Versículo para hoy:

martes, 25 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

6.    EL TIEMPO DE REUNIRNOS CON DIOS

EN CUARTO LUGAR, si queremos guardar el corazón de vanas excursiones cuando estamos en medio de nuestra comunión con Dios, tomemos conciencia y pongamos fe en la impresionante y santa presencia de Dios. Si la presencia de alguien serio nos haría poner serios, ¿cuánto más debería provocarnos a eso la presencia de un Dios Santo? ¿Acaso nos atreveríamos a estar alegres y despreocupados si fuésemos conscientes de la inspección y presencia del Divino Ser?

Recordemos en qué lugar nos encontramos cuando estamos inmersos en comunión, y actuemos como si de verdad creyésemos en la omnisciencia de Dios. "Antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Hebreos 4:13). Tomemos conciencia de su infinita santidad, su pureza, su espiritualidad. Esforcémonos por conseguir esa conciencia de la grandeza de Dios, porque afectará a nuestro corazón y nos hará recordar el celo que Él tiene por la adoración. "Esto es lo que habló el Señor diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado" (Levítico 10:3).

Bernard dice: "Alguien que está en oración debería comportarse como si estuviese entrando a la corte del cielo, en la que se encuentra con el Señor sobre su trono, rodeado por diez mil de sus ángeles y santos que le ministran". Cuando llegamos de una actividad en la que el corazón ha estado distraído y desprevenido, ¿qué podemos decir? Supongamos que todas las vanidades e impertinencias que han pasado por nuestra mente durante la oración se escribieran mezcladas con nuestras peticiones, ¿con qué cara las presentaríamos ante Dios? Si nuestra lengua pronunciase todos los pensamientos que pasan por nuestro corazón cuando estamos en el culto a Dios ¿no se aterraría la gente al oírlas? Y sin embargo, Dios conoce perfectamente nuestros pensamientos.

Meditemos en esta palabra de las Escrituras: Dios temible en la gran congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él (Salmos 89:7). ¿Por qué descendió el Señor en truenos, rayos y nubes oscuras sobre el monte Sinaí? ¿Por qué humearon los montes bajo Él y el pueblo se agitó y tembló, sin la excepción de Moisés? Para enseñar al pueblo esta gran verdad: "Sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor" (Hebreos 12:28-29). Esa comprensión del carácter y presencia de Dios reducirá nuestro corazón que se inclina a la vanidad, a una disposición más seria.

lunes, 24 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

6.    EL TIEMPO DE REUNIRNOS CON DIOS

EN TERCER LUGAR, roguemos a Dios por una actitud mortificada. Una imaginación laboriosa (dijo alguien), por mucho que sea exaltada entre los hombres, es una gran trampa para el alma, excepto que trabaje en comunión con un razonamiento correcto y un corazón santificado.

La actitud es una facultad del alma, que se coloca entre los sentidos y el entendimiento. Es lo primero que estimula el alma, y por su acción las facultades del alma se ponen en marcha. Es allí donde primero se forman los pensamientos, y tal como sea aquella, son estos. Si la actitud no es mansa primero, es imposible que todos los pensamientos del corazón puedan llevarse a la obediencia a Cristo.

La actitud es de manera natural la facultad más salvaje e indomable del alma. Algunos cristianos tienen mucho que ver con ello, y cuanto más espiritual es el corazón, más lo perturba y confunde una actitud e imaginación salvaje y llena de vanidad.

Es triste que nuestra actitud evite que el alma preste atención a Dios cuando está involucrada en la comunión con Él. Oremos con seriedad y perseverancia porque nuestra actitud sea disciplinada y santificada, y cuando consigamos esto, nuestros pensamientos estarán regulados y dispuestos.

sábado, 22 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

6.    EL TIEMPO DE REUNIRNOS CON DIOS

EN SEGUNDO LUGAR, después de haber preparado el corazón por la meditación previa, pongamos una guardia sobre nuestros sentidos. ¡Cuántas veces los cristianos corren el peligro de perder los ojos de la mente por culpa de la distracción de los ojos del cuerpo!

David oró contra esto: "Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino" (Salmos 119:37). Eso podría servir para exponer el proverbio árabe: "Cierra las ventanas para que la casa esté iluminada". Estaría bien si pudiésemos decir al comienzo como un hombre santo dijo una vez al volver de sus oraciones: "Cerraos, ojos míos, cerraos; porque es imposible que jamás podáis discernir tanta belleza y gloria en ninguna criatura como la que acabo de ver en Dios".

Hemos de evitar todas las ocasiones de distracción externa, e involucrar esa intensidad del espíritu en la obra de Dios, que cierra con llave los ojos y los oídos a la vanidad.

viernes, 21 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

6.    EL TIEMPO DE REUNIRNOS CON DIOS

EN PRIMER LUGAR, apartémonos de todas las ocupaciones temporales y dejemos un tiempo para encontrarnos solemnemente con Dios. No podemos pasar del mundo a la presencia de Dios sin encontrar un resabio de mundo en nuestras oraciones. Con el corazón, cuando hace solo unos minutos que ha estado sumergido en el mundo, sucede como con el mar después de una tormenta. Continúa moviéndose agitado y turbio, aunque el viento se haya ido y la tormenta haya terminado.

