¡Que sean un escudo para defendernos cuando Satanás pone una tentación en nuestro corazón, una espada con la cual luchar cuando nos dice con audacia: "¡Renuncia a Cristo, vuélvete al mundo y sígueme a mí!" Oh, que en las horas de pruebas como esa digamos: "¡Alma, recuerda la advertencia de tu Salvador! Alma mía, alma mía, ¿has olvidado sus palabras? ¡Alma mía, alma mía: Acordaos de la mujer de Lot"!

martes, 18 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Hay una misericordia de Dios que es como un río, pero existe para el creyente arrepentido en Cristo Jesús. Hay un amor en Dios hacia los pecadores que es indescriptible e inexplicable, pero es para aquellos que "oyen" la voz de Cristo y "le siguen" (Jn. 10:27). Procure interesarse por ese amor. Rompa con todo pecado conocido, apártese valientemente del mundo, clame intensamente a Dios en oración, échese totalmente y sin reservas en los brazos del Señor Jesús para el tiempo y la eternidad, deje a un lado toda carga, no se aferre a nada, por mucho que lo ame, no practique nada que interfiera con la salvación de su alma, renuncie a todo, por preciado que sea, deje todo lo que se interpone entre usted y el cielo. El pobre mundo está naufragando, se está hundiendo a sus pies; lo único que usted necesita es un lugar en el bote salvavidas para llegar salvo a la orilla. Sea diligente en asegurar su llamado y elección. No importa lo que suceda con su casa y propiedad, usted asegúrese del cielo. ¡Oh, es un millón de veces mejor ser motivo de risas y ser visto como un extremista en este mundo, que descender al infierno, aun estando en medio de la congregación y terminar como la mujer de Lot!

Preguntas para su conciencia

Y ahora concluiré este escrito ofreciendo a cada lector algunas preguntas para grabar el tema en la conciencia de cada uno. Ha visto usted la historia de la mujer de Lot, sus privilegios, su pecado y su final. Le he advertido de lo inútiles que resultan los privilegios sin el don del Espíritu Santo; del peligro de la mundanalidad y la realidad del infierno. Ahora, quiero ir terminando con algunos llamados directos a su propio corazón. En esta época de mucha iluminación, mucho conocimiento y profesiones de fe, anhelo levantar una luz de advertencia para salvar del naufragio a las almas. Deseo atar una boya en el canal de todo navegante espiritual y escribir en ella: "Acordaos de la mujer de Lot".

(a) ¿Es indiferente ante la segunda venida de Cristo? ¡Ay, muchos lo son! Viven como los hombres en Sodoma y como los hombres y mujeres de la época de Noé. Comen, beben, siembran, edifican, contraen matrimonio, dan en matrimonio y se comportan como si Cristo nunca fuera a venir otra vez. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

(b) ¿Como cristiano es tibio o frío? ¡Ay, muchos lo son! Tratan de servir a dos señores, tratan de ser amigos, tanto de Dios como de Mamón. Se esfuerzan por ser una especie de murciélagos espirituales. No son una cosa, ni la otra: No totalmente cristianos, ni tampoco totalmente del mundo. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

(c) ¿Está vacilando entre dos opiniones y dispuesto a volver al mundo? ¡Ay, muchos lo están! Le tienen miedo a la cruz, secretamente, les disgusta el conflicto y reprochan una fe decidida. Están cansados del desierto y el maná, y se volverían a Egipto, si pudieran. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

(d) ¿Está amando en secreto algún pecado persistente? ¡Ay, muchos lo están! Avanzan mucho en la profesión de su fe, hacen muchas cosas que son correctas y muy similares al pueblo de Dios. Pero siempre atesoran un hábito malo del cual no pueden librarse. Una mundanalidad secreta, la codicia o lascivia se les pega como su propia piel. Están dispuestos a ver destruidos todos sus ídolos, menos este. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

(e) ¿Está jugando con pecadillos? ¡Ay, muchos lo están! Creen en las grandes doctrinas esenciales del evangelio. Se abstienen de un libertinaje burdo o de quebrantar abiertamente la ley de Dios, pero penosamente, no le dan importancia a las inconsistencias pequeñas y están dolorosamente preparados para excusarlas. "Es un poquito de impaciencia, o un poquito de frivolidad, o un poquito de desconsideración o un poquito de olvido". Nos dicen: "Dios no tiene en cuenta cuestiones tan pequeñas. Nadie es perfecto, ni Dios lo requiere". Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

(f) ¿Está confiando en privilegios espirituales? ¡Ay, muchos lo están! Les encanta la oportunidad de escuchar regularmente la predicación del evangelio, participar de las ordenanzas, de los medios de gracia y vivir tranquilos. Parece que dicen: "Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad" (Ap. 3:17) mientras no tienen fe, ni gracia, ni espiritualidad ni están preparados para el cielo. Si usted es uno de estos, le digo este día: "Acordaos de la mujer de Lot".

sábado, 15 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

Dios sabe que nunca hablo del infierno sin dolor y sufrimiento. Con gusto, le ofrezco la salvación del evangelio al peor de los pecadores. Yo estaría dispuesto a decirle al más vil y disoluto ser humano en su lecho de muerte: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hch. 16:31). Pero Dios quiera que nunca deje de decirle al mortal que las Escrituras revelan que hay un infierno así como hay un cielo, y que el evangelio enseña que hay hombres que pueden estar perdidos, al igual que hay otros que pueden ser salvos. El guardia que se mantiene en silencio cuando ve un incendio es culpable de negligencia, el médico que nos dice que estamos mejorando cuando, en realidad nos estamos muriendo, es un amigo falso y el pastor que no alerta a su congregación acerca del infierno en sus sermones, no es un hombre fiel ni tiene amor.

¿Dónde está el amor cuando se mutila una porción tan importante de la verdad de Dios? Es mi amigo más comprensivo, el que me avisa de la vastedad del peligro que corro. ¿Qué sentido tiene esconder el futuro del impenitente y el impío? Es más bien ayudar al diablo, si no le decimos a la gente claramente que "el alma que pecare, esa morirá" (Ez. 18:4, 20). ¿Quién sabe si la negligencia terrible de muchas personas bautizadas no viene de esto, de que nunca les han explicado claramente la realidad del infierno? ¿Quién sabe si muchos más se convertirían, si los pastores les instaran con más fidelidad a huir de la ira venidera? Por cierto que muchos somos culpables de esto; hay entre nosotros una ternura mórbida que no es la ternura de Cristo. Hemos hablado de misericordia, pero no de juicio, hemos predicado muchos sermones acerca del cielo, pero pocos acerca del infierno. Nos hemos dejado llevar por el desdichado temor de ser considerados "ordinarios, vulgares y fanáticos". Hemos olvidado que quien nos juzga es el Señor y que el hombre que enseña la misma doctrina que Cristo enseñó, no puede estar equivocado.

