Versículo para hoy:

viernes, 29 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(b) La gran mayoría de los cristianos mundanos e irreflexivos entre nosotros se oponen a la doctrina de la seguridad del creyente. Les ofende e irrita oír de ella. No les gusta que otros se sientan tranquilos y seguros porque ellos mismos no se sienten así. ¡Pregúnteles si sus pecados han sido perdonados y, probablemente, le dirán que no saben! Entonces, no nos extrañe que no puedan aceptar la doctrina de la seguridad.

(c) Pero hay también algunos creyentes auténticos que rechazan la seguridad o que la evitan como una doctrina llena de peligros. Consideran que es casi una presunción. Parecen creer que es una muestra de humildad no sentirse nunca seguros, nunca confiar totalmente y vivir con cierto grado de duda y suspenso con respecto a sus almas. Esto es de lamentar y perjudica en gran manera.

(d) Admito sinceramente que hay personas presuntuosas que profesan sentir una confianza que no tiene una garantía bíblica: Siempre hay algunos que piensan bien de sí mismos cuando Dios piensa lo contrario; también hay algunos que piensan mal de sí mismos cuando Dios piensa bien de ellos. Siempre habrá gente así. Nunca ha existido una verdad bíblica que no sufra abusos y sea falsificada. La elección de Dios, la impotencia del hombre y la salvación por gracia sufren abusos por igual.

jueves, 28 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

I. Una esperanza segura es algo cierto y bíblico

Primero, entonces procuraré mostrar que una esperanza segura es algo cierto y bíblico. La seguridad, como lo que expresa Pablo en los versículos que encabezan este capítulo, no es mera fantasía ni un simple sentimiento. No es el resultado de una reacción animal intensa, ni la percepción de una persona con temperamento sanguíneo. Es un don positivo del Espíritu Santo, otorgado sin relación alguna con el físico, un don que cada creyente en Cristo debiera anhelar y buscar.

En temas como estos, la primera pregunta es esta:

(a) ¿Qué dicen las Escrituras? Contesto la pregunta sin ninguna vacilación. Me parece a mí que la Palabra de Dios enseña claramente que el creyente puede llegar a tener una confianza segura con respecto a su propia salvación.

Afirmo plena y ampliamente como verdad de Dios, que el verdadero cristiano, el hombre convertido, puede llegar a un grado de fe en Cristo tan segura que, en general, se siente con una confianza total en cuando al perdón y la seguridad de su alma; rara vez tendrá dudas, rara vez lo distraerán los temores, rara vez lo molestarán ansiosos cuestionamientos y, en suma, aunque veces se sentirá desconcertado por los muchos conflictos interiores con el pecado, esperará con anticipación la muerte sin temblar y el juicio sin consternación. Esto, afirmo yo, es la doctrina de la Biblia1.

Tal es mi posición sobre la seguridad. Les pido a mis lectores que la tengan muy en cuenta. No digo ni menos ni más de lo que ya he presentado.

Una afirmación como esta es, a menudo, disputada y negada. Muchos no ven nada de verdad en ella.

La Iglesia Católica Romana denuncia la garantía de la seguridad en términos contundentes. El Concilio de Trento declara sin tapujos que "la seguridad del creyente en el perdón de sus pecados es una seguridad vana e impía" y el cardenal Bellarmine, reconocido campeón del catolicismo romano, llama a la seguridad "un error capital de los herejes".

-------------

"La plena seguridad de que Dios ha librado a Pablo de condenación, sí, tan plenamente y real que produce agradecimiento y triunfos en Cristo, puede confundirse y, de hecho, se entremezcla con las quejas y lamentos de una condición desdichada porque permanecía en el apóstol el cuerpo de pecado". - Triumph of Faith (Triunfo de la fe) por Rutherford, 1645.

martes, 26 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

(c) Escuchemos una vez más al apóstol. Mira hacia adelante al gran día cuando tendrá que rendir cuentas y lo hace sin dudar.

Note sus palabras:

"Me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida".

"Una recompensa gloriosa", parece decir, "está preparada y reservada para mí, una corona que sólo reciben los justos. En el gran Día del juicio, el Señor me dará a mí esta corona y la dará a todos los que lo han amado como un Salvador invisible y han anhelado verle cara a cara. Mi obra en la tierra ha terminado. Me queda sólo esto para esperar, esto y nada más".

Observemos que el apóstol habla sin ninguna vacilación y sin desconfianza. Considera la corona como cosa segura, como si ya fuera suya. Declara con una confianza inquebrantable y seguridad absoluta que el Juez justo le dará esa corona. El gran trono blanco, todos los pueblos reunidos, los libros abiertos, la revelación de todos los secretos, los ángeles que escuchan y la sentencia imponente, eran cosas que Pablo conocía muy bien. Pero ninguna de estas lo impresionaba. Su fe fuerte las sobrepasaba a todas y veía a Jesús únicamente, a su Abogado vencedor absoluto, la sangre de la aspersión y el pecado limpiado. "Me está guardada", dice, "la corona". "El Señor me dará a mí esa corona". Habla como si hubiera visto todo esto con sus propios ojos.

Estas son las cosas principales que estos versículos contienen. No me enfocaré en todo el pasaje porque quiero limitarme al tema especial de este capítulo. Trataré de considerar el tema de la inquebrantable "esperanza segura", con la que el apóstol mira en perspectiva el día del juicio.

Lo haré enseguida, por la gran importancia que le da el apóstol al tema de la seguridad y la gran negligencia que, humildemente admito, ha sufrido a menudo en la actualidad.

Pero a la vez lo hago con temor y temblor. Siento que estoy pisando un terreno difícil y que es fácil hablar de esto sin reflexionar y de un modo no bíblico. El camino entre la verdad y el error, en este caso, es un laberinto angosto y estaré muy agradecido si puedo hacerle bien a algunos sin perjudicar a otros.

Hay cuatro componentes que quiero presentar al hablar sobre el tema de la seguridad y pueden despejar nuestro camino a medida que los voy nombrando.

I. Primero, entonces, procuraré mostrar que una esperanza segura, como la que Pablo expresa, es algo cierto y bíblico.

II. En segundo lugar, haré esta amplia afirmación: El que nunca llega a tener esta esperanza segura puede, aun así, ser salvo.

III. En tercer lugar, daré algunas razones por las cuales una esperanza segura es sumamente deseable.

IV. Por último, trataré de destacar algunas causas por las cuales, rara vez, se llega a tener una esperanza segura.

Pido la atención de todo el que le interesa el gran tema de este capítulo. Si no me equivoco, hay una relación muy estrecha entre la verdadera santidad y la seguridad. Antes de terminar esta exposición, espero haber mostrado a mis lectores la naturaleza de esa relación. Por ahora, me contento con decir que donde hay más santidad, por lo general, hay también más esperanza.

lunes, 25 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(b) Escuchémosle otra vez. Mira hacia atrás a su vida de ministerio y lo hace sin remordimientos. Dice ahora:

"He peleado la buena batalla". Aquí habla como un soldado. He peleado la buena batalla con el mundo, la carne y el diablo, de la que tantos retroceden y tantos evitan.

"He acabado la carrera". Aquí habla alguien que ha corrido para ganar un premio. He corrido la carrera programada para mí. He cubierto el territorio que me fue asignado, sin importar lo duro y empinado que era. No he abandonado la carrera por las dificultades que conlleva, ni me desanimé por lo larga que era. Por fin tengo la meta a la vista.

"He guardado la fe". Aquí habla como un mayordomo. Me he mantenido fiel al glorioso evangelio que me fue encomendado. No lo he mezclado con tradiciones humanas, no he arruinado su sencillez agregando mis propias invenciones, ni he dejado que otros la adulteraran, aun viéndome obligado a enfrentarlos cara a cara. 

"Como un soldado, un corredor y un mayordomo", parece decir: "No me avergüenzo".

Feliz el cristiano que al partir del mundo, puede dejar el legado de un testimonio como este. Una conciencia limpia no salva a nadie, no quita el pecado, no lleva ni un milímetro más cerca del cielo. No obstante, una conciencia limpia será una compañera agradable junto a nuestro lecho a la hora de morir. Hay un hermoso pasaje en El Progreso del Peregrino que describe la travesía de Integridad a la casa de su Padre:

Integridad les llamó a sus amigos y les dijo: Muero, pero no haré testamento. Mi integridad irá conmigo; que lo sepan los que vinieren después. Llegado el día señalado, se apercibió para hacer la travesía. El río, en aquel entonces, se había desbordado en algunas partes; pero Integridad, que en vida había apalabrado a un tal Buena-Conciencia para que le auxiliase, lo encontró allí, y dándole la mano, le ayudó a través de las aguas.