El corazón necesita algún tiempo para asentarse. Pocos músicos pueden tomar un instrumento y tocar sin dedicar algo de tiempo a afinarlo. Pocos cristianos pueden decir como David: "Mi corazón está dispuesto, oh Dios, está dispuesto" (Salmos 57:7). Cuando nos acerquemos a Dios, apartemos el corazón y digamos: "Oh, alma mía, ahora estoy ocupado en la mayor labor que puede tener una criatura, voy a entrar en la impresionante presencia de Dios a dedicar un momento eterno. Alma mía, deja ahora las cosas sin importancia. Prepárate y sé vigilante y seria. Esta no es una labor corriente, es una labor del alma, una labor para la eternidad. Es la labor que dará fruto de vida o muerte en el mundo por venir".

Hagamos una pausa y consideremos nuestros pecados, nuestras necesidades, nuestros problemas. Mantengamos esos pensamientos por un momento antes de abordar nuestro encuentro con Dios. David murmuraba primero, y luego hablaba con su lengua.

jueves, 20 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

6.    EL TIEMPO DE REUNIRNOS CON DIOS

Nuestros corazones han de ser guardados y vigilados de cerca cuando nos acercamos a Dios pública, privada, o secretamente, porque la vanidad del corazón se descubre, con frecuencia, más en esos momentos. Muy a menudo nuestra pobre alma clama: "Oh Señor, con cuánto agrado te serviría, pero los pensamientos vanos no me dejan. Vengo a ti con mi corazón abierto, para deleitar mi alma en comunión contigo, pero mi corrupción se me opone. Señor, haz que esos vanos pensamientos se vayan, y no dejes que estrangulen esta alma que está desposada contigo".

La pregunta entonces es: ¿Cómo puede el corazón guardarse de las distracciones de los vanos pensamientos en los tiempos de nuestra comunión con Dios? Hay una distracción o un vagar doble del corazón en estos momentos.

Una distracción voluntaria o habitual. "No dispuso su corazón, ni fue fiel para con Dios su espíritu" (Salmos 78:8). Este es el caso de los formalistas y proviene de la falta de inclinación del corazón hacia Dios. Sus corazones están bajo el poder de sus pasiones, y por eso no es de extrañar que vayan detrás de ellas, incluso cuando están en medio de las cosas santas.

Las distracciones involuntarias y lamentadas. "Queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí... ¡Miserable de mí!" (Romanos 7:21,24).

Esto no se produce por una falta de inclinación o de objetivos santos, sino por la debilidad de la gracia y la falta de vigilancia a la hora de oponerse al pecado que permanece en nosotros.

Pero nuestro objetivo no es mostrar cómo estas distracciones entran en el corazón, sino más bien cómo sacarlas de él y prevenir que vuelvan a entrar en el futuro.

miércoles, 19 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

5.    EL TIEMPO DE NECESIDADES EXTERNAS

EN SÉPTIMO LUGAR, el pecado no está en la pobreza, sino en la aflicción.

Si no has caído en pobreza por pecar, y si solamente se trata de una aflicción, puede ser sobrellevada de manera más fácil. Es difícil soportar una aflicción si viene como fruto y castigo por un pecado. Cuando tenemos problemas por ese motivo, decimos "¡Oh, si tan solo fuese una aflicción que viene de la mano de Dios como prueba, la podría soportar! Pero ha venido sobre mí debido a mi pecado, es un castigo por el pecado. La marca del desagrado de Dios está sobre ella. Es la culpa en medio de ella la que me amarga más que la necesidad sin esa culpa". Pero si este no es el caso, no tenemos razones para sentirnos deprimidos.

Alguien podría decir "Pero, aunque el problema no sea la culpa, esta situación tiene otros problemas, como, por ejemplo, el descrédito del cristianismo. No puedo cumplir con mis compromisos con el mundo y por eso el cristianismo probablemente sea desacreditado". Es bueno que tengamos en el corazón, el cumplir con cada deber. Pero si Dios nos inhabilita mediante su providencia, no es un descrédito para nuestra profesión el hecho de no hacer lo que no podemos, siempre y cuando nuestro deseo y esfuerzo sea hacer lo que podemos y debemos hacer. En este caso es la voluntad de Dios que la indulgencia y paciencia hacia nosotros sea ejercida.

También se podría decir: "Me apena contemplar las necesidades de otros, a los que yo solía aliviar, pero ahora no puedo". Si no podemos hacerlo, deja de ser nuestro deber, y Dios acepta que entreguemos nuestra alma a quienes están hambrientos de compasión, y que deseemos ayudarles, aunque no podamos suplirlos y aliviarlos materialmente.