Para ser un cristiano bíblico saludable, le ruego que le dé al infierno un lugar en su teología. Grábelo en su mente como un principio inamovible que Dios es un Dios de juicio, al igual que de misericordia, y que los mismos consejos eternos que pusieron el fundamento de la felicidad del cielo, también pusieron el fundamento del sufrimiento del infierno. Tenga bien claro en su mente que todos los que mueren sin haber sido perdonados y renovados, no son aptos para estar en la presencia de Dios y están perdidos para siempre. No tienen capacidad para disfrutar del cielo, no podrían ser felices allí. Tienen que ir a su propio lugar y ese lugar es el infierno. ¡Oh, es una cosa grande en estos días de incredulidad creer toda la Biblia!

Para ser un cristiano bíblico saludable, le ruego que se cuide de cualquier ministerio que no enseña claramente la realidad y eternidad del infierno. Tal ministerio puede ser muy tranquilizador y agradable, pero es más posible que lo ponga a dormir que llevarlo a Cristo o fortalecer su fe. Es imposible dejar fuera alguna porción de la verdad de Dios sin arruinar su totalidad. La predicación que se centra exclusivamente en las alegrías del cielo y nunca presenta la ira del Señor y los sufrimientos del infierno puede ser popular, pero no es bíblica, puede agradar y complacer, pero no salvar. La predicación que no se guarda nada de lo que Dios haya revelado, puede ser llamada severa y dura, puede decirse que asustar a la gente con temas como el del infierno no les hace ningún bien. Pero usted olvida que el gran objetivo del evangelio es convencer a los hombres de que deben "huir de la ira venidera" (Lc. 3:7) y que es en vano esperar que huyan, a menos que estén atemorizados. ¡Bueno sería que muchos cristianos profesantes sintieran más temor por sus almas que lo que sienten ahora!

Si anhela ser un cristiano saludable, considere con frecuencia cuál será su propio final. ¿Será feliz o infeliz? ¿Será la muerte de un justo o una muerte sin esperanza, como la de la mujer de Lot? Usted no puede vivir para siempre, un día llegará su final. Un día escuchará su último sermón, elevará su última oración, leerá su último capítulo de la Biblia, (querer, desear, esperar, tener intenciones, resolver, dudar, vacilar) todo, finalmente, habrá pasado. Tendrá que dejar este mundo y comparecer ante un Dios santo. ¡Oh, sea usted sabio! ¡Oh, considere su final!

No puede estar perdiendo el tiempo para siempre; el tiempo vendrá cuando tendrá que actuar con seriedad. No puede posponer para siempre lo que concierne a su alma. El día vendrá cuando tendrá que rendirle cuentas a Dios. No puede estar siempre cantando, bailando, comiendo, bebiendo, vistiéndose, leyendo, riendo bromeando; tramando algo, planeando y ganando dinero. Los insectos de verano  no pueden disfrutar del sol para siempre, vendrán las noches frías que darán fin a sus días soleados. Lo mismo sucederá con usted. Puede aplazar ahora su decisión de fe y rechazar los consejos de los ministros de Dios; pero se acerca el frío día cuando Dios se acerque y le hable. ¿Y cuál será su final? ¿Será uno sin esperanza, como el de la mujer de Lot?

Le ruego, por las misericordias de Dios, que encare esas preguntas de frente. Le suplico que no juegue en su conciencia con una esperanza incierta de la misericordia de Dios, mientras su corazón se aferra al mundo. Le imploro que no ahogue las convicciones con fantasías pueriles acerca del amor de Dios, mientras su comportamiento diario y sus hábitos muestran claramente que "el amor de Dios no está en" usted (1 Jn. 2:15).

jueves, 13 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

(c) Determine con firmeza en su mente que el Señor Jesucristo mismo habló claramente acerca de la realidad y eternidad del infierno. La parábola del rico y Lázaro debiera hacer temblar a los hombres. Pero no sólo es esta parábola. Nadie ha usado tantas palabras para expresar lo terrible que es el infierno como Aquel que habló, como jamás hombre alguno lo ha hecho, y que dijo: "La palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió" (Juan 14:24). El infierno, el fuego del infierno, la condenación del infierno, la condenación eterna, la resurrección de la condenación, el fuego eterno, el lugar de tormentos, de destrucción, de total oscuridad, del gusano que nunca muerte, del fuego que nunca se apaga, las lágrimas, los lamentos y el crujir de dientes y castigo eterno, son todos términos que el Señor Jesucristo mismo emplea. ¡Fuera con las miserables tonterías que dice la gente en la actualidad, que nos dicen que los ministros del evangelio nunca debieran hablar del infierno! No hacen más que mostrar su propia ignorancia o su propia falta de sinceridad cuando hablan de ese modo. Nadie puede leer sinceramente los cuatro Evangelios y no ver que el que quiere seguir el ejemplo de Cristo tiene que hablar del infierno.

(d) Por último, determine en su mente que las ideas reconfortantes que las Escrituras nos dan acerca del cielo, dejan de ser en cuanto negamos la realidad y eternidad del infierno. ¿No existe una futura morada separada para los que mueren impíos y sin Dios? ¿Será que todas las personas, después de la muerte, se entremezclan conformando una multitud confusa? Entonces pues, ¡el cielo no será para nada cielo! Es totalmente imposible que dos vivan felices juntos si no coinciden. ¿Habrá un tiempo cuando se acabe el infierno y el castigo? ¿Serán admitidos al cielo los impíos después de siglos de sufrimiento? Entonces pues, la necesidad de la santificación del Espíritu queda descartada y eliminada. Leo que los hombres pueden ser santificados en la tierra haciéndolos aptos para el cielo, no leo nada de ninguna santificación en el infierno. ¡Fuera con estas teorías sin sentido y sin ninguna base bíblica! La eternidad en el infierno, así como la eternidad en el cielo, se presentan claramente en la Biblia.

Una vez que uno dice que el infierno no es eterno, puede muy bien decir que Dios y el cielo no son eternos. La misma palabra griega que se usa en la expresión "castigo eterno" es la que usa el Señor Jesús al decir ¨vida eterna¨ y Pablo, al decir "Dios eterno" (Mt. 25:46; Ro. 16:26). 

Sé que esto suena terrible a muchos oídos. No me extraña. Pero la única cuestión que tenemos que determinar es: ¿Es bíblico el tema del infierno? ¿Lo es? Mantengo firmemente que lo es y mantengo que hay que recordarles a los cristianos profesantes que pueden estar perdidos y camino al infierno.