Podemos estar seguros de que hay algo de cierto en ese pasaje.

sábado, 23 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

7. Seguridad

"Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida".

2 Timoteo 4:6-8

Los tres puntos de vista del Apóstol Pablo

En las palabras de las Escrituras que encabezan esta página, notamos al Apóstol Pablo mirando en tres direcciones: Hacia abajo, hacia atrás y hacia adelante: hacia abajo a la tumba, hacia atrás a su propio ministerio y hacia adelante a aquel gran día, ¡el Día del juicio!

Nos hará bien ponernos junto al Apóstol por unos minutos y tomar nota de las palabras que usa. ¡Feliz el alma que puede mirar hacia donde Pablo miró y hablar como él lo hizo!

(a) Mira hacia abajo a la tumba y lo hace sin temor. Escúchele decir: 

"Yo ya estoy para ser sacrificado". Soy como un animal llevado al lugar del sacrificio y atado con cuerdas a los cuernos del altar. La ofrenda de bebida, que generalmente acompaña a la oblación, ya está siendo derramada. Ya se han realizado las últimas ceremonias. Ya se han hecho todos los preparativos. Sólo queda recibir el golpe mortal y entonces, todo habrá terminado.

"El tiempo de mi partida está cercano". Soy como un barco que está por zarpar al mar. Todos a bordo están listos. Sólo espero soltar amarras y levar anclas para zarpar y emprender mi viaje.

¡Estas son palabras asombrosas que proceden de un hijo de Adán como nosotros! La muerte es algo solemne y nunca lo es más que cuando vemos que se acerca. La tumba es un lugar frio y repulsivo, y es inútil que pretendamos que no es aterrador. Sin embargo, aquí está un mortal que puede mirar con calma ese sitio estrecho "destinado a todos los vivientes" y decir, estando al borde de él: "Lo veo todo, y no tengo temor".

viernes, 22 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Consideraciones finales

Echemos fuera, viendo como inútil la noción común de que es posible irnos a los "extremos" o "llegar demasiado lejos" en lo que a religión se refiere. Esta es una mentira favorita del diablo y la hace circular a los cuatro vientos. No cabe duda que existen los exaltados y fanáticos que hacen quedar mal al cristianismo con sus extravagancias y sus locuras. Pero si lo que uno quiere decir es que el hombre mortal puede ser demasiado humilde, demasiado caritativo, demasiado santo o demasiado diligente en hacer el bien, tiene que ser o un indigno o un necio. Es fácil ir demasiado lejos en servir a los placeres y al dinero. Pero no hay extremos en seguir todo lo que conforma la verdadera religión y servir a Cristo.

Nunca comparemos nuestra religión con la de otros, ni pensemos que estamos haciendo suficiente si hemos ayudado a otros más allá de nuestros vecinos. Esta es otra trampa del diablo. Atengámonos a lo nuestro. "¿Qué a ti?" dijo nuestro Maestro en cierta ocasión: "Sígueme tú" (Jn. 21:22). Sigamos adelante teniendo como meta la perfección. Sigamos adelante, haciendo de la vida y el carácter de Cristo nuestro único modelo y ejemplo. Sigamos adelante, recordando todos los días que, aun en el mejor de los casos, no somos más que miserables pecadores. Sigamos adelante, sin olvidar nunca que no tiene ninguna importancia si somos mejores que los demás o no. En el mejor de los casos, somos peor de lo que deberíamos ser. Siempre tendremos lugar para mejorar. Hasta el final seremos deudores de la misericordia y la gracia de Cristo. Entonces dejemos de mirar a otros y de compararnos con ellos. Ya tendremos bastante para hacer si miramos dentro de nuestro propio corazón.

En último lugar, pero no por eso menos importante, si algo sabemos de crecimiento y de la gracia y anhelamos saber más, no nos sorprenda que tengamos que pasar por muchas pruebas y aflicciones en este mundo. Creo firmemente que esta es la experiencia de casi todos los santos más insignes. Les sucedió igual que a su bendito Maestro que fue "despreciado y desechado entre los hombres" y tuvo que "perfeccionarse por aflicciones" (Is. 53:3; He. 2:10). Es impactante lo que dijo nuestro Señor cuando declaró: "Todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto" (Jn. 15:2). Es un hecho lamentable que la prosperidad continua temporal, por regla general, obra en detrimento del alma del creyente. No podemos aguantarlo. Las enfermedades, pérdidas, cruces, ansiedades y desencantos parecen ser absolutamente necesarios para mantenernos humildes, en guardia y en un buen nivel espiritual. Aquellas aparentes calamidades son tan indispensables como el cuchillo para podar la vid y el fuego para refinar el oro. No son agradables, humanamente no nos gustan, y a menudo no podemos comprender el por qué. La Biblia dice que "ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados" (He. 12:11). Cuando lleguemos al cielo, encontraremos que todo obró para nuestro bien.

Permanezcan estos pensamientos en vuestras mentes si es que anhelamos crecer en la gracia. Cuando vengan los días oscuros, no nos resulte extraño. Más bien recordemos que las lecciones asimiladas en días oscuros nunca las hubiéramos aprendido en los días soleados. Digámonos: "Esto también es para mi provecho a fin de que pueda ser yo partícipe de la santidad de Dios. Me es enviado con amor. Estoy en la mejor escuela de Dios. Corrección es instrucción. Esto tiene el fin de hacerme crecer".

Dejo aquí el tema de crecimiento en la gracia. Espero haber dicho lo suficiente como para poner a pensar a algunos lectores. Todo se está avejentando: El mundo se está poniendo viejo, nosotros mismos nos estamos poniendo viejos, unos cuantos veranos más, unos cuantos inviernos más, algunas enfermedades más, algunas aflicciones más, algunos casamientos más, algunos funerales más, algunas reuniones más y algunas partidas más, y después ¿qué? Bueno pues, ¡el pasto estará creciendo sobre nuestras tumbas!

Entonces, ¿no sería bueno que miráramos nuestro interior y les hiciéramos a nuestras almas una sencilla pregunta? En la religión, en las cosas que conciernen a nuestra paz, en el grandioso tema de nuestra santidad personal, ¿estamos yendo adelante? ¿Estamos creciendo?

jueves, 21 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

(3) Este libro puede caer en manos de algunos que realmente están creciendo en la gracia, pero que no son conscientes de ello y no lo reconocen. ¡Su propio crecimiento es la razón por la cual no ven su propio crecimiento! Su aumento continuo de humildad no les deja sentir que están progresando9. Sus rostros resplandecen como el de Moisés cuando bajó del monte después de haber hablado con Dios. La Biblia dice que, "no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía después que hubo hablado con Dios" (Ex. 34:29). Tales cristianos, lo admito, no son comunes. Pero se los puede encontrar aquí y allá. Como las visitas de los ángeles, son pocos. ¡Feliz el barrio donde viven estos cristianos que crecen! Conocerlos, verlos y estar en su compañía es como encontrar y ver un poquito del "cielo en la tierra".

¿Qué les diré a estas personas? ¿Qué puedo decirles? ¿Qué debiera decirles? ¿Decirles que despierten y tengan conciencia de su crecimiento y estén contentos por ello? De ninguna manera. ¿Les diré que alardeen de sus propios logros y que se sientan superiores a otros? ¡Dios no lo permita! De ninguna manera. Decirles semejantes cosas no les haría ningún bien. Sobre todo, decirles tales cosas sería una pérdida de tiempo. Si existe una característica que distingue al creyente que crece, es el profundo sentir de que es indigno. Nunca ve en sí mismo nada que elogiar. Solo siente que es un siervo indigno y el peor de los pecadores.

Es el justo, en el día del juicio el que dirá: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos?" (Mt. 25:37). Los extremos son a veces extrañamente iguales. El pecador con conciencia endurecida y el santo insigne son singularmente iguales en un aspecto. Ninguno de los dos tiene plena conciencia de su propia condición. ¡Uno no ve su propio pecado y el otro no ve su propia gracia!

Entonces, ¿No les diré nada a los cristianos que están creciendo? ¿No tengo ningún consejo para darles? La suma y sustancia de todo lo que puedo decirles se encuentran en dos frases: "¡Sigan adelante!" "¡Vayan adelante!"