Otra cosa que se podría alegar es: "Encuentro que esta condición está llena de tentaciones, y que es un gran obstáculo para el camino hacia el cielo". Toda situación en el mundo tiene sus obstáculos y tentaciones, y si fuésemos prósperos tendríamos más tentaciones y menos ventajas que ahora. Porque, aunque tanto la pobreza como la riqueza tienen sus tentaciones, estoy seguro de que la prosperidad no tiene las ventajas que tiene la pobreza. En ella hay una oportunidad para descubrir la sinceridad de nuestro amor hacia Dios, cuando podemos vivir apoyados en Él, encontrar en Él lo suficiente, y seguirle constantemente, incluso cuando todos los atractivos y motivos externos fallan. Así pues, hemos visto cómo guardar el corazón de las tentaciones y peligros de una situación humilde en el mundo. Cuando la necesidad oprime y el corazón comienza a hundirse, bendigamos a Dios por estas ayudas para guardarlo.

martes, 18 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

5.    EL TIEMPO DE NECESIDADES EXTERNAS

EN SEXTO LUGAR, ¿Está bien que los hijos de un Padre como el nuestro desconfíen de su total suficiencia y se quejen de sus dispensaciones?

¿Hacemos bien en cuestionarnos su cuidado y amor ante cada nueva exigencia?

¿Acaso no nos hemos visto avergonzados por esto antes? ¿No nos ha alcanzado la provisión a tiempo de nuestro Padre en dificultades anteriores y ha hecho que nos propongamos nunca más cuestionarnos su amor y cariño?

¿Y renovaremos de nuevo nuestras indignas sospechas acerca de Él?

¡Somos como niños poco sinceros! Pensemos en esto: Si perezco por necesidad de lo que es bueno y necesario para mí, debe ser: o bien porque mi Padre no conoce mis necesidades, porque no tiene de dónde suplirlas o porque no se preocupa por lo que me pueda pasar. ¿De cuál de estas cosas le acusaré? De la primera no, porque mi Padre sabe de lo que tengo necesidad. Tampoco de la segunda: porque del Señor es la tierra y su plenitud, su nombre es Dios Todosuficiente. Ni de la última, porque como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen (Salmos 103:13). El Señor es muy misericordioso y compasivo (Santiago 5:11). Él da a los hijos de los cuervos que claman (Salmos 147:9). ¿Y no nos escuchará a nosotros? 

Considerad, -dice Cristo- las aves del cielo; no las aves que están en la puerta y que son alimentadas cada día a bandadas, sino las aves del cielo que no tienen a nadie que les provea. Dios alimenta y viste a sus enemigos, ¿y olvidará a sus hijos? ¡Él escucha hasta el llanto de Ismael en su aflicción! (Génesis 21:16-17).

Oh, incrédulo corazón mío ¿todavía sigues dudando?

lunes, 17 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

5.    EL TIEMPO DE NECESIDADES EXTERNAS

EN QUINTO LUGAR, mejorará pronto.

Guardemos el corazón pensando en esto, "la comida de la despensa está casi agotada, bueno, si es así ¿por qué debería preocuparme, si estoy casi en el punto de no necesitar ni utilizar tales cosas?" El viajero ha gastado casi todo su dinero, "bueno" -dice él- "a pesar de que mi dinero está casi gastado, mi viaje casi ha terminado: estoy cerca de casa, y pronto seré suplido".

Si no hay luces en la casa, es un consuelo pensar que es ya casi de día, y que no habrá necesidad de ellas. Me temo que muchos cristianos, cuando piensan que su provisión está casi agotada, que les quedan muchos años de viaje, y que no tienen nada de lo que vivir, no se dan cuenta de que pueden no quedarles tantos años como suponen.

Tengamos confianza en esto: si nuestra provisión se agotó es que: o bien van a llegar provisiones nuevas (aunque no sepamos de dónde), o bien estamos más cerca del final de nuestro viaje, de lo que suponemos. Alma entristecida, ¿debe alguien estar tan ansioso por un poco de comida, bebida y vestido que teme necesitar por el camino, cuando está de camino a la ciudad celestial y casi ha llegado? ¿Cuando en pocos días de viaje llegará a la casa del Padre donde todas sus necesidades serán cubiertas? Bien dijeron los cuarenta nobles mártires cuando acabaron muertos de hambre y desnudos en una noche helada: "El invierno es de cierto afilado y frío, pero el cielo es cálido y confortable; aquí temblamos de frío, pero el seno de Abraham compensará por todo esto".

"Pero" -dirá el alma desanimada- "podría morir de necesidad". ¿A quién le sucedió eso alguna vez? ¿Cuándo fue desamparado el justo? Si de verdad llega a ser así, nuestro camino terminó, y fuimos provistos de todo. "Pero no estoy seguro de eso; si estuviese seguro del cielo, sería otra cuestión". En caso de que no estemos seguros de ir camino al cielo, tenemos otros asuntos de qué preocuparnos que son más importantes. Las necesidades externas deberían ser el menor de nuestros problemas.

