III. Cómo "calcular el costo" correctamente
Lo tercero y último que me propongo hacer es dar algunas pautas que pueden ayudar a "calcular el costo" correctamente. Por cierto que me lamentaría si no dijera algo de este aspecto de mi tema. No tengo ningún deseo de desalentar ni desanimar a nadie con respecto al servicio para Cristo. Es el deseo de mi corazón animar a todos a marchar adelante y tomar su cruz. "Calculemos el costo", todo el costo y calculemos con cuidado. Recordemos que si calculamos correctamente y entendemos todo lo que involucra, no habrá nada que nos asuste.
Existen algunas cosas que las personas siempre deben incluir al calcular lo que cuesta el verdadero cristianismo. Determine sincera y ecuánimemente lo que tendrá que dejar atrás y por lo que debe pasar para llegar a ser un discípulo de Cristo. No deje nada afuera. Anótelo todo. Pero luego, anote a su lado las siguientes sumas que le voy a dar. Hágalo, limpia y correctamente, y no tendrá que temer el resultado.
(a) Cuente y compare, para empezar, las ganancias y las pérdidas, si quiere llegar a ser un cristiano santo y auténtico. Es posible que pierda algo en este mundo, pero ganará la salvación de su alma inmortal. Está escrito: "¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" (Mr. 8:36).
(b) Cuente y compare, además, las alabanzas y las acusaciones, si quiere ser un cristiano santo y auténtico. Es muy posible que los hombres lo acusen, pero tendrá la alabanza de Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Las acusaciones vendrán de algunos hombres y mujeres falibles, ciegos y errados. Las alabanzas vendrán del Rey de reyes, y Juez de toda la tierra. Aquellos a quienes él bendice, son realmente bendecidos. Está escrito "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos" (Mt. 5:11, 12).
(c) Cuente y compare también los amigos y enemigos, si quiere ser un cristiano santo y auténtico. Por un lado, tiene la enemistad del diablo y de los impíos. Por el otro, tiene el favor y la amistad del Señor Jesucristo. Sus enemigos, en el peor de los casos, sólo pueden herir su calcañar. Pueden enfurecerse e ir por mar y tierra para causar su ruina, pero no lo pueden destruir. Su Amigo puede salvar perpetuamente a los que vienen a Dios por medio de Cristo. Nadie jamás le quitará de sus manos a una de sus ovejas. Escrito está: "Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a este temed" (Lc. 12:4,5).