Sé que es fácil rechazar la enseñanza clara sobre el infierno y hacerla antipática por el uso de palabras desagradables. He escuchado, a menudo, decir que son "conceptos intolerantes, nociones anticuadas, teología de fuego y azufre" y cosas parecidas. Se me ha dicho, a menudo, que en la actualidad se prefieren conceptos más "amplios". Mi anhelo es ser tan amplio como la Biblia, ni más ni menos. Afirmo que es teólogo intolerante aquel que recorta las partes de la Biblia que le disgustan al corazón natural y, por ende rechaza alguna porción del Consejo de Dios. 

domingo, 9 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

Acerca del infierno

Me siento constreñido a hablar libremente a mis lectores sobre el tema del infierno. Permítanme usar la oportunidad que sugiere el final de la mujer de Lot. Creo que el tiempo ha llegado cuando es nuestro ineludible deber, hablar claramente acerca de la realidad y la eternidad del infierno. Últimamente se ha desatado entre nosotros un diluvio de doctrinas falsas. Los hombres están empezando a decirnos "que Dios es demasiado misericordioso como para castigar a las almas para siempre. Que hay un amor de Dios más profundo, incluso que el infierno, y que toda la humanidad, a pesar de lo impíos e incrédulos que sean algunos, tarde o temprano serán salvos". Nos invitan a dejar las sendas antiguas del cristianismo apostólico. Nos dicen que las creencias de nuestros mayores acerca del infierno, el diablo y el castigo, son obsoletas y anticuadas. Dicen que tenemos que adoptar lo que llaman una "teología más bondadosa" y tratar al infierno como una fábula pagana o como algo para asustar a los niños y los tontos. Protesto contra estas enseñanzas falsas. Por más dolorosa, lamentable y desesperante que sea la controversia, no tenemos que dudar ni negarnos a mirar de frente al tema. Por mi parte, estoy resuelto a mantener la antigua posición y confirmar la realidad y eternidad del infierno.

Créame, esta no es una cuestión simplemente para especular. No debe ser clasificada entre las diferencias sobre liturgias y gobierno eclesiástico. No debe ser catalogada como un problema misterioso, como lo es el significado del templo de Ezequiel o los símbolos del libro de Apocalipsis. Es una cuestión que es parte del fundamento mismo de todo el evangelio. Los atributos morales de Dios, su justicia, su santidad y su pureza son parte de esto. Está en juego la necesidad de una fe personal en Cristo y de santificación por el Espíritu. Una vez que se descarta la antigua doctrina del infierno, se desbarata, trastorna, altera y descompone todo el sistema del cristianismo.

Créame, la cuestión no es una que permite que adoptemos teorías e invenciones humanas. Las Escrituras han hablado clara y completamente sobre el tema del infierno. Mantengo que es imposible encarar sinceramente la Biblia y, al mismo tiempo, evitar las conclusiones a las que nos lleva en cuanto a este punto. Si algo significan las palabras, existe un lugar como el infierno. Si los textos han de ser interpretados fehacientemente, en aquel día muchos serán arrojados en el lago que arde con fuego y azufre. Si el lenguaje tiene algún sentido en cuanto a esto, el infierno es para siempre. Creo que el hombre que encuentra argumentos para evadir las evidencias de la Biblia en cuanto a este asunto, ha llegado a un estado mental en que es inútil razonar con él. Por mi parte, me parece que discutir que nosotros no existimos, es igual a discutir que la Biblia no enseña la realidad y eternidad del infierno.

(a) Determine con firmeza en su mente que la misma Biblia que enseña que Dios, en su misericordia y compasión envió a Cristo para morir por los pecadores, también enseña que Dios aborrece el pecado y, por su propia naturaleza, tiene que castigar a todos los que se aferran al pecado o rechazan la salvación que Él ha provisto. Justamente, el mismo capítulo que declara: "De tal manera amó Dios al mundo", declara también que "la ira de Dios está sobre" el incrédulo (Juan 3:16, 36). El mismo evangelio lanzado a la tierra con nuevas benditas: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo", proclama a la vez que "el que no creyere, será condenado" (Marcos 16:16).

(b) Determine con firmeza en su mente que Dios nos ha dado prueba tras prueba en la Biblia que habrá de castigar a los endurecidos e incrédulos; que puede vengarse de sus enemigos, al igual que mostrar misericordia por el arrepentido. El arrasar con el viejo mundo con el diluvio, el fuego en Sodoma y Gomorra, la muerte de faraón y todas sus huestes en el Mar Rojo, el juicio de Coré, Datán y Abiram, y la destrucción de las siete naciones de Canaán nos enseñan la misma verdad aterradora. Todas estas pruebas nos han sido dadas como luces de precaución, señales y advertencias, a fin de que no provoquemos a Dios. Todas estas tienen la intención de levantar un rincón del velo que esconde las cosas por venir y para recordarnos que la ira de Dios es una realidad. Todas nos dicen claramente que "los malos serán trasladados al Seol" (Salmo 9:17).

sábado, 8 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

III. El castigo de la mujer de Lot

Hablaré ahora, en último lugar, sobre el castigo que Dios le impuso a la mujer de Lot. Las Escrituras describen su final en pocas y sencillas palabras. Está escrito que "la mujer de Lot miró atrás... y se volvió estatua de sal". Dios realizó un milagro para ejecutar su juicio sobre esta mujer culpable. La misma mano todopoderosa que le había dado vida, se la quitó en un abrir y cerrar de ojos. De ser carne y sangre viva se volvió estatua de sal.

¡Este es un final horroroso para cualquiera! Morir en cualquier momento es serio. Morir entre amigos y familiares, morir en calma y silencio en su propia cama, morir con las oraciones de hombres consagrados todavía retumbando en sus oídos, morir con esperanza por gracia con total seguridad de salvación, descansar en el Señor Jesús, alentado por las promesas del evangelio, de por sí ya es serio. Pero morir de pronto e instantáneamente, en el acto mismo de pecar, morir con perfecta salud y fuerza, morir por la intervención directa de un Dios airado es realmente aterrador. Pero este fue el final de la mujer de Lot. No se puede culpar a la letanía del Libro de Oraciones [anglicano] por conservar este pedido: "De una muerte súbita, buen Señor, líbranos".

¡Este fue un final sin esperanza! Hay casos cuando tenemos algo de esperanza para las almas de los que vemos descender a la tumba. Tratamos de convencernos de que nuestra pobre hermana o hermano fallecido se ha arrepentido para salvación en el último momento, y que se ha tomado de la punta del manto de Cristo a última hora. Hacemos memoria de las misericordias de Dios, recordamos el poder del Espíritu, pensamos en el caso del ladrón arrepentido, nos decimos que puede haber sucedido una obra de salvación que el moribundo no tuvo las fuerzas para decirlo en su lecho de muerte. Pero no hay tales esperanzas cuando una persona muere súbitamente en el acto mismo de pecar. La caridad no puede decir nada cuando el alma ha sido llevada en medio de una iniquidad, sin tiempo para pensar ni orar. Tal fue el final de la mujer de Lot. Fue un final sin esperanza. Se fue al infierno.

Es bueno que todos recordemos estas cosas. Es bueno que nos recuerden que Dios puede castigar bruscamente a los que pecan a sabiendas y que el mal uso de los grandes privilegios produce gran ira sobre el alma.

