Versículo para hoy:

jueves, 25 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

12. EL TIEMPO DE UNA ENFERMEDAD MORTAL

EN SEGUNDO LUGAR, puede que sirva de ayuda para que nuestro corazón no se atemorice al considerar que la muerte es necesaria para prepararnos para el pleno disfrute de Dios.

Ya sea que estemos dispuestos a morir o no, ciertamente no hay otro modo de completar la felicidad de nuestra alma. La muerte debe hacernos el oficio de quitarnos este velo de carne, esta vida animal que nos separa de Dios, antes de que lo podamos ver y disfrutar plenamente.

"Entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor" (2 Corintios 5:6) ¿Quién no estaría dispuesto a morir por el disfrute perfecto de Dios? Deberíamos gemir como un prisionero a través de los barrotes de esta mortalidad: "¡Oh, si tuviese alas como una paloma, entonces volaría y descansaría!"

Cierto es que la mayoría de los hombres necesitan paciencia para morir, pero un santo, que entiende a qué lo introducirá la muerte, más bien necesita paciencia para vivir. En su lecho de muerte debería mirar afuera y escuchar la venida de su Señor, y cuando percibe que su partida está cerca debería decir: "¡La voz de mi amado! He aquí Él viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados" (Cantares 2:8).

EN TERCER LUGAR, consideremos que la felicidad del cielo comienza inmediatamente después de la muerte.

Esa felicidad no será pospuesta hasta la resurrección, sino que tan pronto como la muerte haya pasado sobre nosotros, nuestra alma será sorbida por la vida. Cuando hayamos soltado amarras de esta costa, seremos rápidamente impulsados hasta las orillas de una eternidad gloriosa.

¿No podremos decir entonces: "Deseo partir y estar con Cristo"? Si el alma y el cuerpo muriesen juntos, o durmiesen hasta la resurrección como algunos han imaginado, hubiese sido una necedad por parte de Pablo desear partir para disfrutar de Cristo, poque habría disfrutado más en el cuerpo de lo que hubiese podido hacerlo fuera de él.

Las Escrituras hablan solo de dos maneras en las que el alma puede vivir: Por fe y por vista. Estas dos formas comprenden la existencia presente y la futura. Ahora bien, si cuando la fe falta, la vista no continúa inmediatamente, ¿qué sería del alma?

Pero la verdad sobre este asunto está claramente revelada en las Escrituras. Miremos en Lucas 24:3 y Juan 14:3. ¡Qué bendito cambio hará la muerte en nuestra condición! ¡Levántate, santo moribundo, y regocíjate! Deja que la muerte haga su trabajo, que los ángeles conduzcan tu alma al mundo de la luz.