Las almas que están preocupadas por la necesidad de Cristo y del perdón de pecados, normalmente no lo están mucho por otras cosas. El que con seriedad se pregunta "¿qué debo hacer para ser salvo?" o "¿cómo puedo saber que mi pecado es perdonado?" no se preocupa con preguntas como "¿Qué comeré, qué beberé o de dónde me voy a vestir?"

domingo, 16 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

5.    EL TIEMPO DE NECESIDADES EXTERNAS

EN CUARTO LUGAR, aunque esta aflicción sea grande, Dios tiene una mucho mayor con la que disciplina en este mundo a los muy amados de su alma. Si Él quitara nuestras aflicciones presentes y nos diese las otras, consideraríamos que nuestro estado actual es muy cómodo y bendeciríamos a Dios por estar como estamos.

Si Dios nos quitara los problemas actuales, supliera todas nuestras necesidades externas y nos diera el deseo de nuestro corazón en cuanto a comodidades terrenales, pero escondiera su rostro de nosotros, disparara sus flechas en nuestra alma y el veneno de estas lo bebiese nuestro espíritu; si nos dejase tan solo unos cuantos días para que Satanás nos abofeteara; si mantuviese abiertos nuestros ojos solo unas cuantas noches, despertándolos con el terror de la conciencia, agitados hasta el final del día; si nos llevase por los cuartos de la muerte, si nos mostrase visiones de oscuridad e hiciese que sus terrores se alinearan contra nosotros; entonces ¿no pensaríamos que es una gran misericordia volver a nuestra antigua condición de necesidad, en la que teníamos paz de conciencia y una medida de pan y agua con el favor de Dios, y al fin y al cabo un estado feliz?

Entonces tengamos cuidado de no quejarnos. No digamos que Dios nos trata con dureza, no sea que lo provoquemos a convencernos en nuestro propio sentir, que tiene varas peores para los hijos insumisos y perversos.

viernes, 14 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

5.    EL TIEMPO DE NECESIDADES EXTERNAS

EN TERCER LUGAR, aunque el momento presente sea malo, podría haber sido peor. ¿Nos ha negado Dios las comodidades de esta vida? También nos podía haber negado a Cristo, la paz y el perdón. Y entonces nuestro caso sí que sería lamentable.

Sabemos que Dios ha hecho eso con millones. ¿Cuántas personas rotas podemos contemplar cada día con nuestros ojos, que no tienen a mano ninguna esperanza ni consuelo, que son desgraciadas aquí y también lo serán en la eternidad? ¿Cuántos que tienen una copa amarga y no tienen nada para endulzarla? ¿Cuántos que no tienen ninguna esperanza de que las cosas serán mejores?

Pero no sucede así con nosotros: aunque seamos pobres en este mundo, somos "ricos en fe y herederos del reino que ha prometido" (Santiago 2:5).

Aprendamos a poner las riquezas espirituales por encima de la pobreza temporal. Equilibremos todos nuestros problemas presentes con nuestros privilegios espirituales.

De cierto, si Dios hubiese negado a nuestra alma el manto de justicia para vestirla, el maná escondido, y la mansión celestial para recibirla, sería posible estar tristes al considerar que podría no darnos consuelo en medio de los problemas externos. Cuando Lutero comenzó a verse apretado por la necesidad dijo: "Estemos contentos con nuestra dura situación, porque ¿acaso no tenemos un banquete en Cristo, el pan de vida?". "Bendito sea el Dios" (dijo Pablo) "que nos bendijo con toda bendición espiritual" (Efesios 1:3).

jueves, 13 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

5.    EL TIEMPO DE NECESIDADES EXTERNAS

EN SEGUNDO LUGARsi Dios no nos ha dejado en esta condición sin promesas, no tenemos razones para quejarnos o desfallecer en ella.

Es una condición triste la de aquellos que no tienen ninguna promesa. Calvino en su comentario sobre Isaías 9:1 explica en qué sentido la oscuridad de la cautividad no era tan grande como la que produjeron las incursiones menores de Tiglat Pileser. En la cautividad, la ciudad fue destruida y el templo quemado con fuego: no hubo ni punto de comparación en la aflicción, sin embargo la oscuridad no fue tan grande, porque, según dice él "había una cierta promesa en este caso, pero ninguna en el otro". Es mejor estar tan bajo como los infiernos con una promesa, que estar en el paraíso sin una. Incluso la oscuridad del infierno mismo no sería oscuridad comparativamente hablando si hubiese una promesa para iluminarlo.

Ahora, Dios ha dejado muchas dulces promesas para que la fe de su pueblo pobre pueda mantenerse viva en esa condición, tales como estas: "Temed al Señor, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan y tienen hambre; pero los que buscan al Señor no tendrán falta de ningún bien" (Salmos 34:9-10). "Los ojos del Señor están sobre los justos, ... para darles vida en tiempo de hambre" (Salmos 33:18-19). "No quitará el bien a los que andan en integridad" (Salmos 84:11). "Aquel que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?" (Romanos 8:32). "Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo el Señor los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé" (Isaías 41:17). Aquí podemos ver sus extremas necesidades, que hasta les es necesaria el agua para la vida, y también vemos su cierto alivio: "Yo el Señor los oiré", por lo que suponemos que claman a Él en su desesperación, y Él escucha el clamor de ellos. Teniendo por tanto estas promesas, ¿por qué no habría de concluir nuestro desconfiado corazón, como lo hizo el de David: "El Señor es mi pastor, nada me faltará"? Pero estas promesas implican condiciones: si fuesen absolutas, proporcionarían más satisfacción. Las condiciones tácitas de las que hablamos son que Él o bien suplirá o santificará nuestras necesidades, de modo que tendremos tanto como Dios considere adecuado para nosotros. ¿Acaso nos preocupa esto? ¿Seremos capaces de recibir la misericordia, sea o no santificada; ya sea que Dios la considere adecuada o no para nosotros?