Faraón vio todos los milagros que realizó Moisés. Coré, Datán y Abirám, habían oído hablar a Dios desde el Monte Sinaí. Ofni y Finees eran hijos del Sumo Sacerdote de Dios. Saúl vivía a plena luz del ministerio de Samuel. Acab recibía frecuentemente las advertencias del profeta Elías. Absalón disfrutaba del privilegio de ser uno de los hijos de David. Belsasar tenía al profeta Daniel a su puerta. Ananías y Safira se sumaron a la iglesia en los días cuando los apóstoles obraban milagros. ¡Y Judas Iscariote fue escogido como compañero de nuestro Señor Jesucristo mismo! Pero todos estos pecaron a pesar de tener luz y conocimiento, y fueron destruidos súbitamente sin remedio. No tuvieron ni tiempo ni oportunidad para arrepentirse. Así como vivieron, así murieron; tal como eran, fueron llevados rápidamente a encontrarse con Dios. Partieron cargando todos sus pecados, sin perdón, sin renovación y totalmente ineptos para el cielo. Y aun muertos, hablan. Nos dicen, como la mujer de Lot, que es peligroso pecar contra la luz, que Dios aborrece el pecado y que existe un infierno.

viernes, 7 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(e) ¡Cuántos pastores trabajan intensamente en su profesión durante años y, después, pierden su entusiasmo y se hacen indolentes por amor a este mundo! Al principio de su ministerio parecen dispuestos a consagrar todas sus fuerzas a la causa de Cristo, trabajan a tiempo y fuera de tiempo, su predicación es entusiasta y sus iglesias están llenas. Su delicia semanal es cuidar bien a sus congregaciones, tener reuniones caseras, reuniones de oración y visitar casa por casa. ¡Pero, ay, cuántas veces después de "comenzar por el Espíritu" terminan "en la carne" y, como a Sansón, les es quitada su fuerza en el regazo de esa Dalila que es el mundo!

Prefieren vivir holgadamente, contraen matrimonio con una mujer mundana, se inflan de orgullo, descuidan el estudio y la oración. La primera helada congela los brotes espirituales que habían sido tan prometedores. Su predicación pierde su unción y poder, sus actividades durante la semana van disminuyendo cada vez más, son menos selectivos con las amistades que cultiva, el tono de su conversación se va haciendo más terrenal. Empieza a importarles lo que opinan los demás; les domina un miedo mórbido a los "puntos de vista extremos" y se llenan de una ansiedad cautelosa cuidándose de no ofender a alguien. Y, finalmente, el hombre que una vez parecía que llegaría a ser un verdadero sucesor de los apóstoles y un buen soldado de Cristo, acaba siendo un clérigo tipo jardinero, agricultor o, algo por el estilo, que no ofende a nadie y no lleva a nadie a la salvación. Su iglesia termina estando media vacía, su influencia va desapareciendo. El mundo lo ha atado de pies y manos. Ha seguido los pasos de la mujer de Lot. Ha mirado atrás1.
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1"¡Recuerde al Dr. Dodd! Yo mismo le oí decir a su manada, con la cual estaba reunido en su propia casa, que se veía obligado a dejar ese método de ayudar a sus almas porque lo exponían a constantes reproches. De hecho dejó de usarlo y fue cayendo en una debilidad tras otra de su naturaleza corrupta ¡y bajo qué reproche murió!" [Murió en la horca por fraude]. -Life and Letters (Vida y Cartas) por Venn, p. 238, edición 1853.
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Es triste escribir estas cosas, pero es mucho más triste verlas. Es triste observar cómo cristianos profesantes pueden enceguecer sus conciencias con argumentos artificiosos sobre este tema y pueden defender la mundanalidad hablando de "los deberes de su posición social", "la importancia de la cortesía en la vida" y la necesidad de tener una "religión jovial".

Es triste ver cómo muchos barcos gallardos emprenden el viaje de la vida con todas las perspectivas de lograr el éxito y, dejando filtrar el agua de la mundanalidad, naufragan con toda su carga muy cerca ya de arribar a puerto seguro. Es de lo más triste observar cómo muchos creen que todo anda bien con sus almas cuando, en realidad, todo anda mal en razón de que aman al mundo. Peinan canas aquí y allá, pero ni se dan cuenta. Empezaron como Jacob, David y Pedro y, lo mas probable es que, terminen como Esaú, Saúl y Judas Iscariote. Empezaron como Rut, Ana, María y Pérsida y, lo más posible es que, terminen como la esposa de Lot.

Cuidado con una fe cristiana a medias. Cuidado con seguir a Cristo por una motivación secundaria: Para complacer a sus familiares y amigos, para mantener las costumbres del lugar o de la familia de la cual es parte o por querer parecer respetable y tener fama de ser espiritual. Siga a Cristo por quién es él, si es que lo va a seguir. Sea esmerado, sea auténtico, sea sincero, sea sólido y ponga todo su corazón en ser cristiano. Si va a tener una fe cristiana, que sea auténtica. Cuídese de no cometer el mismo pecado de la mujer de Lot.

Cuidado con pensar que puede avanzar mucho en su fe y, a la vez, tratar de seguir la corriente del mundo. No quiero que ningún lector se convierta en un ermitaño, monje o monja. Mi anhelo es que cada uno cumpla su verdadero deber en ese lugar en la vida al que fue llamado. Pero sí quiero insistir en que cada cristiano profesante que quiere ser feliz, sepa la inmensa importancia de no hacer ningún compromiso entre Dios y el mundo. No trate de negociar, como si quisiera darle a Cristo lo menos posible de su corazón y conservar todo lo posible de las cosas de esta vida. Cuidado con no excederse y terminar perdiéndolo todo. Ame a Cristo con todo su corazón, su mente, alma y fuerzas. Busque primeramente el reino de Dios y estoy seguro de que, entonces, todas las demás cosas le serán añadidas. Cuidado con terminar siendo una copia del personaje que describe John Bunyan, el señor Dos-caras. Por su felicidad, por su provecho, por su seguridad y por su alma, cuídese del pecado de la mujer de Lot. Oh, es muy serio lo que dijo nuestro Señor Jesús: "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" (Lc. 9:62).

jueves, 6 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Hay miles de personas bautizadas en nuestras iglesias que son inmunes a la inmoralidad e infidelidad y, sin embargo, caen víctimas del amor al mundo. Hay miles que andan bien durante un tiempo y parece que seguramente arribarán al cielo, pero a la larga, abandonan la carrera y le dan totalmente la espalda a Cristo. ¿Y qué los detiene? ¿Han comprobado que la Biblia no es la verdad? ¿Han comprobado que el Señor Jesús no cumple su palabra? No, de ninguna manera. Pero se han contagiado de la enfermedad epidémica; están infectados del amor a este mundo. De corazón, apelo a cada pastor evangélico que lee este escrito que mire alrededor a toda su congregación. Apelo a cada cristiano maduro a que mire alrededor del círculo de sus conocidos. Estoy seguro de estar diciendo la verdad. Estoy seguro de que es hora de recordar el pecado de la mujer de Lot.

(a) ¡Cuántos hijos de familias cristianas empiezan bien y terminan mal! En su niñez parecen llenos de espiritualidad. Pueden recitar textos e himnos en abundancia, tienen sentimientos espirituales y convicciones de pecado, profesan amar al Señor Jesús y anhelan ir al cielo, les gusta ir a la iglesia y escuchar sermones, dicen cosas que los padres, que los quieren, atesoran porque indican que hay gracia, hacen cosas que llevan a aquellos con los que se relacionan a decir: "¿Qué clase de niño será este?" ¡Pero, ay, con frecuencia su bondad desaparece como la bruma y el rocío de la mañana! El muchacho se hace joven y ya no le importan otras cosas que no sean las diversiones, los deportes, los excesos y parrandear. La niña se convierte en señorita y solo le importa la ropa, las amistades alegres, leer novelas y las emociones. ¿Dónde está la espiritualidad que parecía prometer tanto? Se fue, está enterrada, ha sido descartada por el amor al mundo. Siguen los pasos de la mujer de Lot. Miran atrás.