Nunca podemos tener demasiada humildad, demasiada fe en Cristo, demasiada santidad, demasiada espiritualidad en nuestros pensamientos, demasiado amor, demasiado celo en hacer el bien. Entonces olvidemos continuamente las cosas pasadas y sigamos extendiéndonos a las cosas que están delante (Fil. 3:13). El mejor de los cristianos en estas cosas está infinitamente por debajo de la perfección de su Señor. Diga lo que diga el mundo, no hay ningún peligro de que alguno de nosotros llegue a ser "demasiado bueno".

---------------------

"El cristiano puede estar creciendo, aun cuando no cree que está creciendo. 'Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada; y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas' (Pr. 13:7). La percepción que el cristiano tiene de sus propios defectos en relación con la gracia y su sed por tener mucha más gracia, le hace pensar que no crece. El que anhela tener grandes propiedades, por el hecho de no tener tanto como quisiera, se cree pobre". -T. Watson, 1660.

"Las almas pueden abundar en la gracia, pero no saberlo, no percibirlo. El niño puede ser heredero de una corona o una propiedad de gran valor, pero no saberlo. El rostro de Moisés resplandecía, los demás lo veían, pero él no. Muchas almas preciosas son ricas en la gracia, otros lo ven, lo saben y bendicen a Dios por ello y, aun así, ellos mismos no lo perciben. A veces, esto surge del anhelo intenso del alma por tener riquezas espirituales. La intensidad del anhelo del alma por tener riquezas espirituales con frecuencia quita el propio sentido de que ya se está enriqueciendo. Por el deseo de riquezas de muchos codiciosos y el estar esforzándose tanto por lograrlas, algunos no pueden percibir que, de hecho, ya se están enriqueciendo, no lo pueden creer. Sucede lo mismo con muchos cristianos preciosos: Sus anhelos de obtener riquezas espirituales son tan intensos que anulan el sentido de que ya están enriqueciéndose espiritualmente. Muchos cristianos valen mucho interiormente, pero no lo notan. Fue un hombre bueno el que dijo: 'Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía'. Además, a veces esto sucede porque los hombres no revisan bien sus cuentas. Prosperan y se hacen ricos, pero por no revisar su balance no saben si están yendo para adelante o para atrás. Lo mismo sucede con muchas almas preciosas. Por otro lado, esto sucede, a veces, porque el alma revisa su contabilidad con demasiada frecuencia. Si revisa sus cuentas una vez por semana o una vez por mes, es posible que no discierna que se está enriqueciendo cuando de hecho sí lo esté. Pero si compara su estado de cuentas anualmente, puede percibir claramente que se está haciendo más rico. De manera semejante puede suceder esto en el ámbito espiritual por los errores que el alma comete al revisar sus cuentas. El alma comete errores muchas veces; anda apurada y, entonces, anota diez, en lugar de cien y cien, en lugar de mil. Así como el hipócrita cuenta el cobre como si fuera oro, un centavo como si fuera un peso y siempre se valora muy por encima de su valor real, la persona sincera, con frecuencia, anota sus pesos como si fueran centavos, sus miles como cientos y se valora muy por debajo de su valor real". -Thomas Brooks, Unsearchable Riches, 1661.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(2) Este libro puede caer en las manos de algunos que algo debieran saber de crecer en la gracia, pero que en este momento no saben nada. Han progresado poco, si acaso han progresado algo desde que se convirtieron. Parece que "reposan tranquilos" (Sof. 1:12). Pasan año tras año satisfechos con la gracia de antes, experiencia de antes, conocimiento de antes, fe de antes, logros de antes, expresiones religiosas y frases de antes. Al igual que los gabaonitas, su pan siempre está enmohecido y su calzado siempre remendado y pesado. Parece que nunca avanzan. ¿Es usted como uno de ellos? Si lo es, está viviendo sin aprovechar sus privilegios y dejando de cumplir sus obligaciones. Ya es tiempo de que se examine a sí mismo.

Si tiene razones para creer que es un verdadero creyente pero no crece en la gracia, tiene que haber alguna falta, y alguna falta grave en alguna parte. No puede ser la voluntad de Dios que su alma permanezca inerte. "Dios... da gracia a los humildes" y "ama la paz de su siervo" (Stg.4:6; Sal. 35:27). No puede ser para bien de su propia felicidad ni provechoso para usted que su alma permanezca inerte. Sin crecimiento nunca se regocijará en el Señor (Fil. 4:4). Sin crecimiento no puede hacerle bien a nadie. ¡Esta falta de crecimiento es cosa seria! Tendría que provocar mucha inquietud en su corazón. Puede estar pasando con usted como con los hijos de Israel que "hicieron secretamente cosas no rectas" (2 R. 17:9). Tiene que haber alguna razón.

Siga el consejo que le doy. Resuelva este mismo día que encontrará la razón de su inercia. Palpe con mano fiel y segura cada rincón de su alma. Busque de un extremo al otro de su campamento hasta encontrar el Acán que está debilitando sus manos. Comience con un pedido al Señor Jesucristo, el gran Médico de las almas; pídale que cure el mal secreto en su interior, sea cual sea. Comience como si nunca le hubiera pedido nada, y pídale gracia para amputarse la mano derecha o arrancarse el ojo derecho. Pero nunca, nunca se quede tranquilo si su alma no crece. Por su propia paz, por su propia utilidad, por la honra de la causa de su Hacedor, decídase a encontrar el por qué.

martes, 19 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Aplicación práctica

Dejo aquí el tema de crecer en la gracia. Podría decir mucho más, si el tiempo lo permitiera. Pero espero haber dicho lo suficiente como para convencer a mis lectores de que el tema es uno de suma importancia. Iré terminando con algunas aplicaciones prácticas.

(1) Este libro puede caer en las manos de algunos que nada saben acerca de crecer en la gracia. Se preocupan poco o nada de la religión. Un poco de asistencia apropiada a la iglesia los domingos constituye la suma y la sustancia de su cristianismo. Carecen de vida espiritual, y por ende mientras así sea no pueden crecer. ¿Es usted uno de ellos? Si lo es, se encuentra en una condición lamentable.

Los años pasan en un abrir y cerrar de ojos y el tiempo vuela. Los cementerios se están llenando y las familias son cada vez más pequeñas. La muerte y el juicio se nos están acercando a todos. ¡Y no obstante usted vive inconsciente de su alma! ¡Qué locura! ¡Qué insensatez! ¿Qué suicidio puede ser peor que este?

Despierte antes de que sea demasiado tarde, despierte y levántese de entre los muertos y viva para Dios. Vuélvase al que está sentado a la diestra de Dios para ser su Salvador y Amigo. Vuélvase a Cristo, y clame a él por su alma con todas sus fuerzas. ¡Todavía hay esperanza! Aquel que llamó del sepulcro a Lázaro no ha cambiado. Aquel que mandó al hijo de la viuda de Naín que se levantara de su ataúd puede hacer milagros aun con su alma. Búsquelo sin dilación: Búsquelo ahora mismo. Busque a Cristo si no quiere estar perdido para siempre. No se quede allí, hablando de hacerlo, queriendo hacerlo, con el propósito, la intención, el deseo y la esperanza de hacerlo. Busque a Cristo para poder vivir, y para que, teniendo vida, pueda crecer.

lunes, 18 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(e) Existe un elemento más que es absolutamente necesario para crecer en la gracia, y este es tener una comunión regular y habitual con el Señor Jesús. Nadie suponga que al decir esto estoy hablando de la Cena del Señor. No, nada parecido. Estoy hablando de ese hábito diario de una conversación entre el creyente y su Salvador, que solo puede suceder con fe, oración y meditación. Me temo que es un hábito del cual muchos creyentes saben poco. Una persona puede ser creyente y tener sus pies sobre la roca, y aun así, privarse de sus privilegios. Es posible tener una "unión" con Cristo y aun así, tener poca o nada de "comunión" con él. Pero, aunque parezca mentira, tal cosa sucede.