Los apetitos de los santos por cosas terrenales no son tan voraces como para aferrarse codiciosamente a algo que disfrutan, si no existen circunstancias para ello. Pero cuando la necesidad aprieta, y no podemos ver de dónde llegará la provisión, nuestra fe en las promesas se tambalea, y como el murmurador Israel clamamos: "Él dio aguas, ¿podrá también dar pan?" (Salmos 78:20). ¡Oh corazón incrédulo! ¿Cuándo han fallado sus promesas? ¿Quedó avergonzado alguno que confiase en ellas?

Que el Señor no nos reprenda por nuestra irrazonable infidelidad, como en Jeremías 2:31: "¿He sido yo un desierto para Israel?", o como Cristo dijo a sus discípulos: "Desde que estuve con vosotros ¿os faltó algo?" (Lucas 22:35). Sí, no nos hagamos reprochables; no digamos con el viejo Policarpo: "Todos estos años he servido a Cristo, ¿y encontré que fuese un buen Señor?" Él puede negarnos lo que creemos necesitar, pero no lo que verdaderamente necesita nuestra necesidad. Él no prestará atención al clamor de nuestros deseos, pero no despreciará el clamor de nuestra fe. Aunque no satisfará nuestros caprichosos apetitos, no violará sus propias y fieles promesas.

Estas promesas son nuestra mejor seguridad para la vida eterna; y sería extraño que no pudiesen satisfacernos como nuestro pan diario. Recordemos las palabras del Señor y tengamos solaz en nuestro corazón con ellas en medio de todas nuestras necesidades.

Se dice de Epicuro que en el aterrador paroxismo de su enfermedad, a menudo se refrescaba recordando sus invenciones en la filosofía, y de Posidonio el filósofo, que en una aflicción aguda se consolaba con discursos de virtud moral, y que cuando estaba en malestar decía: "Oh dolor, no me haces nada; aunque eres un poco molesto, nunca diré que seas malo". Si en base a estas cosas ellos podían afirmarse estando bajo dolores tan intensos, y engañaban a sus enfermedades, ¿cuánto más deberían las promesas de Dios y las dulces experiencias que van paso a paso con ellas, hacernos olvidar de todas nuestras necesidades y consolarnos en cada dificultad?

miércoles, 12 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

5.    EL TIEMPO DE NECESIDADES EXTERNAS

Aunque en tales tiempos deberíamos quejarnos a Dios, y no de Dios (el trono de gracia se levanta para el "tiempo de necesidad"), cuando las aguas del alivio son poco profundas y la necesidad empieza a presionarnos, ¡cuánto se inclinan hasta los mejores corazones a desconfiar de la fuente!

Cuando la comida de la despensa y el aceite de la jarra están casi agotados, nuestra fe y paciencia también se gastan. Ya de por sí es difícil mantener el corazón orgulloso e incrédulo en una calma santa y una sumisión dulce a los pies de Dios. Es fácil hablar de confiar en Dios para el pan de cada día mientras tenemos un granero o cartera llena. Pero decir como dijo el profeta, "Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, con todo yo me gozaré en el Señor (Habacuc 3:17-18), seguramente no es tan fácil.

¿Sabríamos -como cristianos- guardar nuestro corazón de la desconfianza hacia Dios o de resentirnos contra él en los momentos en que la sentimos o cuando tememos por nuestras necesidades externas?

Este caso merece ser considerado seriamente, especialmente ahora, ya que parece ser designio de la providencia, vaciar al pueblo de Dios de su llenura como criaturas, y hacer que conozcan las dificultades para las que habían sido extraños hasta ahora. Para asegurar el corazón de los peligros que vienen por esta condición, las siguientes consideraciones podrían probar ser efectivas mediante la bendición del Espíritu.

EN PRIMER LUGAR,  si Dios nos reduce a la necesidad no está haciendo algo con nosotros que no haya hecho ya con algunos de los hombres más santos de la historia.

 Nuestro caso no es particular, y aunque hayamos sido unos extraños a la necesidad, otros creyentes han llegado a familiarizarse con ella.

Escuchemos lo que dice Pablo, no solamente de sí mismo, sino en nombre de otros santos que se han visto reducidos a exigencias similares: "Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados y no tenemos morada fija" (1 Corintios 4:11). Ver a un hombre como Pablo ir de un lado a otro del mundo desnudo, hambriento y sin hogar; quien fue uno que estaba muy por encima de nosotros en gracia y santidad, alguien que hacía más servicio por Dios en un día que quizás todo el que hemos hecho nosotros en nuestra vida entera, muy bien puede poner fin a nuestras quejas.

