(6) Santificación es algo por lo cual cada creyente es responsable. No me equivoco al decir esto. Creo tan firmemente como cualquiera que todo hombre sobre la tierra es responsable ante Dios y que todos los perdidos no tendrán nada que decir ni excusas que dar en el día final. Cada uno tiene el poder de perder "su alma" (Mt. 16:26). Pero aunque creo esto, afirmo que los creyentes son, principal y particularmente, responsables y tienen una obligación especial de vivir una vida santa. No son como los demás: Muertos, ciegos y carentes de renovación; están vivos para Dios, tienen luz, conocimiento y nuevos principios dentro de ellos. ¿Quién tiene la culpa de que no sean santos, sino ellos mismos? ¿A quién le pueden echar la culpa de que no son santificados, sino a ellos mismos? Dios, quien les ha dado gracia, un corazón nuevo y una naturaleza nueva, los ha dejado sin excusas, si no viven para Su alabanza.
Este es un punto demasiado olvidado. El hombre que profesa ser un auténtico cristiano y no hace nada, se contenta con un grado muy inferior de santificación (si acaso la tiene) y dice tranquilamente que "no puede hacer nada", es digno de lástima y, además, muy ignorante. Cuidémonos y estemos en guardia. La Palabra de Dios siempre dirige sus preceptos a los creyentes como seres que rendirán cuentas y a quienes considera responsables. Si el Salvador de pecadores nos otorga una gracia renovadora y nos llama por medio de su Espíritu, podemos estar seguros de que espera que usemos esa gracia y que no nos quedemos dormidos. Olvidar esto es lo que causa que muchos creyentes "constriñan al Espíritu" y los lleva a ser cristianos muy inútiles y desagradables.