Versículo para hoy:
domingo, 25 de marzo de 2018
MARZO 25
“Cuando te acostares no tendrás temor; antes te acostarás, y tu sueño será
suave”. Proverbios 3:24.
Es probable que el lector
esté enfermo en cama por algún tiempo. Acuéstese sin ansiedad, con esta promesa
en su corazón: “Cuando te acostares, no tendrás temor”.
Cuando vamos a la cama
por la noche, que esta palabra mulla nuestra almohada. No podemos guardarnos
cuando estamos durmiendo, pero el Señor nos guardará durante la noche. Los que
se acuestan bajo la protección del Señor están tan seguros como reyes y reinas
en sus palacios y mucho más. Si al acostarnos, dejamos nuestros cuidados y
ambiciones, alcanzaremos un reposo en nuestros lechos, cual nunca lo hallan los
ansiosos y avaros. Los sueños malos se alejarán, o si vienen, podremos borrar
la impresión de ellos, sabiendo que son solamente sueños.
Si así dormimos haremos
bien. ¡Cuán dulcemente durmió Pedro en la cárcel, cuando aún la luz del ángel
no le despertó, y necesitó un empujón fuerte en un lado para despertarse! ¡Y
estaba sentenciado a morir al día siguiente! Así han dormido los mártires antes
de ser quemados. “A su amado dará Dios el sueño”.
Para dormir dulcemente
hay que tener una vida dulce, genio dulce, meditaciones dulces y amor dulce.
MARZO 24
“Mas fiel es el Señor, que os confirmará y guardará del mal”. 2
Tesalonicenses 3:3.
Muchas veces los hombres
carecen tanto de juicio como de fe. Aún tenemos con nosotros “hombres
importunos y malos”. En vano es discutir o procurar hacer la paz con ellos; son
falsos de corazón y engañosos en sus palabras. Entonces ¿qué haremos? ¿Nos
incomodaremos con ellos? No; volvámonos al Señor, porque Él es fiel. Ninguna
promesa de su Palabra se quebrantará jamás. Él, ni es irrazonable en sus
demandas de nosotros, ni desleal a nuestras demandas de Él. Tenemos un Dios
fiel. Sea esto nuestro gozo.
Él nos confirmará, de
modo que los hombres malos no puedan causar nuestra ruina, y nos guardará de
modo que ninguno de los males que ahora nos acometen pueda realmente hacernos daño.
¡Qué bendición es para nosotros que no tenemos que contender con los hombres,
sino que se nos permite escondernos en el Señor Jesús, que siente la verdadera
simpatía por nosotros! Hay un corazón verdadero, un entendimiento fiel, un amor
invariable; descansemos allí. El Señor cumplirá los propósitos de su gracia
para con nosotros sus siervos, y no es necesario que ni una sombra de temor
caiga sobre nuestros espíritus. Nada que puedan hacer hombres o demonios
impedirá la divina protección y provisión. Pidamos al Señor en este día que nos
confirme y nos guarde.
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