¿Hemos olvidado cuánto sufrió David incluso? ¿Lo grande que eran sus dificultades? "Te ruego que des", le dice a Nabal, "lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David". Pero ¿por qué hablar de esto? Contemplemos a uno mucho más grande que cualquiera de ellos, el Hijo de Dios, que es heredero de todas las cosas y por quien los mundos fueron creados. A veces hubiese estado contento con cualquier cosa porque no tenía nada que comer, "Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo..." (Marcos 11:12-13)


Por tanto, en una situación así, no es que Dios haya puesto sobre nosotros una marca de odio, ni podemos inferir que hay escasez de amor porque haya escasez de pan. Cuando nuestro quejumbroso corazón pregunte "¿Ha habido alguna vez una pena como la mía?" preguntemos a esas dignas personas, y ellos nos dirán que, aunque ellos no se quejaron como nosotros, su condición fue de tanta necesidad como la nuestra.

lunes, 10 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

EN DECIMOTERCER LUGAR, aprendamos a apagar todos los temores que nos esclavizan a las criaturas con el temor reverente hacia Dios.

Es una cura por distracción. Es un ejercicio de sabiduría cristiana desviar aquellas pasiones del alma que más predominan hacia canales espirituales.

Cambiar la ira natural por celo espiritual, la alegría natural en alegría santa, y el temor natural en un terror santo y asombro hacia Dios. El método de cura que Cristo prescribe en el capítulo 10 de Mateo es similar al que vemos en Isaías 8:12-13, "No temáis lo que ellos temen". Pero ¿cómo podremos evitarlo? "Al Señor de los ejércitos, a Él santificad, sea Él vuestro temor, y sea Él vuestro miedo".

El temor natural puede disiparse mediante la razón natural, o eliminando la ocasión que lo produce. Pero entonces es como la llama de una vela soplada por un suspiro, que vuelve a encenderse con facilidad. Pero si es el temor a Dios lo que lo extingue, es como una llama apagada por agua, que no puede encenderse de nuevo.

EN DECIMOCUARTO LUGARderramemos en oración a Dios aquellos temores que el diablo o nuestra propia incredulidad vierten sobre nosotros en tiempos de peligro. La oración es el mejor escape para el miedo. ¿Dónde hay algún cristiano que no pueda poner su sello sobre este consejo?

Daremos el mayor ejemplo para animarnos a cumplir con esto: el ejemplo de Jesucristo mismo. Cuando la hora de su peligro y muerte se acercó, Él fue al jardín, separado de sus discípulos, y allí luchó intensamente con Dios en oración, hasta la agonía, en referencia a lo cual el apóstol dice: "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente" (Hebreos 5:7). Fue oído en cuanto a recibir fuerzas y apoyo para llevarlo a través de ello, aunque no en cuanto a liberación o el ser eximido. ¡Oh, que estas cosas permanezcan en nosotros y se puedan llevar a la práctica en estos días malos! Y que muchos temblores se puedan deshacer por ellas.

domingo, 9 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

EN UNDÉCIMO LUGAR, pensemos más en honrar el cristianismo y menos en nuestra seguridad personal. ¿Es que acaso creemos que honra al cristianismo el que seamos tan temerosos como liebres que huyen al primer sonido? ¿No tentaría esto al mundo a pensar que, a pesar de lo que digamos, nuestros principios no son mejores que los de otros hombres? ¡Cuánto mal haría que nuestros temores fuesen descubiertos delante de ellos!

Nehemías dijo con nobleza: "¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvar su vida?" (Nehemías 6:11). ¿No sería mejor morir que hacer que el mundo tuviese prejuicios contra Cristo debido a nuestro ejemplo? Porque el mundo, que juzga más por lo que ve de nuestras prácticas que por lo que entiende de nuestros principios, concluiría de nuestro temor que a pesar de que nos atrevemos a recomendar la fe y hablamos de seguridad, no nos atrevemos a confiar en esas cosas más de lo que ellos confían cuando vienen las pruebas.

No dejemos que nuestros temores pongan una pieza de tropiezo tan grande frente a un mundo que está ciego.

EN DUODÉCIMO LUGAR, el que asegura su corazón del temor, debe primero asegurar su alma eterna en las manos de Jesucristo. Cuando se hace esto, podemos decir "ahora mundo, haz lo peor que tengas". No seremos tan solícitos a un cuerpo vil cuando  estamos asegurados por toda la eternidad en nuestra preciosa alma. "Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden  matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28).

El cristiano que está seguro puede sonreír con desdén sobre todos sus enemigos y decir: "¿Es esto lo peor que podéis hacer?" ¿Qué es lo que decimos nosotros como cristianos? ¿Estamos asegurados de que nuestra alma está a salvo, y que momentos después de nuestra disolución será recibida por Cristo en una morada eterna? Si estamos seguros de eso, nunca nos preocupemos por el instrumento y medio de nuestra muerte.

sábado, 8 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

EN NOVENO LUGARrociemos la conciencia con la sangre de Cristo para limpiarla de toda culpa, y eso pondrá nuestros corazones por encima de todo temor. Es la culpa sobre nuestra conciencia la que hace que nuestros espíritus se acobarden y se ablanden: "El justo está confiado como un león" (Proverbios 28:1).