(b) ¡Cuántas personas casadas aparentemente andan por buen camino espiritual, hasta que sus hijos comienzan a crecer y, entonces, se apartan! En los primeros años de su matrimonio parecen seguir a Cristo con diligencia y ser sus buenos testigos. Asisten regularmente a la predicación del evangelio, dan fruto de buenas obras y nunca se los ve en malas compañías. Su fe práctica es sólida y caminan tomados de la mano. Pero ay, cuántas veces una peste espiritual ataca al hogar cuando los hijos comienzan a crecer y es necesario hacerlos progresar en la vida. Empieza a aparecer una levadura en sus hábitos, su manera de vestir, sus diversiones y su empleo del tiempo. Ya no son estrictos en cuanto a los amigos que visitan y los lugares que frecuentan. ¿Dónde está la clara línea divisoria que antes respetaban? ¿Dónde está la abstinencia total de las diversiones mundanas que antes los caracterizaba? Todo ha sido olvidado. Todo ha sido descartado, como un viejo almanaque. Han cambiado, el espíritu del mundo ha tomado posesión de sus corazones. Siguen los pasos de la mujer de Lot. Miran atrás.

(c) ¡Cuántas señoritas parecen amar decididamente la fe cristiana hasta que cumplen los veinte o veintiún años y, entonces, lo pierden todo! Hasta este momento de sus vidas su conducta relacionada con cuestiones de su fe, ha sido todo lo que debe ser. Mantienen el hábito de orar a solas, leen su Biblia con diligencia, visitan a los pobres cuando se presenta la oportunidad, ministran a las necesidades temporales y espirituales de los pobres, les gusta tener amistades cristianas, les encanta hablar de temas espirituales, escriben cartas llenas de expresiones y experiencias espirituales. ¡Pero ay, muchas veces prueban ser inestables como el agua y el amor al mundo las arruina! Poco a poco se apartan y dejan su primer amor. Poco a poco las "cosas que se ven" van quitando de sus mentes las "cosas que no se ven" y, como plaga de langostas, se comen todo lo verde en sus almas. Paso a paso se apartan de la posición decidida que antes tenían. Dejan de ser celosas en cuanto a la doctrina y pretenden descubrir que es "ser dura" pensar que una persona tenga más espiritualidad que otra, descubren que es "ser exclusivista" intentar cualquier separación de las costumbres de la sociedad. Con el tiempo, dan su cariño a algún hombre que ni siquiera pretende seguir decididamente a Cristo. Por último, terminan por renunciar a los últimos resabios de su cristianismo y se convierten totalmente en hijas del mundo. Siguen los pasos de la mujer de Lot. Miran atrás.

(d) ¡Cuántos miembros de iglesias fueron durante un tiempo profesantes celosos y serios, y ahora son letárgicos, su religión es sólo de forma y, además, son fríos! Hubo un tiempo cuando nadie parecía más consagrado que ellos. Ninguno como ellos era tan diligente en asistir a los medios de gracia, nadie tan ansioso por promover la causa del evangelio y tan dispuesto para toda buena obra, ninguno tan agradecido por recibir instrucción espiritual, ninguno, aparentemente, tan deseoso de crecer en la gracia.

¡Pero ahora, ay, todo parece haber cambiado! El "amor por otras cosas" se ha apoderado de sus corazones y ha asfixiado la buena semilla de la Palabra. El dinero del mundo, las recompensas del mundo, la literatura del mundo, los honores del mundo ocupan ahora el primer lugar en sus afectos. Hable con ellos y no encontrará ninguna reacción positiva a las cosas espirituales. Observe su conducta diaria y no encontrará nada de celo por el reino de Dios. De hecho, tienen religión, pero ya no una fe viva. La fuente de su cristianismo de antes se ha secado y desaparecido, el fuego de la maquinaria se ha apagado y enfriado. El mundo ha extinguido la llama que una vez brillaba con esplendor. Andan en los pasos de la mujer de Lot. Han mirado atrás.

miércoles, 5 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

II. El pecado que cometió la mujer de Lot

Ahora hablaré del pecado que cometió la mujer de Lot. La descripción de su pecado nos es dada por el Espíritu Santo en pocas palabras sencillas: "La mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal". No nos dice más que esto. Hay una solemnidad manifiesta en esta historia. La suma y sustancia de su transgresión radica en estas dos palabras: "Miró atrás".

¿Le parece pequeño este pecado a alguno de mis lectores? ¿Le parece que la falta de la mujer de Lot fue insignificante como para merecer semejante castigo? Me atrevo a decir que algunos pueden pensar así. Deme su atención mientras razono con usted sobre este tema. Hubo mucho más en aquella mirada de lo que se nota a primera vista; implica mucho más de lo que expresa. Preste atención y lo comprobará.

(a) Aquella mirada retrospectiva fue cosa pequeña, pero reveló el verdadero carácter de la mujer de Lot. Las cosas pequeñas, a menudo, muestran mejor que las grandes lo que el hombre tiene en la mente y los síntomas pequeños son, a menudo, señales de enfermedades mortales e incurables. El fruto que comió Eva era una pequeñez, pero fue prueba de que perdió su inocencia y se convirtió en una pecadora. Una grieta en un edificio parece poca cosa, pero es prueba de que el cimiento está cediendo y que toda la estructura es insegura. Un poco de tos por la mañana parece un mal sin importancia pero, a menudo, es evidencia de una salud quebrantada que lleva a la declinación, tuberculosis y a la muerte. Una paja puede mostrar en qué dirección sopla el viento y una mirada puede mostrar la condición corrupta del corazón del pecador (Mt. 5:28).

(b) Aquella mirada fue cosa pequeña, pero dejó ver la desobediencia de la mujer de Lot. El mandato del ángel había sido claro y no dejaba lugar a dudas: "No mires tras ti" (Gn. 19:17). Fue un mandato que la mujer de Lot se negó a obedecer. Pero el Espíritu Santo dice: "Obedecer es mejor que los sacrificios" y que "como pecado de adivinación es la rebelión" (1 S. 15:22, 23). Cuando Dios o sus mensajeros hablan claramente su Palabra, el deber del hombre es claro.

(c) Aquella mirada fue cosa pequeña, pero dejó ver la incredulidad orgullosa de la mujer de Lot. Parecía dudar que Dios realmente fuera a destruir a Sodoma; parecía no creer que hubiera algún peligro ni necesidad de una huida tan apresurada. "Pero sin fe es imposible agradar a Dios" (He. 11:6). En cuanto el hombre comienza a pensar que sabe más que Dios y que Dios no habla en serio cuando amenaza, su alma corre gran peligro. Cuando no podemos ver razón alguna en sus acciones, nuestro deber es quedarnos en paz y creer.

