3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN
8. EL TIEMPO DE GRANDES PRUEBAS
EN SEGUNDO LUGAR, cultivemos el hábito de la comunión con Dios.
Esto nos preparará para cualquier cosa que pueda suceder. También endulzará nuestro temperamento y calmará nuestra mente para asegurarla contra las sorpresas. Producirá esa paz interior que nos hará superiores en nuestras pruebas.
La comunión habitual con Dios nos producirá deleite, que no querremos interrumpir con sentimientos pecaminosos. Cuando un cristiano está calmado y es sumiso en sus aflicciones, probablemente es porque saca consuelo y apoyo de esta manera. Pero el que está descompuesto, impaciente y angustiado, muestra que no está bien por dentro. No se puede suponer de tal persona que practique la comunión con Dios.
EN TERCER LUGAR, hagamos que nuestra mente quede impresionada con la conciencia de la naturaleza malvada que se levanta de un temperamento insumiso y agitado.
Una naturaleza así contrista al Espíritu de Dios y lo induce a apartarse. Su presencia llena de gracia y su influencia solo se disfrutan cuando la paz y la quieta sumisión prevalecen. Permitir un temperamento indócil le da ventaja al adversario.
Satanás es un espíritu enojado y descontento. No encuentra descanso sino en los corazones que no tienen descanso. Se anima cuando los espíritus se conmocionan; en ocasiones llena el corazón con pensamientos desagradecidos y rebeldes; en otras, inflama la lengua con lenguaje indecente. Una vez más, un temperamento así produce gran culpa sobre la conciencia, desacomoda el alma para cualquier deber, y deshonra el nombre del cristiano.
Oh, guardemos el corazón y permitamos que el poder y la excelencia de nuestra fe sean manifiestos cuando seamos llevados a las mayores dificultades.