“Porque no dejará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad”.
No, Él no dejará ni aun
uno de ellos. Los hombres tienen sus desamparados, pero Dios no tiene ninguno;
porque su elección es inmutable, y su amor eterno. Nadie puede encontrar ni una
sola persona que Dios haya desamparado después de haberse revelado a él para la
salvación.
Esta verdad grande es
mencionada en el Salmo para alegrar el corazón de los afligidos. El Señor
castiga a los suyos, pero no los desampara. El resultado de la doble obra de la
ley y de la vara es nuestra enseñanza y el fruto de esa enseñanza es un
espíritu tranquilo y un espíritu sensato de los cuales viene descanso. Los
impíos son dejados solos hasta que se cave el hoyo en el cual caerán y serán
tomados; pero los justos son mandados a la escuela para que estén preparados
para su glorioso destino en lo venidero. El juicio volverá y acabará su obra en
los rebeldes, pero igualmente volverá a justificar a los sinceros y los
piadosos. Así que podemos sufrir la vara del castigo con sumisión tranquila;
porque expresa el amor y no la ira.