(d) Aquella mirada de la mujer de Lot fue cosa pequeña, pero mostraba amor por el mundo. Su corazón estaba en Sodoma, aunque físicamente se encontraba fuera de ella. Giró para mirar el lugar donde estaba su tesoro, así como la aguja del compás gira hacia el norte. Y este fue el punto principal de su pecado: "La amistad del mundo es enemistad contra Dios" (Stg. 4:4). "Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1Jn. 2:15).

Pido la atención especial de mis lectores a esta parte de nuestro tema. Creo que es la parte en la cual el Señor Jesús quiere que pongamos nuestra mente. Creo que quiere que observemos que el hecho de que la mujer de Lot mirará atrás, añorando lo que dejaba, indica que estaba perdida. Su fe había sido, en un tiempo, aceptable y artificiosa, pero realmente nunca había dejado el mundo. Pareció en un tiempo, que estaba en la senda segura, pero, aun entonces, los pensamientos más profundos de su corazón eran para el mundo. La gran lección que el Señor Jesús tiene la intención de que aprendamos es el inmenso peligro de la mundanalidad. ¡Oh, que todos tuviéramos ojos para ver y corazón para comprender!

Creo que nunca hubo un tiempo cuando las advertencias contra la mundanalidad se necesitaron tanto en la iglesia de Cristo como en la actualidad. Se dice que cada época tiene su propia epidemia de alguna enfermedad en particular. La enfermedad, que es una epidemia a la cual son más susceptibles los creyentes de hoy, es el amor al mundo. Es una pestilencia que camina en la oscuridad y destruye al mediodía. "Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella" (Pr. 7:26). Deseo levantar mi voz para advertir y tratar de despertar las conciencias aletargadas de todos los que hacen una profesión de fe. Deseo clamar a viva voz: "Acordaos de la mujer de Lot". No era homicida, no era adúltera, no era ladrona, sino que profesaba una religión tan superficial que le hizo mirar atrás, a pesar de las advertencias.

martes, 4 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Valoremos los privilegios espirituales, pero no descansemos enteramente en ellos. Anhelemos tener sus beneficios en todos los momentos de la vida, pero no los pongamos en el lugar de Cristo. Aprovechémoslos con agradecimiento, si Dios nos los concede y asegurémonos de que produzcan algún fruto en nuestro corazón y nuestra vida. Si no son para bien, con frecuencia son para mal; endurecen la conciencia, aumentan la responsabilidad, empeoran la condenación. El mismo fuego que derrite la cera, endurece la arcilla; el mismo sol que hace crecer al árbol vivo, seca al árbol muerto y lo prepara para ser quemado. Nada endurece más el corazón del hombre como una familiaridad estéril con las cosas espirituales. Lo digo una vez más: No son solo los privilegios los que hacen cristiano al hombre, sino la gracia del Espíritu Santo. Sin esa gracia, ninguna persona será salva jamás.

Les pido a los miembros de las congregaciones evangélicas en la actualidad que tengan muy presente lo que estoy diciendo. Si usted asiste a la iglesia del Sr. A o el Sr. B porque lo considera un predicador excelente, disfruta de sus sermones, no puede escuchar a ningún otro con el mismo gusto, ha aprendido muchas cosas desde que participa de su ministerio ¡y considera un gran privilegio ser uno de sus oyentes! Esto es muy bueno. Es un privilegio. Yo estaría agradecido si se multiplicaran por mil los pastores como el suyo. Pero, al final de cuentas la cuestión es: ¿Qué tiene usted en su corazón? ¿Ha recibido al Espíritu Santo? Si no, no está en mejores condiciones que la mujer de Lot.

Les pido a los empleados domésticos de familias cristianas que tengan muy presente lo que estoy diciendo. Es un gran privilegio vivir en un hogar donde reina el temor de Dios. Es un privilegio escuchar las oraciones familiares en la mañana y en la noche, oír regularmente la exposición de la Palabra de Dios, tener un domingo tranquilo y poder ir siempre a la iglesia. Estas son las cosas a las cuales aspirar cuando busca un empleo, son las cosas que constituyen un ambiente realmente bueno. Un buen salario y poco trabajo no compensan una constante mundanalidad, el no guardar el Día del Señor y la práctica del pecado. Pero cuídese de no contentarse con estas cosas. No crea que porque tiene todos estos beneficios espirituales irá camino al cielo. Tiene que haber gracia en su propio corazón, al igual que las extensas oraciones familiares. Si no, no está en mejores condiciones que la mujer de Lot.

Les pido a los hijos de padres cristianos que tengan muy presente lo que estoy diciendo. Es un gran privilegio ser hijo de padres consagrados y ser educados en medio de muchas oraciones. Es, ciertamente una bendición, que nos enseñen el evangelio desde nuestra primera infancia, escuchar acerca del pecado, Jesús, el Espíritu Santo, la santidad y el cielo, desde nuestros primeros recuerdos. Pero, oh, cuidado que esa semilla no caiga en terreno árido y sin fruto a la luz de todos estos privilegios. Tenga cuidado de que su corazón no permanezca duro, impenitente y mundano, a pesar de los muchos beneficios que disfruta. Usted no puede entrar en el reino de Dios dependiendo de la fe de sus padres. Tiene que comer el pan de vida usted mismo y tener el testimonio del Espíritu en su corazón. Tiene que tener arrepentimiento usted mismo, fe usted mismo, y santificación usted mismo. Si no, no está en mejores condiciones que la mujer de Lot.

Ruego a Dios que todos los cristianos profesantes actuales tomen a pecho estas cosas. Nunca olviden que los privilegios solos, no pueden salvarlos. La iluminación y el conocimiento, la predicación fiel, los medios abundantes de gracia y la compañía de gente santa, son grandes bendiciones y beneficios. ¡Dichosos los que los tienen! Pero, al final de cuentas, hay algo sin lo cual los privilegios son inútiles, ese algo es la gracia del Espíritu Santo. La mujer de Lot tenía muchos privilegios, pero no tenía la gracia.

lunes, 3 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

I. Los privilegios espirituales que disfrutaba la mujer de Lot

Hablaré primero de los privilegios espirituales que disfrutaba la mujer de Lot. En la época de Abraham y Lot era escasa la fe salvadora sobre la tierra. No había Biblias, ni pastores, ni iglesias, ni tratados, ni misioneros. El conocimiento de Dios estaba confinado a unas pocas familias favorecidas. La mayor parte de los habitantes del mundo vivía en la oscuridad, ignorancia, superstición y pecado. Ni uno en cien quizá, haya tenido un ejemplo tan bueno, una compañía tan espiritual, un conocimiento tan manifiesto ni una advertencia tan clara como la mujer de Lot. Comparada con millones de personas en su época, la esposa de Lot era una mujer favorecida.

Tenía como esposo a un hombre justo, tenía como tío político a Abraham, padre de los fieles. La fe, el conocimiento y las oraciones de estos dos hombres justos no pueden haber sido ningún secreto para ella. Era imposible que viviera en las tiendas con ellos por algún tiempo, sin saber quiénes eran y a quién servían. Su fe no era para ellos un mero ritual, era el principio que regía sus vidas y una convicción dominante que determinaba sus acciones. La mujer de Lot debe haber visto y sabido todo esto. No eran privilegios insignificantes.

