Versículo para hoy:

sábado, 8 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

EN NOVENO LUGARrociemos la conciencia con la sangre de Cristo para limpiarla de toda culpa, y eso pondrá nuestros corazones por encima de todo temor. Es la culpa sobre nuestra conciencia la que hace que nuestros espíritus se acobarden y se ablanden: "El justo está confiado como un león" (Proverbios 28:1).

Fue la culpa en la conciencia de Caín la que lo hizo clamar "sucederá que cualquiera que me hallare, me matará" (Génesis 4:14). Una conciencia culpable se aterroriza más con los peligros que imagina, que una conciencia pura por los peligros reales. Un pecador culpable lleva un testigo contra sí mismo en su propio seno.

Fue el culpable Herodes quien clamó "Juan Bautista ha resucitado de entre los muertos" (Mateo 14:2). Una conciencia así es el yunque del diablo, donde él fabrica todas las espadas y lanzas con las que el pecador se daña a sí mismo. La culpa es para los peligros lo que el fuego es para la pólvora: no hay que tener temor de caminar entre muchos barriles de pólvora si no llevamos fuego con nosotros.

EN DÉCIMO LUGARejercitemos una santa confianza en tiempos de gran desconcierto. Hagamos que nuestro negocio sea confiar a Dios nuestra vida y comodidades, y así nuestro corazón descansará con respecto a eso. Así hizo David: "En el día que temo, yo en Ti confío" (Salmos 56:3). Es decir "Señor, si en algún momento se levanta una tormenta, me refugiaré bajo el cobijo de tus alas".

Acerquémonos a Dios en actos de fe y confianza, y no dudemos nunca de que Él nos mantendrá seguros: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado" (Isaías 26:3). Dios se agrada cuando vamos a Él de esa forma: "Padre, mi vida, mi libertad y mi posición están en peligro, no puedo asegurarlas, deja que las ponga en tus manos. El pobre se abandona a ti, y ¿acaso le falla su Dios?" No, Él es el ayudador de los huérfanos. Eso significa que es el defensor del desamparado, del que no tiene a nadie sino a Dios. Este es un pasaje reconfortante: "No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor" (Salmos 112:7). El pasaje no dice "su oído será preservado de las malas noticias". El justo escuchará las mismas noticias tristes que otros hombres, pero su corazón será guardado del terror de estas cosas. Su corazón está asegurado.