Versículo para hoy:
viernes, 10 de abril de 2020
10 de abril - El verdadero reposo del sábado - Ray Stedman

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Tenemos que reconocer que el sábado
semanal no es el verdadero sábado. Es una imagen o un recordatorio del
verdadero sábado. El verdadero sábado es un descanso, el sábado judío es una
sombra, una imagen de ese reposo. Todas las sombras del Antiguo Testamento
apuntan a Cristo. Cuando la obra de Jesucristo se terminó, las sombras ya no
fueron necesarias.
Hace algunos años, cuando estaba
haciendo mi servicio militar en el ejército en Hawaii, me encontré prometido
con una hermosa muchacha que vivía en Montana, a la que hacía tres o cuatro
años que no había visto. Nos estábamos escribiendo en aquellos días
solitarios y ella me mandó su foto. Era todo cuanto yo tenía para acordarme
de ella y me sirvió de manera moderadamente bien con ese propósito. Pero un
día maravilloso ella llegó a Hawaii y pude verla cara a cara. Cuando llegó la
cosa verdadera, ya no había necesidad de la foto.
Eso es lo que sucedió con estas
sombras del Antiguo Testamento, incluyendo el sábado. Cuando vino el Señor y
hubo acabado Su obra, ya no se necesitaba la imagen. El sábado semanal acabó
en la cruz. En la epístola a los Colosenses, Pablo nos lo confirma diciendo:
“Por tanto, nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a
días de fiesta, luna nueva o sábados. Todo esto es sombra de lo que ha de
venir; pero el cuerpo es de Cristo” (2:16-17).
La sombra del sábado acabó en la
cruz. El día siguiente fue el día de la resurrección, el día cuando el Señor
Jesucristo salió de la tumba. Ese fue el principio de un nuevo día: el día
del Señor. Los cristianos empezaron de inmediato a celebrar el día del Señor
el primer día de la semana. Dejaron de observar el sábado, porque acabó con
el cumplimiento de la realidad de la cruz, y empezaron a observar el primer
día de la semana.
Aunque este sábado, a modo de
sombra, acabó en la cruz, el verdadero sábado, el descanso de Dios, continúa
hoy. El sábado ha sido definido para nosotros en Hebreos 4: “Por tanto, queda
un reposo para el pueblo de Dios, porque el que ha entrado en su reposo,
también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Hebreos 4:9-10).
En esto consiste el verdadero
sábado: en dejar de realizar nuestros propios esfuerzos y nuestras propias
obras. “Bueno”, dirá usted, “si yo hiciese eso, no sería otra cosa que una
gota”. Pero la implicación es que deja usted de realizar sus propios
esfuerzos y depende usted de la obra de otro. Es por ello que Pablo exclama:
“Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Este fue también el
secreto de la vida de Jesús, como hemos visto. Él mismo dijo: “el Padre, que
vive en mí, él hace las obras” (Juan 14:10). Este es el secreto del
cristiano que aprende que “Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13). De manera que el
secreto de la verdadera vida cristiana es dejar de depender de nuestra propia
actividad y descansar en la dependencia de la actividad de Otro que habita en
el interior. Eso es cumplir el sábado.
Señor, enséñame a entrar en Tu
verdadero reposo del sábado, dejando de hacer esfuerzos por complacerte a Ti
y para servirte conforme a mi propia fuerza.
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Aplicación a la vida
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Jesús puede hacer mucho más por
medio de nosotros de lo que nosotros podemos hacer por Él. ¿Cómo cesamos
nosotros en lo que se refiere a nuestros propios esfuerzos y nuestras obras?
¿Hemos hallado el verdadero reposo del sábado en Cristo?
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