Fue la culpa en la conciencia de Caín la que lo hizo clamar "sucederá que cualquiera que me hallare, me matará" (Génesis 4:14). Una conciencia culpable se aterroriza más con los peligros que imagina, que una conciencia pura por los peligros reales. Un pecador culpable lleva un testigo contra sí mismo en su propio seno.

Fue el culpable Herodes quien clamó "Juan Bautista ha resucitado de entre los muertos" (Mateo 14:2). Una conciencia así es el yunque del diablo, donde él fabrica todas las espadas y lanzas con las que el pecador se daña a sí mismo. La culpa es para los peligros lo que el fuego es para la pólvora: no hay que tener temor de caminar entre muchos barriles de pólvora si no llevamos fuego con nosotros.

EN DÉCIMO LUGARejercitemos una santa confianza en tiempos de gran desconcierto. Hagamos que nuestro negocio sea confiar a Dios nuestra vida y comodidades, y así nuestro corazón descansará con respecto a eso. Así hizo David: "En el día que temo, yo en Ti confío" (Salmos 56:3). Es decir "Señor, si en algún momento se levanta una tormenta, me refugiaré bajo el cobijo de tus alas".

Acerquémonos a Dios en actos de fe y confianza, y no dudemos nunca de que Él nos mantendrá seguros: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado" (Isaías 26:3). Dios se agrada cuando vamos a Él de esa forma: "Padre, mi vida, mi libertad y mi posición están en peligro, no puedo asegurarlas, deja que las ponga en tus manos. El pobre se abandona a ti, y ¿acaso le falla su Dios?" No, Él es el ayudador de los huérfanos. Eso significa que es el defensor del desamparado, del que no tiene a nadie sino a Dios. Este es un pasaje reconfortante: "No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor" (Salmos 112:7). El pasaje no dice "su oído será preservado de las malas noticias". El justo escuchará las mismas noticias tristes que otros hombres, pero su corazón será guardado del terror de estas cosas. Su corazón está asegurado.

viernes, 7 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

EN SÉPTIMO LUGAR, podemos calmar nuestro tembloroso corazón registrando y pensando en nuestras pasadas experiencias, en las que Dios fue fiel y cuidó de nosotros en los problemas del pasado. Esas experiencias son alimento para nuestra fe en el desierto.

Mediante esto David guardó su corazón en tiempos de peligro, y también Pablo el suyo. Cuando alguien le dijo que sus enemigos acechaban para quitarle la vida, un santo contestó: "Si Dios no cuidase de mí, ¿Cómo habría escapado hasta ahora?" Podemos rogar a Dios sobre las experiencias pasadas pidiéndole las nuevas, porque pedir a Dios que nos libre de nuevo es como pedir que nos perdone otra vez.

Notemos cómo Moisés le ruega a Dios sobre esa base: "Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí" (Números 14:19). Él no dice como otros hombres: "Señor, esta es su primera falta, nunca te han molestado antes para que los perdones", sino "Señor, ya que los has perdonado tan a menudo, te pido que los perdones una vez más". Del mismo modo, ante nuevas dificultades el creyente puede decir: "Señor, a menudo has escuchado, ayudado y salvado. En años pasados lo has hecho, por tanto ayúdame otra vez, porque en ti hay abundante redención y tu brazo no se ha acortado".

EN OCTAVO LUGAR, encontremos satisfacción en el hecho de que estamos en el camino del deber, y eso nos dará un coraje santo en tiempos de peligro. "¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?" (1 Pedro 3:13). O si alguien intenta dañarnos, sigamos el consejo de Pedro "encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien" (1 Pedro 4:19).

Considerar esto, es lo que hizo que el espíritu de Lutero se elevase por sobre todo temor. Él dijo: "En la causa de Dios, siempre soy, y seré fuerte. En ello asumo este título 'no me inclinaré ante nadie'". Una buena causa hará que el espíritu de un hombre se levante. Escuchemos el dicho de un incrédulo para vergüenza de los cristianos: Cuando el emperador Vespasiano ordenó a Fluidus Priseus que no fuese al senado, o que si fuera, no hablara nada excepto lo que él le dijese, el senador respondió noblemente que "era un senador, y lo adecuado es que estuviese en el senado, y que estando allí, se exigía que diese su consejo, y que hablaría libremente aquello que su conciencia le dictara". Al amenazarle el emperador con que entonces moriría, él contestó: "¿Acaso le dije alguna vez que fuese inmortal? Haga lo que desee, y yo haré lo que es debido. Está en su poder matarme injustamente, y en mi poder, el morir con constancia".