Me parece a mí que los nombres y oficios de Cristo, según los estipulan las Escrituras, demuestran sin temor a dudas que esta "comunión" entre el santo y su Salvador no es mera fantasía, sino algo realmente cierto. Entre el "Novio" y su esposa, entre la "Cabeza" y sus miembros, entre el "Médico" y sus pacientes, entre el "Abogado" defensor y sus clientes, entre el "Pastor" y sus ovejas, entre el "Maestro" y sus discípulos, está evidentemente implícito el hábito de una comunión cercana, de un pedido diario de las cosas que necesitamos, de un abrir totalmente nuestros corazones y mentes y echar sobre el Señor nuestras cargas. Este hábito de relacionarnos con Cristo de este modo se trata claramente de algo más que una confianza general y vaga en la obra que Cristo hizo por los pecadores. Se trata de acercarnos a él y aferrarnos a él con confianza, como un Amigo cariñoso y personal. Esto es lo que quiero decir por "comunión".

Ahora bien, creo que nadie puede jamás crecer en la gracia si no ha experimentado "comunión" habitual con Cristo. No tenemos que contentarnos con un conocimiento general ortodoxo de que la justificación es por fe y no por obras y que tenemos que poner nuestra confianza en Cristo. Tenemos que ir más allá. Debemos procurar tener una intimidad personal con el Señor Jesús, y tratar con él como el que trata con un amigo querido. Tenemos que comprender lo que es recurrir a él primero ante cada necesidad, hablar con él acerca de cada dificultad, consultar con él a cada paso, contarle a él todos nuestros sufrimientos, incluirlo en todas nuestras alegrías, hacer todo como si nos estuviera viendo y vivir cada día apoyándonos y confiando en él.

Esta es la manera como vivió Pablo. Él decía: "Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios", "para mí el vivir es Cristo" (Gá. 2:20; Fil. 1:21). Es la ignorancia de esta manera de vivir por la cual tantos no ven ninguna belleza en el libro de Cantar de los Cantares. Pero es el hombre que vive de esta manera el que mantiene una comunión constante con Cristo. Este es el hombre, digo enfáticamente, cuya alma crecerá.

domingo, 17 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(c) Otro elemento esencial para crecer en la gracia es cuidar nuestra conducta en las cosas pequeñas del diario vivir. Nuestro temperamento, nuestra lengua, el manejo de nuestras diversas relaciones en la vida, el empleo de nuestro tiempo, entre otras cosas, son aspectos que tenemos que vigilar atentamente si queremos que nuestras almas progresen. La vida se compone de días, y los días de horas, y las cosas pequeñas de cada hora nunca son tan pequeñas que no merezcan la atención del cristiano. Cuando comienza a podrirse la raíz o el corazón de un árbol, se nota primero en las puntas de las ramas pequeñas. "El que desprecia las cosas pequeñas", dice un escritor secular, "caerá poco a poco". Eso es cierto. Dejemos que otros nos desprecien, si quieren, y nos llamen meticulosos y demasiado cuidadosos. Mantengámonos pacientemente en nuestro camino, recordando que "servimos a un Dios a quien lo caracteriza la precisión", que hemos de seguir el ejemplo de nuestro Señor en lo más pequeño al igual que en lo más grande y que tenemos que "tomar nuestra cruz cada día" y cada hora para no pecar. Tenemos que aspirar a tener un cristianismo que, como la savia del árbol, corre por cada ramita y hoja de nuestro carácter y lo santifica todo. ¡Es esta una manera de crecer!

(d) Otro elemento esencial para crecer en la gracia es tener cautela en cuanto a las compañías que frecuentamos y las amistades que formamos. Quizá no haya nada que afecte más el carácter del hombre que las compañías que frecuenta. Nos contagiamos de las costumbres y tendencias de aquellos con quienes vivimos y con quienes conversamos; y desafortunadamente recibimos mucho más mal que bien. La enfermedad puede ser contagiosa, pero la buena salud no. Si un cristiano profesante escoge deliberadamente intimar con los que no son amigos de Dios y se aferran al mundo, es seguro que su alma se perjudicará. Ya de por sí es difícil servir a Cristo bajo cualquier circunstancia en un mundo como este. Pero es más difícil hacerlo si somos amigos de los indiferentes e impíos. Cometer errores en la elección de amigos o de cónyuge es la razón por la cual muchos han dejado totalmente de crecer. "Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres". "La amistad del mundo es enemistad contra Dios" (1 Co. 15:33; Stg. 4:4). Busquemos amigos que nos motiven a ocuparnos de la oración, la lectura bíblica, el uso de nuestro tiempo, de nuestra salvación y de los asuntos del mundo venidero. ¿Quién es capaz de medir el bien que puede hacer la palabra de un amigo dicha en el momento adecuado, o el daño que puede impedir? Es esta una manera de crecer8.

----------------------

"Sean sus mejores amigos los que han hecho de Cristo su mejor amigo. No se fije tanto en el exterior de los hombres como en su interior; mire sobre todo su valor interior. Muchas personas se fijan en el exterior del profesante de la fe. Muéstreme un cristiano que considera el valor interior de las personas, que convierte en sus amigos principales y preferidos a los que están llenos de la plenitud de Dios". - T. Brooks, 1661.

sábado, 16 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(a) Un elemento esencial en el crecimiento en la gracia es la diligencia en usar los medios de gracia privados. Con esto quiero decir los medios que el hombre debe usar él mismo a solas, y que nadie puede usar en su lugar. Incluyo bajo este encabezamiento la oración en privado, la lectura de las Escrituras en privado y la meditación y auto examen en privado. El que no se esfuerza por ocuparse de estas tres cosas no puede esperar crecimiento. Estas son las raíces del verdadero cristianismo. ¡Equivocarse en esto, es equivocarse en todo! Aquí está la razón por la cual parece que muchos cristianos nunca progresan. Son descuidados y negligentes en lo que respecta a sus oraciones en privado. Leen muy poco su Biblia y con muy poco entusiasmo. No se dan tiempo para analizarse y reflexionar en silencio acerca del estado de sus almas.

Es inútil tratar de ignorar que la época en que vivimos está llena de peligros específicos. Es una época de gran actividad, mucho apuro, afán y entusiasmo en la religión. Muchos, indiscutiblemente "muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará" (Dn. 12:4). Muchos aceptan de buena gana ir a reuniones públicas, escuchar sermones o cualquier otra cosa que apele a las "sensaciones". Pocos parecen recordar la necesidad absoluta de tomarse el tiempo para hacer lo que dijo el salmista: "Meditad en vuestro corazón" (Sal. 4:4). Pero sin esto rara vez hay prosperidad espiritual profunda. Sospecho que los cristianos ingleses de hace doscientos años leían mucho más sus Biblias y estaban con más frecuencia a solas con Dios, que lo que están los actuales. ¡Recordemos este punto! La religión en privado tiene que recibir nuestra mayor atención si queremos que nuestra alma crezca.

(b) Otro elemento esencial para crecer en la gracia es el cuidado en usar los medios públicos de la gracia. Por esto, me refiero a los medios que uno tiene a mano como miembro de la iglesia visible de Cristo. Bajo este encabezamiento incluyo las ordenanzas del culto regular del domingo, la unión del pueblo de Dios en oración y alabanza, la predicación de la Palabra y la celebración de la Cena del Señor. Creo firmemente que el modo como se usan estos medios públicos de gracia habla mucho de la prosperidad o falta de ella en el alma del creyente. Es fácil usarlos de una manera fría e indiferente. Su misma familiaridad tiende a que les restemos importancia. El retorno regular de la misma voz, el mismo tipo de palabras y las mismas ceremonias tienden a adormecernos, endurecernos y hacernos insensibles.

Esta es una trampa en la que caen demasiados hombres que profesan ser cristianos. Si queremos crecer tenemos que mantenernos en guardia en cuanto a esto. Este es un asunto que a menudo contrista al Espíritu y perjudica en gran manera a los santos. Procuremos elevar las oraciones antiguas, cantar los himnos de antaño, ponernos de rodillas ante el altar, escuchar la predicación de las antiguas verdades con la misma frescura y las mismas ansias que cuando por primera vez creímos. Es señal de mala salud cuando alguien pierde el apetito, y es señal de declinación espiritual cuando perdemos nuestro apetito por los medios de gracia. Sea lo que sea que haga en cuanto a los medios públicos, hágalo siempre "según [sus] fuerzas" (Ec. 9:10). ¡Esta es la manera de crecer!

viernes, 15 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

III. Los medios para crecer en la gracia

Lo tercero y último que me propongo a considerar es esto: Los medios que deben usar los que anhelan crecer en la gracia. Nunca olvidemos las palabras de Santiago: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces" (Stg.1:17). Esto, sin duda, es cierto en cuanto al crecimiento en la gracia así como lo es en cuanto a todo lo demás. Es un "don de Dios". Pero aun así siempre hemos de recordar que Dios se complace en obrar con los medios. Dios ha ordenado los medios al igual que su finalidad. El que quiere crecer en la gracia tiene que usar los medios para lograr crecimiento7.

