Versículo para hoy:

jueves, 6 de junio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

4.    EL TIEMPO DE PELIGRO Y DISTRACCIÓN PÚBLICA

EN QUINTO LUGAR, consideremos solemnemente que, aunque sucediesen de verdad las cosas que tememos, hay más mal en nuestros propios temores que en aquello que tememos. No solo porque el menor mal del pecado es peor que el mayor mal de un sufrimiento, sino porque ese temor pecaminoso es en realidad peor que la condición de la cual tenemos tanto miedo. El temor es una emoción que se multiplica y atormenta: representa a los problemas mucho mayores de lo que son, y de esa forma tortura al alma mucho más que el sufrimiento mismo.

Así sucedió con Israel en el Mar Rojo: clamaron y tenían temor, hasta que dieron un paso dentro del agua y el pasaje se abrió a través del mar que creían que los iba a ahogar. Así nos sucede a nosotros. Miramos a través de la lente del temor carnal sobre las aguas de la tribulación, la crecida del Jordán, y clamamos: "¡Oh, son inabordables, pereceremos en ellas!" Pero cuando llegamos a entrar en medio de la inundación, encontramos que la promesa se cumple: "Dios dará una salida".

De esa forma le sucedió a un bendito mártir cuando quiso hacer una prueba poniendo un dedo en una vela encendida y vio que no podía soportarlo. Entonces clamó "¡Cómo es esto! ¿No puedo soportar que se me queme un dedo?" Pero cuando llegó la mañana, pudo entrar contento a las llamas con estos versos de las Escrituras en su boca: "No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti" (Isaías 43:1-2).

EN SEXTO LUGAR, consultemos las muchas preciosas promesas que fueron escritas para afirmarnos y consolarnos en todo peligro. Estas son nuestro refugio al que podeos huir y estar seguros cuando las saetas del peligro vuelan de noche, y la mortandad al mediodía destruya.

Hay promesas particulares para casos y exigencias particulares, así como también hay promesas que alcanzan a todos los casos y situaciones, tales como las siguientes: "Todas las cosas nos ayudan a bien" (Romanos 8:28); "Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen" (Eclesiastés 8:12).

Si simplemente pudiésemos creer estas promesas, nuestro corazón se afirmaría. Si pudiésemos rogar a Dios como hizo Jacob ("Y tú has dicho: Yo te haré bien". Génesis 32:12) eso nos aliviaría en cualquier problema.