Versículo para hoy:
jueves, 18 de octubre de 2018
OCTUBRE 18
“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán”. Salmos 126:5.
Tiempos de llanto son
propios para la siembra; no queremos que la tierra esté demasiado dura. El
grano mojado con las lágrimas de solicitud sincera brotará antes. Las lágrimas
saladas de la oración darán un gusto al grano bueno que lo preservará del
gusano: la verdad hablada con una sinceridad solemne tiene doble vida. En vez
de cesar de sembrar porque estamos llorando, redoblemos nuestros esfuerzos
porque el tiempo es tan propicio.
Nuestro grano celestial
no podía ser sembrado debidamente con risa. La tristeza y la ansiedad profunda
acerca de las almas de otros, son más propias que la ligereza para acompañar a
la enseñanza piadosa. Hemos oído de hombres que salieron a la guerra con corazones
alegres, pero fueron vencidos; y generalmente es así con los que siembran de la
misma manera.
Ven entonces, alma mía,
siembra con lágrimas porque tienes la promesa de una cosecha gozosa. Segarás.
Tú mismo verás algún resultado de tu labor. Esto vendrá en tan grande medida
que te dará una alegría que no hubieras tenido con una cosecha pobre, seca y
escasa. Cuando tus ojos están turbios con lágrimas plateadas, piensa en el
trigo dorado. Lleva con gusto el trabajo y los contratiempos; porque la cosecha
te recompensará ampliamente.
OCTUBRE 17
“El que teme el mandamiento, será recompensado”. Proverbios 13:13.
El temor respetuoso de la
Palabra de Dios es grandemente despreciado. Los hombres piensan que son más
sabios que la Palabra del Señor y la juzgan. “Pero yo no hice así, a causa del
temor de Dios”. Aceptamos el Libro inspirado como infalible, y mostramos
nuestra estima por nuestra obediencia. No tenemos temor de la Palabra, sino un
temor filial. No tememos sus castigos porque tememos sus mandamientos.
Este santo temor del
mandamiento produce el descanso de la humildad, que es mucho más dulce que el
atrevimiento del orgullo. Nos viene a ser un guía en nuestros pasos; un freno
cuando vamos cuesta abajo y un estímulo cuando vamos hacia arriba. Guardados
del mal, y guiados en justicia por nuestra reverencia al mandamiento,
alcanzamos una conciencia tranquila, que es un manantial de gozo; una exención
de responsabilidad que es como vida de entre los muertos; y una certeza de que
estamos agradando a Dios, que es el cielo sobre la tierra. Los impíos pueden
poner en ridículo nuestro profundo respeto para la Palabra del Señor; ¿pero qué
importa? El premio de la soberana vocación es suficiente consolación para
nosotros. Las recompensas de la obediencia nos hacen despreciar los desprecios
de los burladores.
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