Versículo para hoy:
lunes, 19 de febrero de 2018
FEBRERO 19
“Bien que te he afligido, no más te
afligiré”. Nahum 1:12.
La aflicción tiene su fin. Dios la
manda y Dios la quita. ¿Suspiras tú, y dices: “Cuándo será el fin”? Acuérdate
que nuestras penas ciertamente y del todo cesarán cuando esta pobre vida
terrestre se termine. Esperemos callando, y soportemos con paciencia la
voluntad del Señor hasta que venga.
Mientras tanto, nuestro Padre celestial
quita la vara de sobre nosotros, cuando haya llevado a cabo su designio al
usarla. Cuando haya echado a latigazos nuestras locuras, no habrá azotes. O si
la aflicción ha sido enviada para probarnos, para que nuestras gracias glorifiquen
a Dios, terminará cuando el Señor nos haya hecho testigos para su alabanza. No
desearíamos que se acabara la aflicción hasta que Dios haya sacado de nosotros
toda la honra que es posible que le demos.
Tal vez hoy habrá “grande bonanza”.
¿Quién sabe cuándo esas olas furiosas darán lugar a un mar de vidrio, y las
aves marinas se asentarán sobre las ondas apacibles? Después de larga tribulación
el trillo se levanta y el trigo descansa en el granero. Tal vez antes que pasen
muchas horas, estaremos tan alegres como ahora estamos tristes. No es difícil
para el Señor cambiar la noche en día. El que manda a las nubes puede también
fácilmente despejar el cielo. Tengamos ánimo. Más adelante todo será mejor.
Cantemos aleluya anticipadamente.
FEBRERO 18
“Cumplirá el deseo de los que le
temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará”. Salmo 145:19.
Su propio Espíritu ha producido este
deseo en nosotros, y por lo tanto Él lo cumplirá. Es su propia vida en nosotros
la que inspira el clamor, y por lo tanto Él lo oirá. Los que le temen son
hombres bajo la más piadosa influencia, y por lo tanto su deseo es glorificar a
Dios y gozar de Él para siempre. Como Daniel, son hombres que desean, y el
Señor hará que realicen sus aspiraciones.
Deseos santos son como la gracia en
hierba, y el Labrador divino los cultivará hasta que llegan a ser como grano
lleno en la espiga. Hombres que son temerosos de Dios desean ser santos y
útiles y una bendición para otros, honrando así al Señor. Desean provisión para
sus necesidades, ayuda para sus cargas, dirección en la perplejidad, y
liberación en sus apuros; y algunas veces este deseo es tan fuerte, y su caso
tan apremiante, que claman en su agonía como hacen los niños pequeños que están
padeciendo, y entonces el Señor obra muy comprensivamente y hace todo lo que es
necesario, según esta palabra; “y los salvará”.
Sí, si tememos a Dios, no tenemos nada
más que temer; si clamamos al Señor, nuestra salvación es segura.
Que el lector ponga este versículo en
su lengua, y que lo guarde en su boca todo el día, y le será como “hojuelas con
miel”.
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