---------------

7"La experiencia le enseña a cada cristiano que cuanto más estricta, estrecha y constantemente camina con Dios, más fuerte se hace en el cumplimiento de sus deberes. Los hábitos infundidos mejoran con el ejercicio. El fuego del altar de los sacrificios descendía inicialmente del cielo para hacer arder la leña, pero luego se mantenía vivo por el cuidado y labor de los sacerdotes. Así, los hábitos de gracia espiritual son infundidos inicialmente por Dios, pero tienen que ser avivados por influencias cotidianas que provienen de Él. Pero también nuestros esfuerzos, ejercitándonos en la piedad, dependiendo del Señor mantienen vivo ese fuego santo. Entre más se ejercita el cristiano, más fuerte será". -Collinges sobre la providencia, 1678.

---------------

Me temo que este es un punto demasiado olvidado por muchos creyentes. Muchos admiran el crecimiento de la gracia en otros, y desearían ser como ellos. Pero parece que suponen que los que crecen lo hacen por algún don o favor de Dios, y que ese don no les ha sido dado a ellos así que tienen que contentarse tal como están. Esto es una fantasía contra la cual testificaré con todas mis fuerzas. Quiero que se entienda claramente que el crecimiento en la gracia está conectado estrechamente con los usos al alcance de todo creyente y que, por lo general, las almas que crecen lo hacen porque se valen de estos medios.

Pido especial atención de mis lectores mientras trato de presentar en orden los medios para lograr crecer en la gracia. Desechen para siempre la idea vana de que si un creyente no crece en la gracia no es por su culpa. Determine que el creyente, el hombre avivado por el Espíritu no es meramente una criatura muerta, sino un ser con capacidades y responsabilidades enormes. Grabe en su corazón las palabras de Salomón: "El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada" (Pr. 13:4).

jueves, 14 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

f) Una marca más de "crecimiento en la gracia" es el aumento de celo y diligencia en tratar de hacerle bien a las almas. El hombre cuya alma realmente está "creciendo" se interesará más cada año por la salvación de los pecadores. La obra misionera cercana y la lejana, los esfuerzos por dar más luz y reducir la oscuridad en el ámbito religioso son cosas que ocuparán más de su atención cada año. No se "cansará de hacer el bien" aunque vea que no todos sus esfuerzos son exitosos. No se interesará menos por el avance de la causa de Cristo sobre la tierra a medida que va envejeciendo, aunque aprenderá a esperar menos. Sencillamente seguirá trabajando sean cuales fueren los resultados, (dando, orando, predicando, hablando, visitando, según su posición) y considerará su trabajo como su propia recompensa. Una de las señales más seguras de una declinación espiritual es un interés decreciente en las almas de otros y en el crecimiento del reino de Cristo. ¿Quiere alguien saber si está creciendo en la gracia? Entonces mire su interior para encontrar una creciente preocupación por la salvación de las almas.

Tales son las marcas más dignas de confianza del crecimiento en la gracia. Examinémoslas con cuidado, y reflexionemos sobre lo que sabemos de ellas. Creo que quizá no sean del gusto de algunos cristianos profesantes en la actualidad.

Esos religiosos de alto vuelo cuya única noción del cristianismo es la de un estado de gozo y éxtasis perpetuos, que dicen que han superado por mucho la etapa de conflictos y humillación de sus almas, seguramente considerarán "legalistas", "carnales" y "signos de esclavitud" a estas marcas que he presentado. No puedo evitarlo. No me considero un gran maestro en estas cosas. Solo quiero que mis afirmaciones sean pesadas en la balanza con las Escrituras. Y creo firmemente que he dicho no solo lo que es bíblico sino también lo que coincide con la experiencia de la mayoría de los santos insignes de todas las épocas. Muéstreme un hombre en el cual podemos encontrar las seis marcas mencionadas. Él es el que podría responder satisfactoriamente a la pregunta: ¿ESTAMOS CRECIENDO?

miércoles, 13 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(d) Otra marca del "crecimiento en la gracia" es un aumento de espiritualidad en sus gustos y su mente. El hombre cuya alma está "creciendo" se interesa cada año más en las cosas espirituales. No descuida sus obligaciones en el mundo. Cumple fiel, diligente y consecuentemente cada relación de su vida, sea en su hogar o fuera de él. Pero lo que más ama son las cosas espirituales. Las costumbres, las modas, las diversiones y las distracciones del mundo ocupan cada vez menos lugar en su corazón. No las condena como sumamente pecaminosas, ni dice que los que tienen algo que ver con ellas se van al infierno. Simple y sencillamente siente que cada vez le interesan menos, y poco a poco le parecen menos importantes y más triviales. Los amigos espirituales, las ocupaciones espirituales, las conversaciones espirituales parecen ser cada vez de más valor para él. ¿Quiere alguien saber si está creciendo en la gracia? Entonces mire su interior para encontrar un aumento de espiritualidad en sus gustos6.

-----------------------

6"Si anhela ser rico en las gracias, tenga cuidado por dónde camina. No es rica el alma que sabe mucho o que habla mucho, sino la que es obediente, la que camina cerca de Dios. Otros pueden ser ricos en ideas, pero ninguno tan rico en experiencias espirituales y en todas las gracias santas y celestiales como el cristiano que camina cerca del Señor". -T. Brooks, 1661.

"Es señal de no estar creciendo en la gracia, cuando nos estamos haciendo más mundanos. Quizá, alguna vez, nuestros corazones miraban las cosas de arriba y hablábamos el idioma de Canaán. Pero ahora, nuestras mentes ya no piensan en el cielo, sacamos nuestros placeres de esas minas bajo la tierra y andamos por el mundo con Satanás. Es señal de que estamos retrocediendo y nuestra gracia sufre de tuberculosis. Se puede ver cuando la naturaleza se va desintegrando y es como cuando las personas están cerca de la muerte, se encorvan más hacia la tierra y casi ni pueden traer a su mente un pensamiento celestial; si la gracia no ha muerto, está a punto de morir". -T. Watson, 1660.

-----------------------

(e) Otra marca del "crecimiento en la gracia" es el aumento del amor. El hombre cuya alma está "creciendo" está más lleno de amor cada año, de amor por todos, pero especialmente por los hermanos. Demostrará su amor activamente por una creciente disposición de ser más bondadoso, interesarse por los demás, tener buena disposición hacia todo, ser generoso, afable, comprensivo, tierno y considerado. Lo demostrará pasivamente por una creciente disposición de ser humilde y paciente con todos, de tolerar las provocaciones y no exigir sus derechos, de soportar y abstenerse en lugar de disputar. El alma que crece tratará de pensar lo mejor acerca de la conducta de otras personas, de creer todas las cosas y esperar todas las cosas incluso hasta el fin. No hay marca más segura de la reincidencia y la caída de la gracia, que una creciente tendencia a recalcar las faltas, encontrar fallas y ver los puntos débiles de los demás. ¿Quiere alguien saber si está creciendo en la gracia? Entonces mire su interior para encontrar un incremento de su amor.

martes, 12 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(b) Otra marca del "crecimiento en la gracia" es un aumento de fe y amor por nuestro Señor Jesucristo. El hombre cuya alma está "creciendo" encuentra cada año más de Cristo sobre lo cual descansar, y se regocija más de que tiene tal Salvador. Es indudable que vio mucho de él en el momento en que creyó. Su fe se apropió de la expiación de Cristo que le dio esperanza.

Pero a medida que crece en la gracia ve miles de cosas en Cristo que al principio nunca hubiera soñado. Su amor y poder, su corazón y sus intenciones, sus oficios como Sustituto, Intercesor, Sacerdote, Abogado, Médico, Pastor y Amigo se van mostrando de un modo indescriptible al alma que va creciendo. En suma, descubre en Cristo una satisfacción a las necesidades de su alma, que antes ni siquiera veía a medias. ¿Quiere alguien saber si está creciendo en la gracia? Entonces mire su interior para encontrar un mayor conocimiento de Cristo.

