- No puede ser más perdonado ni más justificado que en el momento que creyó, aunque sienta que va creciendo.
- Sí puede ser más santificado porque cada gracia en su nuevo carácter puede ser fortalecida, aumentada y profundizada.
Este es el significado evidente de la última oración de nuestro Señor por sus discípulos cuando dijo: "Santifícalos" y de la oración de Pablo por los tesalonicenses: "El mismo Dios de paz os santifique" (Jn. 17:17; 1 Ts. 5:23). En ambos casos, la expresión implica claramente, la posibilidad de un crecimiento en santidad. Por otro lado, una expresión como "justifícalos" no se usa ni una vez en las Escrituras refiriéndose a un creyente porque no puede ser más justificado de lo que ya es. No encuentro ninguna base en las Escrituras para la doctrina de "santificación imputada". A mi parecer, es una doctrina que confunde conceptos que son distintos y que lleva a consecuencias muy malas. No menos importante, es que se trata de una doctrina rotundamente contradicha por la experiencia de todos los cristianos más eminentes. Y hay un punto en el que coinciden los santos más consagrados a Dios que es este: Ven más, saben más, sienten más, hacen más y creen más al ir creciendo en su vida espiritual y en proporción a cuán cerca caminan de Dios. En resumen, "creced en la gracia" como exhortan San Pablo y San Pedro que lo hagan los creyentes y que abunden "más y más" en esa gracia (2 P. 3:18; 1 Ts. 4:1).
(8) La santificación, una vez más, es algo que depende mucho del uso diligente de las Escrituras. Con esto me refiero a leer la Biblia, orar en privado, asistir regularmente al culto público, escuchar regularmente la Palabra de Dios y participar regularmente de la Cena del Señor. El hecho simplemente es que nadie que descuida tales cosas puede pretender progresar significativamente en santificación. No encuentro ningún registro de ningún santo eminente que haya descuidado estos ejercicios espirituales. Son los canales designados por medio de los cuales el Espíritu Santo nos suple gracia fresca al alma y fortalece la obra que comenzó en el hombre interior. Llámenle los hombres doctrina legalista a esto si quieren, pero nunca dejaré de declarar que creo que no hay ganancia espiritual sin dolor. Así como no esperaría que un granjero prosperara en sus negocios, si se contenta con sembrar sus campos y no volver a trabajar en ellos hasta el tiempo de la cosecha, tampoco puedo esperar que el creyente obtenga mucha santidad, si no es diligente en la lectura de su Biblia, sus oraciones y e buen uso de sus domingos. Nuestro Dios es un Dios que obra a través de medios y nunca bendice al alma del que pretende ser superior y muy espiritual prescindiendo de ellos.