Versículo para hoy:
viernes, 6 de septiembre de 2019
6 de setiembre – LO QUE DIOS REVELA
Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar,
para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el
siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17.
He escuchado decir que
hay algunas verdades en la Palabra de Dios de las cuales es mejor no predicar.
Admiten que son verdades, pero dicen que no son edificantes. No estoy de
acuerdo con nada de eso; es como volver atrás, al método que usaron los
romanos. Todo lo que la sabiduría de Dios consideró bueno revelar, los siervos
de Dios deben considerar sabio proclamar. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar
entre esta y aquella verdad y para decir que sobre esto debemos predicar y
sobre aquello no? Este sistema nos convertiría, después de todo, en jueces de
lo que debe ser el evangelio de Cristo. No debe suceder eso con nosotros; sería
asumir una responsabilidad que somos incapaces de llevar.
Mi hermano, lo que el
Señor te haya enseñado por medio de su Espíritu, díselo a otros. Según tengas
oportunidad, revélales lo que Dios te ha revelado a ti; recuerda lo que el
mismo Jesús encargó a sus discípulos: «Lo que les digo en la oscuridad, díganlo
ustedes a plena luz; lo que se les susurra al oído, proclámenlo desde las azoteas»
(Mateo 10:27). Debes predicar todas las verdades en su debida proporción; hay
un tiempo para una y un tiempo para la otra, y no debes omitir ninguna. Al
final de nuestro ministerio, debemos ser capaces de decir: «No me he callado
nada de lo que Dios me ha enseñado, sino que lo he enseñado a otros, así que mi
ministerio ha sido veraz».
A través de la Biblia en un año: Salmos 89-90
5 de setiembre – UN TERRENO PELIGROSO
El amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. 1 Timoteo 6:10.
Yo creo solemnemente que de todos los hipócritas, los peores son aquellos cuyo dios es el dinero. Tal vez pienses que un borracho es peor, pero gracias a Dios hemos visto muchos de ellos que, luego de volver a su vicio en la condición de cristianos caídos, han abandonado su vicio por segunda vez y han regresado. Sin embargo, me temo que han sido muy pocas las veces que hemos visto a hombres avaros alcanzar la salvación, tan pocas veces que pudiéramos escribirlo en la uña de un dedo. Este es un pecado que el mundo no condena, el ministro más fiel escasamente pudiera golpearlo en la frente. Dios es testigo de la dureza con que he tratado a hombres cuya riqueza está en este mundo y que, sin embargo, pretenden ser seguidores de Cristo, pero ellos siempre dicen: «Eso no es conmigo». Lo que yo llamo avaricia ellos lo llaman prudencia, discreción, economía, etc.; y harán acciones que me harían escupir, mientras que ellos piensan que sus manos están limpias luego de llevarlas a cabo, y que pertenecen al pueblo de Dios, y escuchan lo que escucha el pueblo de Dios, y piensan que luego de haber vendido a Cristo por una ganancia irrisoria, todavía irán al cielo. ¡Ay, almas, almas, almas, manténganse alertas, más que todo, de la avaricia! La raíz de toda clase de males no es el dinero, ni la falta de él, sino el amor al dinero. No es el hecho de ganarlo, ni siquiera de ahorrarlo. Es el hecho de amarlo, de convertirlo en tu dios, de considerarlo como lo mejor, y no considerar la causa de Cristo, ni la verdad de Cristo, ni la santidad de Cristo, sino que sacrificas todo lo que posees por obtener ganancias.
A través de la Biblia en un año: Salmos 85-88
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