(c) Otra marca del "crecimiento en la gracia" es un aumento de santidad en su vida y conversación. El hombre cuya alma está "creciendo" logra cada año más dominio sobre el pecado, el mundo y el diablo. Cuida mejor su temperamento, sus palabras y sus acciones. Vigila mejor su conducta en cada relación de su vida. Se esfuerza por conformarse a la imagen de Cristo en todas las cosas, en seguirlo como s ejemplo, al igual que confiar en él como su Salvador. No se contenta con logros y gracia ya obtenidos. Se olvida de las cosas pasadas y se extiende hacia adelante, haciendo de las palabras "prosigo", "superior", "¡hacia arriba!" "¡adelante!" su lema continuo (Fil. 3:13). En la tierra ansía y anhela tener una voluntad más acorde con la voluntad de Dios. Lo principal que espera del cielo, además de la presencia de Cristo, es una separación completa de todo pecado. ¿Quiere alguien saber si está creciendo en la gracia? Entonces mire en su interior para encontrar una santidad creciente5.

------------------------

"Sentirse cada vez más indiferente al pecado es señal de no estar creciendo en la gracia. Hubo un tiempo cuando nos entristecía aun el más pequeño de los pecados (así como una basurita hace lagrimear al ojo), pero ahora podemos digerir el pecado sin que nos dé remordimiento. Hubo un tiempo cuando al cristiano le entristecía si descuidaba sus oraciones privadas, pero ahora puede hasta omitir la oración familiar. Hubo un tiempo cuando le molestaban los pensamientos vanos, ahora no le molestan ni las prácticas libertinas. Hay una lamentable declinación en el cristianismo y la gracia dista tanto de crecer que casi ni se le siente el pulso". -T. Watson, 1660.

lunes, 11 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

II. Marcas del "crecimiento en la gracia"

El segundo punto que me propongo establecer es este: Hay marcas por las cuales se puede conocer el crecimiento en la gracia.

Doy por sentado que no cuestionamos la realidad del crecimiento en la gracia y su inmensa importancia. Hasta aquí, bien. ¿Le gustaría saber ahora cómo alguien podría comprobar que está creciendo en la gracia o no? En primer lugar, contesto esta pregunta haciendo la observación de que somos paupérrimos jueces de nuestra propia condición y que los que están a nuestro alrededor nos conocen mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos. Pero respondo también que hay indudablemente ciertas marcas y señales del crecimiento en la gracia, y que dondequiera que se muestren estas marcas veremos un alma "creciendo". A continuación enunciaré en orden algunas de estas señales.

(a) Una marca del "crecimiento en la gracia" es un incremento de humildad. El hombre cuya alma está "creciendo", cada año siente más lo pecaminoso e indigno que es. Dice con Job: "He aquí que yo soy vil"; con Abraham: "Soy "polvo y ceniza"; con Jacob: "Menor soy que todas las misericordias"; con Isaías: Soy "hombre inmundo de labios"; con David: "Yo soy gusano"; con Pedro: "Soy hombre pecador" (Job 40:4; Gn. 18:27; 32:10; Sal. 22:6; Is. 6:5; Lc. 5:8). Más se acerca a Dios, más ve la santidad y perfección de Dios y más sensible es a sus propias innumerables imperfecciones. Más avanza en su camino al cielo, mejor comprende lo que San Pablo significa cuando dice: "Ni que ya sea perfecto", "no soy digno de ser llamado apóstol", "soy menos que el más pequeño de todos los santos"; "de los cuales [pecadores] yo soy el primero" (Fil. 3:12; 1 Co. 15:9; Ef. 3:8; 1 Ti. 1:15).

Entre más madurez alcanza para la gloria, más, como el maíz maduro, inclina la cabeza. Cuanto más brillante y más clara es su luz, más se notan las deficiencias y debilidades de su propio corazón. Le diría que cuando recién se había convertido veía muy poco, comparado con lo que ve ahora. ¿Quiere alguien saber si está creciendo en la gracia? Entonces mire su interior con creciente humildad4.

------------------------

4 "La manera correcta de crecer es decrecer a los ojos de uno mismo: «Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo» (Sal. 22:6). Ver corrupción e ignorancia causa que el cristiano desarrolle una aversión por sí mismo. Se convierte en nada a sus propios ojos. Job decía de sí mismo: «Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza» (Job 42:6). Quitarse el engreimiento es bueno". -T. Watson, 1660.

domingo, 10 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

(d) Sepamos asimismo que "crecer en la gracia" agrada a Dios. Es maravilloso pensar que haya algo que puedan hacer criaturas como nosotros que agrade al Dios Altísimo. Las Escrituras hablan de caminar para "agradar a Dios". Dice también que hay sacrificios de los cuales "se agrada Dios" (1Ts. 4:1; He. 13:16). Al agricultor le encanta ver florecer y llevar fruto a las plantas a las cuales dedicó tanto trabajo. Lo desanima y entristece verlas de pie todavía, pero con un grave retraso en su crecimiento. ¿Y qué dice el mismo Señor? "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador"; "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos" (Jn. 15:1, 8). El Señor se agrada de todo su pueblo, pero especialmente de los que crecen.

(e) Sepamos, sobre todo, que "crecer en la gracia" no es solo algo que es posible, sino algo de lo cual los creyentes son responsables. Decirle a un inconverso muerto en pecado que "crezca en la gracia" sería absurdo. Decirle a un creyente despierto y vivo en Dios, que crezca, no es más que convocarlo a que cumpla un deber claramente bíblico. Tiene dentro de él un principio nuevo, y es su deber solemne no dejar que se apague. Descuidar su crecimiento lo despoja de sus privilegios, contrista al Espíritu y hace que las ruedas del carruaje de su alma giren con dificultad. Me gustaría saber de quién es la culpa, si un creyente no crece en la gracia. La culpa, de seguro, no la tiene Dios. Él "da gracia" y se deleita en ello; "ama la paz de su siervo" (Stg. 4:6; Sal. 35:27). La falta, sin duda, es nuestra. Nadie más que nosotros tiene la culpa si no crecemos.

sábado, 9 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

"Crecer en la gracia" es evidencia de ...

Pasemos de las cosas que he estado diciendo a un aspecto más práctico del gran tema que nos ocupa. Quiero que todos consideren "crecer en la gracia" como algo de importancia infinita para el alma. A pesar de lo que otros puedan pensar, nos es de mucho beneficio asegurarnos de que tenemos la respuesta correcta a la pregunta: ¿Estamos creciendo?

(a) Sepamos, entonces que el "crecimiento en la gracia" es la mejor evidencia de salud espiritual y prosperidad. En el caso de un niño, una flor o un árbol sabemos bien que cuando no hay crecimiento algo anda mal. La buena salud de un animal o un vegetal se muestra porque prospera y crece. Sucede lo mismo con nuestras almas. Si prosperan y andan bien, crecen².

------------------

² "El crecimiento de la gracia es la mejor evidencia de la autenticidad de la gracia. Las cosas que no tienen vida no crecen. Un cuadro no crece. El poste de una verja no crece. Pero la planta que tiene vida crece. El crecimiento de la gracia muestra que está viva en el alma". -Thomas Watson, 1660

-----------------

(b) Sepamos, además, que "crecer en la gracia" es una manera de ser felices en nuestra religión. Dios ha entrelazado sabiamente nuestra tranquilidad y nuestro aumento de santidad. En su gracia, ha hecho que seguir adelante y aspirar a logros mayores como cristianos sea para nuestro bien. Hay una gran diferencia entre la cantidad de placer que un creyente disfruta en su religión comparado con lo que disfruta otro. Pero puede estar seguro de que el hombre común que siente más "gozo y paz en el creer" (Ro. 15:13) y tiene el testimonio más claro del Espíritu en su corazón, es el hombre que crece.

(c) Sepamos también que "crecer en la gracia" es un secreto de nuestra utilidad para otros. Nuestra influencia para bien de otros depende grandemente de lo que ven en nosotros. Los hijos del mundo miden el cristianismo tanto por sus ojos como por sus oídos. El cristiano que siempre está visiblemente estancado con las mismas faltas pequeñas, debilidades, acuciantes pecados y defectos intrascendentes, rara vez hace algún bien. El hombre que sacude y agita las mentes y pone el mundo a pensar, es el creyente que continuamente mejora y avanza. Los hombres piensan que hay vida y realidad cuando ven crecimiento³.

