Versículo para hoy:

domingo, 26 de mayo de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

2.    EL TIEMPO DE ADVERSIDAD

En octavo lugar, para calmar el corazón también es bueno considerar que al inquietarnos y estar descontentos, nos hacemos más daño del que nos podrían producir las aflicciones. Nuestro propio descontento da armas a nuestros problemas. Hacemos nuestra carga más pesada cuando luchamos bajo su peso.

Si nos quedásemos quietos bajo la mano de Dios, nuestra condición sería mucho más fácil. "La impaciencia en tiempos de enfermedad, produce la severidad del médico". Esto hace que Dios nos aflija más, como hace el padre con el niño tozudo que no recibe la corrección.

Además el descontento hace que el alma esté indispuesta a orar por sus problemas, o a recibir el sentimiento de bien que Dios trata de producir mediante ellos. La aflicción es una píldora, que envuelta con paciencia y sumisión es fácil de tragar. Pero con el descontento mordemos la píldora y amargamos el alma. Dios echa fuera alguna comodidad que ve que puede dañarnos y nosotros echamos fuera nuestra paz detrás de ella. Él dispara una flecha a nuestra roa, que nunca tuvo la intención de dañarnos, y nosotros nos la clavamos hasta dañarnos el corazón por medio de la mala disposición y el descontento.

En noveno lugar, si nuestro corazón (como el de Raquel) todavía no quiere ser consolado, hagamos una cosa más. Comparemos la condición en la que estamos ahora, en la que estamos tan insatisfechos, con la condición en la que están otros y en la mereceríamos estar.

Ahora otros están en medio de llamas, gimiendo bajo el azote de la justicia, y mereceríamos estar entre ellos. Oh alma mía ¿acaso se parece esto al infierno? ¿Es mi condición como la de los condenados? ¡Cuánto darían los miles que ahora están en el infierno para cambiar su situación con la mía!

Un autor dice: He leído que cuando el Duque de Conde se sometió voluntariamente a las inconveniencias de la pobreza, un señor de Italia se fijó en él y sintió lástima y deseó ayudarlo. El buen duque respondió "Señor, no se preocupe, y no crea que sufro por la necesidad, porque envié un heraldo delante de mí que me prepara mis alojamientos y se preocupa de que sea bien tratado". El señor le preguntó quién era ese heraldo. Él respondió: "El conocimiento de mí mismo, y el pensar lo que merezco por mis pecados, que es el tormento eterno. Cuando llego con este conocimiento a mi aposento, aunque lo encuentre desprovisto, pienso que es mucho mejor de lo que merezco. ¿Por qué se quejan los que viven?"

De esta forma se puede guardar el corazón de resentirse e indisponerse bajo la adversidad.