La justicia es una coraza: que tiemble aquel a quien el peligro lo encuentre fuera de la senda del deber.

jueves, 6 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

EN QUINTO LUGAR, consideremos solemnemente que, aunque sucediesen de verdad las cosas que tememos, hay más mal en nuestros propios temores que en aquello que tememos. No solo porque el menor mal del pecado es peor que el mayor mal de un sufrimiento, sino porque ese temor pecaminoso es en realidad peor que la condición de la cual tenemos tanto miedo. El temor es una emoción que se multiplica y atormenta: representa a los problemas mucho mayores de lo que son, y de esa forma tortura al alma mucho más que el sufrimiento mismo.

Así sucedió con Israel en el Mar Rojo: clamaron y tenían temor, hasta que dieron un paso dentro del agua y el pasaje se abrió a través del mar que creían que los iba a ahogar. Así nos sucede a nosotros. Miramos a través de la lente del temor carnal sobre las aguas de la tribulación, la crecida del Jordán, y clamamos: "¡Oh, son inabordables, pereceremos en ellas!" Pero cuando llegamos a entrar en medio de la inundación, encontramos que la promesa se cumple: "Dios dará una salida".

De esa forma le sucedió a un bendito mártir cuando quiso hacer una prueba poniendo un dedo en una vela encendida y vio que no podía soportarlo. Entonces clamó "¡Cómo es esto! ¿No puedo soportar que se me queme un dedo?" Pero cuando llegó la mañana, pudo entrar contento a las llamas con estos versos de las Escrituras en su boca: "No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti" (Isaías 43:1-2).

EN SEXTO LUGAR, consultemos las muchas preciosas promesas que fueron escritas para afirmarnos y consolarnos en todo peligro. Estas son nuestro refugio al que podeos huir y estar seguros cuando las saetas del peligro vuelan de noche, y la mortandad al mediodía destruya.

Hay promesas particulares para casos y exigencias particulares, así como también hay promesas que alcanzan a todos los casos y situaciones, tales como las siguientes: "Todas las cosas nos ayudan a bien" (Romanos 8:28); "Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen" (Eclesiastés 8:12).

Si simplemente pudiésemos creer estas promesas, nuestro corazón se afirmaría. Si pudiésemos rogar a Dios como hizo Jacob ("Y tú has dicho: Yo te haré bien". Génesis 32:12) eso nos aliviaría en cualquier problema.

miércoles, 5 de junio de 2024

Biblia, Reforma y dignidad de la mujer. Dr. César Vidal. Congreso de la ...


GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

EN TERCER LUGAR pongamos sobre nuestro corazón las prohibiciones expresas de Cristo sobre este caso, y permitamos que nuestros corazones tengan temor de violarlas.

Él nos ha encargado que no tengamos miedo: "cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis" (Lucas 21:9), "en nada intimidados por los que se oponen" (Filipenses 1:28). En Mateo 10, en el espacio de seis versículos, nuestro Salvador nos ordena tres veces que no temamos a los hombres. ¿Nos hace temblar la voz de un hombre y no lo hará la de Dios? Si tenemos un espíritu tan temeroso, ¿cómo es que no tememos desobedecer el mandamiento de Jesucristo? Creo que el mandamiento de Cristo debería tener tanto poder para darnos calma, como la voz de una pobre lombriz no lo tiene para aterrorizar nuestro corazón. "Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? y ya te has olvidado del Señor tu Hacedor" (Isaías 51:12-13).

No podríamos tener el pecado de temer a las criaturas sin haber olvidado a Dios primero. Si recordásemos quién es Él y lo que ha dicho, no tendríamos un espíritu tan débil. Por tanto, reflexionemos en esto en las temporadas de peligro. Si permitimos que entre a nuestro corazón el esclavizante temor al hombre, estaremos perdiendo el asombro y temor reverente hacia Dios ¿y nos atreveremos a echar fuera el temor del Todopoderoso por la desaprobación de los hombres? ¿Levantaremos al polvo orgulloso por encima del gran Dios? ¿Correremos hacia un pecado cierto para evitar un peligro probable? ¡Guardemos nuestro corazón con esta consideración!

EN CUARTO LUGAR recordemos cuántos problemas innecesarios nos han traído nuestros temores en ocasiones pasadas: "Todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige?" (Isaías 51:13).  El opresor parecía dispuesto a devorar, pero no hemos sido devorados. Dios dice: "No ha venido sobre ti lo que temías; has desperdiciado tu espíritu, desordenado tu alma y debilitado tus manos sin ningún propósito. Podrías haber mantenido eso mientras mantenías tu paz y ser dueño de tu alma con paciencia".

Y en esto no podemos dejar de observar una profunda forma de actuar de Satanás, en la que consigue poner una trampa al alma con temores vanos. Los llamo vanos en referencia a que acaban frustrados por la providencia, pero ciertamente no son vanos en cuanto al fin que Satanás persigue al levantarlos; porque en esto él actúa como los soldados en el asedio de un fuerte, que cansan a los que están asediados mediante una vigilancia constante, y los indisponen para tomar resistencia cuando ataquen de verdad, ya que cada noche los hacen despertarse con falsas alarmas, que acaban en nada pero marcadamente responden al plan del enemigo.

¡Oh! ¿Cuándo estaremos conscientes de las maquinaciones de Satanás?