---------------

³ "Cristiano, si quiere despertar en otros el anhelo de exaltar al Dios de gracia, ocúpese de ejercitar y mejorar sus propias gracias. Cuando un pobre sirviente vive con una familia y ve la fe, el amor, la sabiduría, la paciencia y la humildad de un amo brillando como las estrellas en el cielo, le incita a dar gracias al Señor porque pudo venir a vivir con esta familia. Cuando las gracias dadas a los hombres resplandecen como resplandeció el rostro de Moisés, cuando su vida es puro cielo como la vida de José, brillando con virtudes como muchas estrellas brillantes, cuántos otros se sienten impulsados a glorificar a Dios y exclamar: '¡Ciertamente estos son cristianos! ¡Estos son un honor para su Dios, una corona para su Cristo y un orgullo para su evangelio! ¡Oh, si todos fueran así, nosotros también seríamos cristianos!'". -Unsearchable Riches (Riquezas inescrutables), por T. Brooks 1661.

-----------------

viernes, 8 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

Fundamento sobre el cual construir

(1) Un fundamento principal sobre el cual edificar esta doctrina de "crecer en gracia", es el lenguaje claro de las Escrituras. Si es que las palabras de la Biblia algo significan, el "crecimiento" existe y los creyentes tienen que recibir la exhortación de "crecer". ¿Qué dice Pablo? "vuestra fe va creciendo" (2 Ts. 1:3). "Rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más" (1 Ts. 4:10). "Creciendo en el conocimiento de Dios" (Col. 1:10). "Esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos" (2 Co. 10:15). "Y el Señor os haga crecer" (1 Ts. 3:12). "Crezcamos en todo en aquel que es la cabeza" (Ef. 4:15). "Vuestro amor abunde aun más y más" (Fil. 1:9). "Y el Señor os haga crecer" (1 Ts. 4:1). ¿Qué dice Pedro? "Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis" (1 P. 2:2). "Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 P. 3:18). No sé lo que otros piensen de textos como estos. A mi entender, establecen la doctrina que estoy defendiendo y hacen imposible cualquier otra explicación. La Biblia enseña el crecimiento en la gracia. Podría terminar aquí y no decir más.

(2) No obstante, el otro fundamento sobre el cual construir la doctrina de "crecer en la gracia", es el fundamento de la realidad y la experiencia. Le pregunto al lector sincero del Nuevo Testamento si acaso no puede ver, tan claro como el sol del mediodía, los distintos grados de gracia en los santos cuyas historias relata el Nuevo Testamento. Le pregunto si acaso no puede ver en las mismísimas personas una diferencia tan grande entre su fe y su conocimiento en distintas etapas, igual como se ve la diferencia de la fuerza de una persona cuando era niño y cuando es adulto. Le pregunto si acaso las Escrituras no reconocen esto claramente en el lenguaje que usa cuando habla de "débiles" en la fe y "fuertes" en la fe, de cristianos como "recién nacidos", "infantes", "jóvenes" y "padres" (1 P. 2:2; 1 Jn. 2:12-14). Le pregunto, sobre todo, si su propia observación de los creyentes en la actualidad no lo lleva a la misma conclusión. ¿Qué cristiano verdadero no confesaría que hay mucha diferencia entre su propia fe y conocimiento cuando recién se había convertido y sus logros actuales, como entre un árbol joven y uno maduro? En principio, sus gracias son las mismas, pero han crecido. No sé cómo les caerá esto a otros, pero a mí me resulta indiscutible el hecho de que el "crecimiento en la gracia" es real.

Casi me da vergüenza dedicarle tanto espacio a esta parte del tema. De hecho, si alguno dice que la fe, la esperanza, el conocimiento y la santidad del recién convertido son tan fuertes como la de un creyente maduro, y no necesita crecer, sería una pérdida de tiempo seguir discutiendo. No hay duda de que son reales, pero no tan fuertes -reales, pero no tan vigorosos- como las semillas que planta el Espíritu, que aún no llevan fruto. Y si alguien me pregunta cómo llegar a ser más fuerte, le digo que tiene que ser por el mismo proceso por el cual todas las cosas que tienen vida lo logran. Tiene que crecer. Y eso es lo que quiero significar cuando digo "crecer en la gracia"¹.

----------------------

¹ "La gracia auténtica es progresiva, de una naturaleza que se esparce, crece. Sucede con la gracia lo mismo que con la luz: Primero, está el amanecer, luego va aumentando hasta la plenitud del mediodía. Las Escrituras comparan a los santos, no sólo con estrellas por su luz, sino con los árboles por su crecimiento (Is. 61:3; Os. 14:5). El buen cristiano no es como el sol de Ezequías que retrocedía, ni como el de Josué que se detuvo, siempre está avanzando en santidad, creciendo en su conocimiento de Dios". - Body of Divinity (Cuerpo de divinidad), por Thomas Watson, Pastor de St. Stephen's Walbrook, 1660.

jueves, 7 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)


Al considerar este tema, hay tres cosas que quiero presentar y establecer:

I. La realidad del crecimiento religioso. El "crecimiento en la gracia" es algo que realmente existe.

II. Las señales del crecimiento religioso. Hay señales por las cuales se puede ver el "crecimiento en la gracia".

III. Los medios que determinan el crecimiento religioso. Estos son medios que tienen que usar aquellos que anhelan experimentar "crecimiento en la gracia".

No sé quién es usted, en qué manos cayó este escrito. Pero sea quien sea quiero que le dé toda su atención a su contenido. Créame, el tema no es solo un asunto de especulación y controversia. Si en la religión hay temas eminentemente prácticos, este es uno de ellos. Está estrecha e inseparablemente conectado con todo el tema de la "santificación". El crecimiento es una señal principal de los verdaderos santos. La salud y prosperidad espiritual, la felicidad y paz espiritual de cada cristiano sincero y santo, están estrechamente ligados con el tema del crecimiento espiritual.

I. La realidad del crecimiento en la gracia

El primer punto que me propongo establecer es este: El crecimiento en la gracia es algo que realmente existe.

El que algún cristiano niegue esta proposición es a primera vista extraño y lamentable. Pero conviene recordar que la comprensión del hombre ha caído tanto como su voluntad. Los desacuerdos sobre doctrinas son a menudo nada más que desacuerdos sobre el significado de palabras. Espero que así sea en este caso. Estoy consciente de que cuando hablo de "crecimiento en la gracia" y defiendo mi postura, habrá quienes estén en desacuerdo conmigo y hablen del mismo tema pero con un significado muy distinto. Por lo tanto, despejaré el camino explicando lo que quiero significar.

Definición de "crecer en la gracia"

(a) Cuando hablo de "crecer en la gracia", no quiero decir de ninguna manera que el interés del creyente en Cristo pueda crecer. No quiero decir que pueda crecer en su certeza, aceptación de Dios ni seguridad. No quiero decir que pueda ser más justificado, más perdonado, que esté en más paz con Dios que en el primer momento cuando creyó. Mantengo firmemente que la justificación del creyente es una obra terminada, perfecta y completa; y que aun el santo más débil, aunque quizás no lo sepa o perciba, ha sido justificado tan completamente como el más fuerte. Creo firmemente que nuestra elección, llamado y posición en Cristo no incluye grados, incrementos ni reducciones. Si alguien se imagina que al decir "crecer en gracia" quiero significar crecer en justificación está totalmente equivocado en cuanto al punto es estoy considerando. Iría a la hoguera, con la ayuda de Dios, por defender la verdad gloriosa de que en la cuestión de la justificación ante Dios todos los creyentes están "completos en él" (Col. 2:10). Desde el momento que cree, nada puede quitársele a su justificación ni tampoco se le puede agregar.

(b) Cuando hablo de "crecer en la gracia" solo me refiero al grado, tamaño, fuerza, vigor y poder de las gracias que el Espíritu Santo planta en el corazón del creyente. Sostengo que cada una de esas gracias incluye crecimiento, progreso e incremento. Mantengo que arrepentimiento, fe, esperanza, amor, humildad, celo, valentía y cosas parecidas, pueden ser pequeñas o grandes, fuertes o débiles, vigorosas o endebles y pueden variar mucho en una misma persona en diferentes períodos de su vida. Cuando hablo de que alguien "crezca en la gracia", quiero decir sencillamente esto: Que su sentido del pecado se está profundizando, su fe fortaleciendo, su esperanza haciendo más brillante, su amor más extenso, su espiritualidad más marcada. Siente más el poder de la piedad en su propio corazón. Manifiesta más de ella en su vida. Va de fuerza en fuerza, de fe en fe y de gracia en gracia. Dejo que otros describan esta condición con las palabras que prefieran. En cuanto a mí, creo que la mejor definición de esta condición del hombre es esta: Está "creciendo en la gracia".

miércoles, 6 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)


6. Crecimiento

"Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo". 2 Pedro 3:18

El tema del texto que encabeza esta página es uno que no puedo omitir de este libro sobre Santidad. Es un asunto que debiera resultar sumamente interesante para todo cristiano verdadero. Como es natural, plantea las preguntas: ¿Crecemos en la gracia? ¿Avanzamos en nuestra religión? ¿Progresamos?

