Versículo para hoy:
jueves, 20 de diciembre de 2018
DICIEMBRE 20
“Yo, yo soy vuestro Consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del
hombre, que es mortal, del hijo del hombre, que por heno será contado? Y haste
ya olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y
todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía
para destruir; mas ¿en dónde está el furor del que aflige?”
Que este mismo versículo
sea la porción de hoy. No es necesario amplificarlo. Creyente atemorizado,
léelo, créelo, cómelo y reclama su cumplimiento delante del Señor. El que temes
es solamente un hombre después de todo; mientras el que promete confortarte es
Dios, tu Hacedor y el Criador del cielo y de la tierra. Consuelo infinito
sobrepuja un peligro limitado.
“¿En dónde está el furor
del que aflige?” Está en la mano del Señor. Es solamente el furor de un hombre
mortal; furor que termina tan pronto como cesa el soplo de sus narices. ¿Por
qué entonces estamos atemorizados de uno tan débil como nosotros mismos? No
deshonremos a nuestro Dios haciendo un dios del hombre débil. Podemos hacer un
ídolo de un hombre, tanto por temerle excesivamente como por darle excesivo
amor. Tratemos a los hombres como hombres y a Dios como a Dios; y entonces
seguiremos tranquilamente la senda del deber, temiendo al Señor y no temiendo a
ningún otro.
DICIEMBRE 19
“Él guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado”. Salmo 34:20.
Esta promesa por su
contexto se refiere al justo muy afligido: “Muchos son los males del justo; mas
de todos ellos lo librará Jehová”. Podrá sufrir heridas, pero no le pasará gran
daño, “ni uno de sus huesos será quebrantado”.
Esto es gran consuelo
para el hijo de Dios en la prueba y un consuelo que yo puedo aceptar; porque
hasta ahora no he sufrido ningún perjuicio por mis muchas aflicciones. No he
perdido ni fe, ni esperanza, ni amor. No; en vez de perder estos huesos de
carácter, he ganado fuerza y energía. Tengo más conocimiento, más experiencia,
más paciencia y más estabilidad de lo que tenía antes que vinieran las pruebas.
Ni aun mi gozo ha sido destruido. La enfermedad, el luto, el abatimiento, la
calumnia y la contradicción me han causado muchas contusiones; pero la
contusión ha sanado y no ha habido una fractura doble de hueso ni una fractura
sencilla. La razón no está lejos de buscar. Si confiamos en el Señor, Él guarda
todos nuestros huesos; y si Él los guarda, podemos estar seguros que ni uno de
ellos será quebrantado.
Corazón mío, no te
entristezcas. Estás resentido, pero los huesos no son quebrantados. Sufre
trabajos y desafía el temor.
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