Versículo para hoy:

miércoles, 24 de abril de 2024

EL MISTERIO DE LA PROVIDENCIA – JOHN FLAVEL

 

CAPÍTULO 4: CÓMO DEBEMOS PENSAR ACERCA DE LAS PROVIDENCIAS ESPECIALES DE DIOS – Parte 1

1- Piense profunda y largamente tanto como pueda, acerca de las providencias de Dios.

El salmista dijo: “Me acordaré de las obras de Jehová; Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en tus obras, y hablaré de tus hechos.” (Sal.77:11-12) Mientras recuerde desde el principio hasta ahora lo que Dios ha sido para usted y lo que ha hecho por usted, su corazón se ablandará antes de que pueda llegar al final de su pensamiento. De no ser así su corazón está endurecido. No hay otra historia tan placentera en todo el mundo como la historia de su vida.

Siga viendo la manera en que Dios le ha guiado hasta que lo entienda mejor. El siervo de Elías siguió mirando al cielo hasta que vio la pequeña nube que pronto cubrió todo el panorama. Así, a primera vista puede que usted no vea gran cosa en algunas providencias, pero después de mirar “siete veces”, verá que su gloria se incrementa cada vez más. Hay que considerar muchas cosas antes de juzgar el valor de un solo acto de la providencia divina. Reflexione -por ejemplo- en el tiempo en que ocurre el evento, la naturaleza personal de un acontecimiento particular, la manera en que un acto de misericordia conduce a otro y además, los medios improbables usados por la providencia. Sobre todas las cosas, debemos pensar acerca del propósito de la providencia, en todo lo que acontece en nuestras vidas. “Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados.” (Romanos 8:28)

Finalmente, la providencia está estrechamente relacionada con la oración. Cuando Dios nos guía a pedirle algo en oración y nos contesta, es como si la providencia estuviera guiada por nuestras oraciones.

2- Piense en cómo la Palabra de Dios es cumplida por la providencia

Josué pudo decir al pueblo de Israel: “No se ha perdido una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros...” (Josué 23:14) Esta es la verdad respecto a todo el pueblo de Dios. Si estamos inquietos acerca de lo que nos está pasado, deberíamos ver lo que la Palabra de Dios dice sobre estas cosas, y muy pronto nuestras mentes encontrarían descanso. El salmista encontró esta misma verdad cuando fue al santuario de Dios y escribió: “Comprendí la postrimería de ellos.” (Salmo 73:17)

Es para nuestro propio beneficio apegarnos a las reglas y normas de la Escritura. Cuando lo hacemos, los eventos de la providencia nos muestran en donde nos desviamos. Igual como cuando David pecó tan horriblemente y la providencia divina le mostró su error. (2 Sam.12:11,12) La Palabra de Dios nos dice que es mejor confiar en Dios que confiar en el hombre. Efectivamente, la Escritura maldice a cualquiera que pone su confianza en el hombre y no en Dios. (Salmo 118:8; Jeremías 17:5) ¡Cuán grandes son las promesas divinas de que la providencia cuidará a los piadosos! Nos dicen que no hay ningún hombre que haya dejado su casa o sus posesiones por causa del Evangelio, que perdiera cosa alguna. (Marcos 10:29,30) El apóstol Pablo es un ejemplo de uno que dejó todo para seguir a Cristo. Pablo habla de sí mismo como: “no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”. (2 Cor. 6:10) Desde aquel entonces hasta el día de hoy, muchos millares han encontrado que al obedecer y confiar en las promesas de Dios han sido suplidos con más de lo que tenían antes.

La Palabra de Dios declara que en cualquier condición en que se encuentren los creyentes, Dios nunca les desamparará ni los dejará. (Hebreos 13:5) Estará con ellos aún en la angustia. (Salmo 91:15) Pregúntese a sí mismo: ¿Dios me ha dejado bajo la presión de mis cargas? Puede que se haya sentido como David cuando dijo: “Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl...” (1 Samuel 27:1) Pero igual como él, usted ha sido librado de sus problemas y las promesas de Dios se han cumplido al pie de la letra. Leemos que la Palabra de Dios es el único apoyo y alivio en el día oscuro de la aflicción (Salmo 119:50,92) y que para este propósito fue escrita la Palabra. (Rom.15:4) ¿No ha sido confirmada esta verdad por miles de experiencias? Si la providencia le ha mostrado tales promesas y le ha asegurado que el Señor le ama, entonces ¡el peso de sus cargas es menos que antes! También la providencia confirma la Palabra que dice que la única manera de incrementar nuestras posesiones es por medio de dar alegremente a otros como al Señor. (Proverbios 11:24,25; 19:17)  La mejor manera para gozar de la paz y la tranquilidad mental consiste de obedecer la Palabra escrita y encomendarnos en todo lo que le concierne al Señor. (Salmo 37:5-7; Proverbios 16:3) No estoy diciendo que los creyentes nunca estarán afligidos. Tampoco afirmo que Dios siempre castiga cada pecado de inmediato. (Si lo hiciera así, ¿Quién podría mantenerse? Salmo 130:3) Pero lo que afirmo es esto: Cuando Dios disciplina a sus hijos lo hace en su misericordia. Por medio de tales providencias, tanto las amenazas como las promesas de la Palabra de Dios son cumplidas.

3- Asegúrese de ver a Dios como Aquel que causa y dirige todos los eventos de la providencia

Dios es “el Padre de misericordia y el Dios de toda consolación.” (2 Cor.1:3) Y “vuestro padre celestial sabe que de todas esas cosas habéis menester.” (Mat.6:32) Usted solo tiene que decirle lo que necesita para estar libre de la ansiedad. (Fil.4:6) Observe la sabiduría de la libre gracia de Dios, la cual es el medio a través del cual las misericordias divinas le llegan. Todas ellas le llegan por medio de la sangre de Cristo y del pacto de la gracia. (1 Cor.3:22-23)

Nunca olvide que Dios es soberano. Dios es un ser mucho más grande que usted, el Todopoderoso quien hace según le place. (Sal. 115:3) Hace unos cuantos años usted ni siquiera existía. Cuando a Él le plació traerle a usted al mundo, usted no tuvo nada que ver en cuanto al lugar o la condición en la cual habría de nacer. 

Debemos ver también a Dios en las providencias tristes. Vea la gracia y la bondad de Dios en todos los acontecimientos tristes. Aún en los momentos más oscuros podemos ver dos clases de la bondades de Dios: 

  • Primero: misericordia en no acabar con el mundo.
  • Segundo: misericordia en preservar a su pueblo para el mundo venidero. Entonces vea la sabiduría de Dios en todas sus aflicciones. La duración y la cantidad del sufrimiento son tales que no lo dejan a usted desamparado. Vea estas cosas y hágase la pregunta que Dios hizo a Jonás: “¿Te enojas tanto por la calabacera?” (Jon. 4:9) La fidelidad del Señor significa que no fallará en disciplinar cuando fuera necesario, ni desamparará a su pueblo mientras que la aplica. (1 Ped. 1:6 y 2 Cor.4:9) 
¿No puede ver usted más en Dios, que en cualquier persona o cosa que hubiera perdido? Él es la Roca de la eternidad, “El mismo ayer, hoy y por los siglos.” (Heb.13:8) Podría ser que dos o tres días hayan efectuado un cambio triste en sus circunstancias; pero Dios es todavía el mismo de siempre, el tiempo no hace ningún cambio en Él. “Se seca la hierba, se marchita la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.” (Isa. 40:8)