Cuando Abraham recibió las promesas de Dios, es probable que la mujer de Lot haya estado presente. Cuando construyó su altar junto a su tienda entre Hai y Betel, es probable que ella haya estado allí (Gn. 12:8). Cuando su esposo fue tomado cautivo por Quedorlaomer y librado por la intervención de Dios, allí estaba ella (Gn. 14). Cuando Melquisedec, rey de Salem, se acercó a Abraham con pan y vino, allí estaba ella (Gn. 14:18). Cuando los ángeles llegaron a Sodoma para advertir a su esposo que huyera, ella los vio; cuando lo tomaron de la mano y lo llevaron fuera de la ciudad, ella estaba entre los ángeles que les ayudaron a escapar (Gn. 19). Una vez más digo que estos no eran privilegios insignificantes.

No obstante, ¿qué efectos positivos tuvieron todos estos privilegios sobre el corazón de la mujer de Lot? Ninguno. A pesar de todas las oportunidades y los medios de gracia y, a pesar de todas las advertencias y los mensajes especiales del cielo, ella vivió y también murió sin la gracia, sin Dios, impenitente e incrédula. Los ojos de su entendimiento nunca se abrieron, su conciencia nunca le molestó ni se despertó, su voluntad nunca se sujetó para obedecer a Dios, realmente sus afectos nunca fueron por las cosas de arriba. La forma de religión que practicaba era para ser como los demás, no porque ella la sintiera. Era una capa que usaba para complacer a los que la rodeaban, no porque tuviera un sentido de su valor. Hacía lo que hacían los demás en la casa de Lot, se adaptaba a las costumbres de su esposo, no se oponía a su fe, se dejaba llevar pasivamente, mientras su corazón andaba mal a los ojos de Dios. El mundo estaba en su corazón y su corazón estaba en el mundo. En este estado vivió y en este estado murió.

En todo esto hay mucho que aprender. Veo aquí una lección que es de suma importancia en la actualidad. Vivimos en una época en que hay mucha gente igual que la mujer de Lot, acérquese y preste atención a la lección que su caso tiene la intención de enseñarle.

Aprenda entonces, que el solo hecho de contar con privilegios espirituales, no salva el ama de nadie. Puede ser que usted tenga ventajas espirituales de todo tipo, puede ser que viva en la luz plena de las mejores oportunidades y medios de gracia, puede ser que disfrute de la mejor predicación y la instrucción más excelente, puede vivir en medio de la luz, el conocimiento, la santidad y buena compañía. Todo esto puede ser parte de su vida y, aun así, seguir siendo un inconverso y, al final, estar perdido para siempre.

Me atrevo a decir que esta doctrina puede parecer difícil a algunos lectores. Sé que algunos no quieren nada más que los privilegios de la fe cristiana, pensando que estos los convertirán en cristianos decididos. Admiten que, en este momento, no son como deben ser, pero se excusan diciendo que su posición es difícil y que tienen muchas dificultades. Demandan que les den un esposo consagrado o una esposa consagrada, que les den amigos consagrados o un jefe consagrado, que quieren contar con la predicación del evangelio, que les den privilegios y, cuando tengan todo esto, andarán con Dios.

Esto es un error. Es pura fantasía. Se requiere de algo más que privilegios para salvar el alma. Joab era capitán de David, Giezi era siervo de Eliseo, Demas era compañero de Pablo, Judas Iscariote era discípulo de Cristo y Lot tenía una esposa mundana e incrédula. Todos ellos murieron en sus pecados a pesar de su conocimiento, las advertencias y oportunidades, y nos enseñan que, no son solo privilegios lo que necesitan los hombres. Necesitan la gracia del Espíritu Santo.

domingo, 2 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

10. Una mujer para recordar

"Acordaos de la mujer de Lot". Lucas 17:32

Hay pocas advertencias en las Escrituras más serias que la que encabeza esta página. El Señor Jesucristo nos dice: "Acordaos de la mujer de Lot".

La mujer de Lot profesaba una religión; su esposo era un hombre "justo" (2 P. 2:8). Partió con él de Sodoma el día que la ciudad fue destruida. Estando detrás de él, se dio vuelta para mirar la ciudad, desobedeciendo el mandato expreso de Dios; cayó muerta al instante y se convirtió en estatua de sal. Y, sin embargo, el Señor Jesucristo la levanta como una luz de advertencia para su iglesia diciendo: "Acordaos de la mujer de Lot".

Es una advertencia seria cuando pensamos en la persona que menciona Jesús. No nos pide que recordemos a Abraham, Isaac, Sara, Ana o Rut. No, escoge una persona cuya alma se perdió para siempre. Nos ruega: "Acordaos de la mujer de Lot".

Es una advertencia seria cuando consideramos de qué está hablando. Está hablando de su segunda venida para juzgar al mundo; está describiendo el estado terrible en que se encontrarán muchos por no estar preparados. Está pensando en el fin del mundo cuando dice: "Acordaos de la mujer de Lot".

Es una advertencia seria cuando pensamos en la persona que la dirige. El Señor Jesús está lleno de amor, misericordia y compasión. Es el que no quebrará la caña cascada ni apagará el pabilo que humea. Pudo llorar sobre la Jerusalén incrédula y orar por los hombres que lo crucificaron; y también juzgó bueno, recordarnos a las almas perdidas: "Acordaos de la mujer de Lot".

Es una advertencia seria cuando pensamos en quiénes fueron los destinatarios originales. El Señor Jesús estaba hablando con sus discípulos. No se estaba dirigiendo a los escribas y fariseos que lo aborrecían, sino a Pedro, Santiago, Juan y muchos otros que lo amaban. Es a ellos, a quienes le parece bien dar esta advertencia. A ellos les dice: "Acordaos de la mujer de Lot".

Es una advertencia seria cuando consideramos la manera cómo fue dada. No dice meramente: "Cuidado con seguir los pasos de la mujer de Lot, no vayan a imitarla, no sean como ella". Usa una palabra distinta: "Acordaos". Habla como si corriéramos el peligro de olvidarlo, aviva un antiguo recuerdo, nos insta a que mantengamos vivo el incidente en nuestras mentes. Exclama: "Acordaos de la mujer de Lot".

Me propongo examinar las lecciones que la mujer de Lot nos quiere enseñar. Estoy seguro de que su historia está llena de instrucciones provechosas para las iglesias. Se acercan los últimos días, se aproxima la segunda venida del Señor Jesús, el peligro de la mundanalidad aumenta cada año en las iglesias. Armémonos de defensas y antídotos contra la dolencia a nuestro alrededor. Y, sobre todo, familiaricémonos con la historia de la mujer de Lot.

Consideraré tres aspectos de la vida de la mujer de Lot a fin de presentar los temas en orden.

I. Hablaré de los privilegios espirituales de los que gozaba la mujer de Lot.

II. Hablaré del pecado que cometió la mujer de Lot.

III. Hablaré del juicio que Dios le impuso.

sábado, 1 de febrero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Últimas palabras

Y ahora, deseo decir unas últimas palabras a todo el que lee este escrito y, especialmente, al que se considera creyente en Cristo.

