Versículo para hoy:
lunes, 24 de octubre de 2022
Octubre 24 El punto de vista - OSWALD CHAMBERS
"Pero gracias a Dios, que nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús", 2 Corintios 2:14
El punto de vista de un siervo de Dios siempre debe ser lo máximo y no simplemente estar tan cerca de lo
máximo como pueda. Esfuérzate en mantener el punto de vista de Dios y recuerda que esto se debe hacer
todos los días, de manera gradual. No pienses en un infinito. Ningún poder externo puede tocar ese punto
de vista.
La perspectiva apropiada que debemos mantener consiste en comprender que estamos aquí con un solo
propósito: Ser cautivos que marchan en el séquito victorioso de Cristo. No estamos aquí para que nos
exhiban en la vitrina de Dios, sino para manifestar una sola virtud: la absoluta cautividad de nuestras
vidas a la obediencia a Cristo (ver 2 Corintios 10:5). ¡Cuan insignificantes son los otros puntos de vista!
Por ejemplo: "soy el único que está luchando por Jesús" o, "debo mantener la causa de Cristo y defender
esta fortaleza para Él". Pero Pablo dijo en esencia: "Pertenezco al séquito de un Vencedor y sin importar
cuáles sean las dificultades, Él siempre me lleva al triunfo". ¿Se está llevando a cabo esta idea de manera
práctica en nosotros? Como el gozo secreto de Pablo era saber que Dios lo había tomado cautivo a él —
un rebelde agresivo, enemigo de Jesucristo — esa cautividad se convirtió en su propósito. El gozo de
Pablo fue ser un prisionero del Señor y por eso no tuvo otro interés en el cielo ni en la tierra. Para un
cristiano es vergonzoso hablar de conseguir la victoria. Debemos pertenecer al Vencedor de una manera
tan completa que todo el tiempo seamos victoriosos, porque somos más que vencedores por medio de Él.
"Porque para Dios somos grato olor de Cristo", 2 Corintios 2:15. ¿Estamos envueltos en el dulce aroma
de Jesús y somos un maravilloso olor grato para Dios dondequiera que vamos?
Octubre 23 ¡En lo más mínimo! - OSWALD CHAMBERS
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas", 2 Corintios 5:17
El Señor nunca tolera nuestros prejuicios; se opone decididamente a ellos y los hace morir. Creemos que
Dios tiene un interés especial en nuestros prejuicios particulares. Estamos bien seguros de que nunca
tratará con nosotros como tiene que hacerlo con las otras personas. Incluso nos decimos a nosotros
mismos: "Dios debe tratar con los demás de una manera muy estricta, pero naturalmente Él sabe que mis
prejuicios son correctos". ¡Debemos aprender que Dios no los acepta en lo más mínimo! En lugar de estar
a favor de nuestros prejuicios, nos está limpiando de ellos de manera deliberada. Parte de nuestra
educación moral consiste en ver morir nuestros prejuicios por el poder de Dios y observar el modo en que
Él lo hace. Dios no honra nada de lo que le traemos y lo único que quiere de nosotros es la rendición
incondicional.
Cuando nacemos de nuevo, lo que en realidad sucede es que el Espíritu Santo empieza el proceso de su
nueva creación en nosotros, hasta que no quede nada de la vida vieja. Desaparecen nuestra antigua y triste
perspectiva y la vieja actitud hacia lo material, "porque todo esto proviene de Dios", 2 Corintios 5:18.
¿Cómo vamos a obtener una vida sin ninguna concupiscencia, sin intereses personales y que no sea
susceptible a las burlas de los demás? ¿Cómo conseguiremos la clase de amor que es benigno, que no
hace nada indebido y que no busca lo suyo? La única manera es que no conservemos nada de la vida vieja
y que tengamos una sencilla y perfecta confianza en Dios. Una confianza tal que ya no deseemos más sus
bendiciones, sino sólo a Él mismo. ¿Hemos llegado a un punto en el que Dios puede retirarnos sus
bendiciones sin que nuestra confianza en Él se afecte? Una vez que veamos a Dios en acción, nunca nos
preocuparemos por lo que suceda, porque realmente estaremos confiados en nuestro Padre Celestial a
quien el mundo no puede ver.
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