3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN
9. EL TIEMPO DE LA TENTACIÓN
EN CUARTO LUGAR, quizás la pequeñez del pecado es utilizada como motivo para cometerlo.
Podemos decir: "Es algo pequeño, un asunto insignificante ¿quién se preocuparía por tales minucias?" Pero ¿acaso es pequeña también la majestad del cielo? Si cometemos ese pecado ofenderemos a un Dios grande. ¿Acaso hay un infierno pequeño para atormentar a pequeños pecadores en él? No, hasta los menos pecadores del infierno están llenos de miseria. Hay una gran ira atesorada para aquellos que el mundo considera pequeños pecadores.
Pero cuanto menor es el pecado, menos deberíamos sentirnos inducidos a cometerlo. ¿Vamos a provocar a Dios por una nimiedad? ¿Destruiremos la paz, haremos daño a la conciencia, y entristeceremos al Espíritu, todo por nada? ¡Qué locura!
EN QUINTO LUGAR, a veces se toma el argumento de la misericordia de Dios y la esperanza de perdón como motivo para reforzar la tentación.
Decimos: "Dios es misericordioso, y dejará pasar esto como una debilidad. No será severo señalándolo". Pero paremos un momento ¿en qué lugar podemos encontrar una promesa de misericordia para los pecadores presuntuosos? El ímpetu involuntario y las debilidades que lamentamos puede que sean perdonadas, "Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja al Señor; esa persona será cortada de en medio de su pueblo" (Números 15:30).
Si Dios es un ser con tanta misericordia, ¿cómo somos capaces de ofenderle? ¿Cómo podemos hacer de un atributo tan glorioso como la misericordia divina una ocasión de pecado? ¿Lo ofenderemos porque es bueno? Más bien dejemos que su bondad nos lleve al arrepentimiento y nos guarde de la transgresión.
EN SEXTO LUGAR, a veces Satanás nos anima a cometer un pecado mostrándonos el ejemplo de hombres santos. Tal o cual persona pecó, y fue restaurada, por tanto, puedes cometer este pecado y aún ser santo y salvo.
Tales sugerencias deben ser repelidas instantáneamente. Si hay buenos hombres que han cometido pecados similares al que nos agita, ¿acaso pecó algún hombre basándose en ese estímulo? ¿Dios hizo que sus ejemplos fuesen registrados como modelo a imitar, o más bien como advertencia? ¿No están puestos como faros para que evitemos las rocas sobre las que ellos se estrellaron? ¿Estamos dispuestos a sentir lo que ellos sintieron por pecar? ¿Nos atrevemos a seguirles en su pecado y meternos en la misma angustia y peligro en el que ellos incurrieron?
Lector, aprende a guardar tu corazón de esta forma en el tiempo de tentación.