No quiero entristecerlos. No quiero darles una perspectiva sombría del peregrinaje cristiano. Mi único objetivo es darles cariñosas advertencias. Anhelo paz y tranquilidad para todos ustedes. Me encantaría verlos felices, al igual que seguros, gozosos, al igual que justificados. He hablado como lo he hecho, por su bien.

Vivimos en una época cuando abunda la religión pasiva, que se detiene, como se detuvo Lot. En muchos lugares, la corriente de profesiones de fe es mucho más ancha de lo que una vez fue, pero mucho menos profunda. Podríamos decir que, casi está de moda, cierto tipo de cristianismo que se define por...

- pertenecer a alguna facción de la Iglesia Anglicana, que muestra su celo por sus intereses,

- hablar de las principales controversias de la actualidad,

- comprar libros religiosos populares en cuanto se publican y colocarlos en la mesa,

- asistir a reuniones, suscribirse a asociaciones, discutir los méritos de predicadores,

- entusiasmarse y emocionarse por cada nueva forma de religión sensacionalista que aparece...

todas estas, son prácticas comunes y comparativamente fáciles. No hacen que una persona sea singular. Requieren pocos sacrificios o ninguno. No implican una cruz.

En cambio...

- caminar estrechamente con Dios,

- ser realmente espiritual,

- comportarse como extranjeros y peregrinos,

- ser diferentes del mundo en el empleo del tiempo, en la conversación, las diversiones y en el vestir,

- dejar un sabor de nuestro Maestro en todos los lugares de trabajo,

- orar, ser humilde, generoso, de buen carácter, callado, fácil de complacer, caritativo, paciente, sumiso,

- temer celosamente todo tipo de pecado y experimentar temor y temblor al estar consciente de nuestros peligros en el mundo...

¡Estas, estas siguen siendo virtudes que pocas veces se ven! No son comunes entre los que se llaman verdaderos cristianos y, lo peor de todo es que, uno ni se da cuenta de que no las tiene, ni lo lamenta como debiera.

En una época como esta me atrevo a ofrecer mis consejos a cada lector creyente. No los rechace. No se enoje conmigo porque hablo directamente. Le ruego que considere las palabras del apóstol Pedro: "Procurad hacer firme vuestra vocación y elección" (2 P. 1:10). Le ruego que no sea indolente, no sea negligente, no se contente con una medida escasa de gracia ni tampoco con ser un poquito mejor que el mundo. Le advierto seriamente que no intente hacer algo que nunca puede hacerse, es decir, servir a Cristo y, a la vez, andar en el mundo. Le insto y le ruego que sea un cristiano de todo corazón, que procure una santidad insigne, que apunte a un grado superior de santificación, que viva una vida consagrada, que presente su cuerpo como "sacrificio vivo" a Dios, que ande "también en el Espíritu" (Ro. 12:1; Gá. 5:25). Le encargo y le exhorto, por todas sus esperanzas del cielo y anhelos de gloria, que si quiere ser feliz, si quiere ser útil, no sea un alma que se detiene.

¿Quiere saber lo que nuestros tiempos demandan? Sacudir a las naciones, desarraigar las cosas antiguas, desbaratar los reinos, agitar e inquietar la mente de los hombres ¿y qué dicen? Claman a gran voz: ¡Cristiano! ¡No se detenga!

¿Quiere estar preparado para la segunda venida de Cristo, con sus lomos ceñidos, su lámpara encendida y, usted mismo, decidido y preparado para encontrarse con él? Entonces no se detenga.

¿Quiere disfrutar de tranquilidad en su fe; sentir el testimonio del Espíritu en su interior, saber a quién ha creído y no ser un cristiano sombrío, quejoso, amargado, triste y melancólico? ¡Entonces no se detenga!

¿Quiere disfrutar de una seguridad sólida de su propia salvación, en enfermedad y en su lecho de muerte? ¿Quiere ver con los ojos de la fe al cielo que se abre y a Jesús levantándose para recibirlo? ¡Entonces no se detenga!

¿Quiere dejar el legado de grandes y amplias evidencias cuando parta? ¿Quiere que lo bajemos a la tumba con una esperanza tranquila y hablar sin ninguna duda de su estado después de muerto? ¡Entonces no se detenga!

¿Quiere serle útil al mundo en su época y generación? ¿Quiere apartar a los hombres del pecado y llevarlos a Cristo, adornar su doctrina y hacer que la causa de su Maestro les sea atractiva? ¡Entonces no se detenga!

¿Quiere conducir a sus hijos y parientes hacia el cielo y lograr que digan: "Iremos contigo" e impedir que sean infieles y que desprecien la fe cristiana? ¡Entonces no se detenga!

¿Quiere tener una gran corona el día que Cristo aparezca y no ser la estrella más insignificante y pequeña en la gloria y no ser el último ni el menor en el reino de Dios? ¡Entonces no se detenga!

¡Oh, que ninguno de nosotros se detenga! El tiempo no se detiene, la muerte no lo hace, el juicio no lo hace, el diablo no lo hace, y el mundo no lo hace. Tampoco lo hagan los hijos de Dios.

¿Hay algún lector que se siente detenido? ¿Ha sentido un peso en su corazón y remordimientos de conciencia mientras ha estado leyendo estas páginas? ¿Hay algo en su interior que susurra: "¿Soy yo ese hombre?"? Entonces preste atención a lo que estoy diciendo. Su alma no está en paz. Despierte y trate de mejorar. Si usted es de los que se detienen, debe acudir a Cristo inmediatamente para ser sano. Tiene que usar el antiguo remedio, tiene que bañarse en la antigua fuente. Tiene que volverse nuevamente a Cristo para ser sano. La manera de hacer algo es simplemente hacerlo. ¡Hágalo ahora mismo!

No crea ni por un instante, que su caso es irremediable. No piense que no hay esperanza de que se avive porque ha estado viviendo por largo tiempo en un estado de aridez y aletargamiento en su alma. ¿Acaso no es el Señor Jesucristo el Médico que cura todos los males espirituales? ¿Acaso no curaba todo tipo de enfermedades cuando estaba sobre la tierra? ¿Acaso no echaba fuera todo tipo de demonios? ¿Acaso no levantó al pobre Pedro y le puso un canto nuevo en la boca, después de que hubo caído? ¡Oh, no dude, sino que crea fervientemente que, aún, avivará su obra en usted! Sólo vuelva a andar, confiese su necedad y venga, venga ahora mismo a Cristo. Benditas son las palabras del profeta: "Reconoce, pues, tu maldad". "Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeliones" (Jer. 3:13, 22).

Y recordemos las almas de los demás, no sólo las nuestras. Si en algún momento vemos detenido a un hermano o hermana, tratemos de despertarlo, tratemos de estimularlo y tratemos de avivarlo. "Exhortaos los unos a los otros", según tengamos oportunidad, "para estimularnos al amor y a las buenas obras" (He. 3:13; 10:24). No tengamos temor de decirnos unos a otros: "Hermano, hermana, ¿ha olvidado a Lot? ¡Despierte y recuerde a Lot! Despierte y no se quede detenido ya más".