No puedo esperar que la pregunta le interese a un cristiano que lo es solo de nombre. Al hombre que no tiene más que una religión de domingo, cuyo cristianismo es como su ropa dominguera, para ponerse una vez por semana y luego dejarla a un lado por supuesto que no le puede interesar "crecer en la gracia". Nada sabe de cosas así; "para él son locura" (1 Co. 2:14). Pero a todo el que toma su alma realmente en serio y tiene hambre y sed en su vida espiritual, la pregunta tiene que tocarle poderosamente el corazón. ¿Progresamos en nuestra religión? ¿Estamos creciendo?

Estas preguntas siempre resultan provechosas, pero especialmente en ciertas temporadas. Un sábado por la noche, un domingo que participamos de la Cena del Señor, la llegada de un cumpleaños, un fin de año, todas estas son temporadas que debieran hacernos pensar y darnos una mirada introspectiva. El tiempo vuela. La vida se nos va como el viento. Cada día se va acercando más la hora cuando la realidad de nuestro cristianismo será puesta a prueba, y el resultado dirá si hemos edificado "sobre la roca" o sobre "la arena". Nos conviene, entonces, examinarnos de vez en cuando y ver cómo anda nuestra alma. ¿Avanzamos en las cosas espirituales? ¿Estamos creciendo?

La pregunta es de especial importancia en la actualidad. Flotan en las mentes de los hombres opiniones burdas y extrañas con respecto a algunos puntos doctrinales y, entre ellas, la cuestión de "crecer en la gracia" como una parte esencial de la verdadera santidad. Algunos la rechazan totalmente. Otros la explican tan superficialmente que le quitan toda su esencia. Miles de personas la entienden mal, y en consecuencia la descuidan. En una época como esta, es provechoso mirar de frente y de una manera integral, el tema del crecimiento cristiano.

martes, 5 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

Aplicaciones prácticas

(1) En conclusión, piense seriamente cada lector si su vida espiritual le está costando algo en el presente. Es muy probable que no le esté costando nada. Es muy posible que no le cueste problemas, ni tiempo, ni reflexiones, ni preocupaciones, ni sufrimientos, ni lectura, ni oraciones, ni negarse a sí mismo, ni conflictos, ni trabajo, ni esfuerzo de ninguna clase. Ahora preste atención a lo que le voy a decir. Una vida espiritual como esa nunca salvará su alma. Nunca le dará paz mientras viva, ni esperanza cuando llegue la muerte. No le dará fuerzas el día de la aflicción, ni lo consolará el día de su muerte. Una vida espiritual que nada cuesta, nada vale. Despierte y conviértase. Despierte y crea. Despierte y ore. No descanse hasta dar una respuesta satisfactoria a mi pregunta: "¿Cuánto cuesta?"

(2) Piense, si quiere motivos conmovedores para servir a Dios, cuánto cuesta proveerle una salvación a su alma. Piense cómo el Hijo de Dios dejó el cielo y se hizo hombre, sufrió en la cruz y yació en el sepulcro, a fin de pagar su deuda con Dios y obrar para usted una redención completa. Piense en todo esto y aprenda que no es cosa superficial tener un alma inmortal. Vale la pena invertir algo por su alma.

Ay, perezoso, ¿ha llegado realmente a esto, a perderse el cielo por no incomodarse? ¿Está realmente decidido a naufragar para siempre, simplemente porque no le gusta hacer un esfuerzo? ¡Afuera con este pensamiento cobarde e indigno! ¡Levántese, compórtese y actúe con determinación! Dígase a sí mismo: "Cueste lo que cueste, me esforzaré para entrar por la puerta estrecha". Ponga sus ojos en la cruz de Cristo y tome nuevas fuerzas. Espere con anticipación la muerte, el juicio y la eternidad, y tómelo en serio. Puede costarle mucho ser cristiano, pero puede estar seguro de que vale la pena.

(3) Si algún lector siente que realmente ya ha calculado el costo y tomado la cruz, le insto a que persevere y siga adelante. Me atrevo a decir que, a menudo, se ha de sentir desalentado y tentado a darse por vencido. Sus enemigos parecen ser muchos, los pecados que lo acosan son muy fuertes, sus amigos son pocos, el camino es tan empinado y angosto que no sabe qué hacer. Pero aun así, le insto a perseverar y seguir adelante.

El tiempo es muy breve. Unos cuantos años de velar y orar, unos cuantos zarandeos del mar de este mundo, unos pocos fallecimientos y cambios más, unos pocos inviernos y veranos más, y todo habrá pasado. Habremos peleado nuestra última batalla y no tendremos que pelear ninguna otra.

La presencia y compañía de Cristo compensarán todo lo que sufrimos aquí. Cuando nos veamos como el Señor nos ve y miremos hacia atrás el peregrinaje que fue nuestra vida, nos preguntaremos por qué habremos sido tan débiles. Nos maravillaremos de haberle dado tanta importancia a nuestra cruz y tan poca a nuestra corona. Nos asombraremos de que cuando "calculábamos el costo" alguna vez, dudamos de qué lado de la balanza estaba la ganancia. Seamos valientes. No estamos lejos del hogar. Puede costar mucho ser un verdadero cristiano y un creyente consecuente, pero vale la pena.

lunes, 4 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

La importancia de la fe al "calcular el costo"

¿Cómo fue que Noé perseveró en construir el arca? Estaba solo en medio de un mundo de pecadores. Tuvo que soportar que lo menospreciaran, lo ridiculizaran y se burlaran de él. ¿Qué fue lo que mantuvo firme su brazo y lo hizo seguir trabajando con paciencia a pesar de todo eso? Fue la fe. Creía en la ira que vendría. Creía que no existía ninguna otra seguridad, excepto en el arca que estaba preparando. Le creyó a Dios y no les hizo caso a las opiniones del mundo. "Calculó el costo" por fe y no dudó que construir el arca era ganancia.

¿Cómo fue que Moisés renunció a los placeres de la casa de Faraón y se negó a ser llamado hijo de la hija de Faraón? ¿Cómo fue que prefirió compartir el destino de un pueblo despreciado como el hebreo y arriesgar todo en su mundo para realizar la gran obra de librar a los suyos de la esclavitud? Visto desde un punto de vista humano, estaba perdiendo todo sin ganar nada. ¿Qué fue lo que lo motivó? Fue la fe. Creía que había Uno muy superior a Faraón que le llevaría seguro a lo largo de su misión. Creía que "la recompensa de recibir un galardón" era mucho mejor que todos los honores de Egipto. "Calculó el costo" por fe, "como viendo al invisible" y estaba convencido de que renunciar a Egipto y marchar al desierto era ganancia.

¿Cómo fue que el fariseo Saulo pudo decidirse a ser cristiano? El costo y los sacrificios que significaba el cambio eran tremendos. Renunció a su futuro brillante entre su propio pueblo. En lugar de recibir el favor del hombre se hizo acreedor del odio del hombre, a la enemistad del hombre y a la persecución humana, aun hasta la muerte. ¿Qué fue lo que le dio las fuerzas para enfrentar todo eso? Fue la fe. Creía que Jesús, quien lo encontró en el camino a Damasco, podía darle cien veces más de lo que renunciaba en este mundo; creyó por fe que en el mundo venidero tendría vida eterna. Por fe, "calculó el costo" y vio claramente de qué lado se inclinaba la balanza. Creía firmemente que llevar la cruz de Cristo era ganancia.

Subrayemos bien estas cosas. La fe que llevó a Noé, a Moisés y a Pablo a hacer lo que hicieron es el gran secreto para llegar a una conclusión perfecta con respecto a nuestras almas. Esa misma fe tiene que ser nuestro ayudante y tesorero cuando nos sentamos para calcular el costo de ser un verdadero cristiano. Esa fe está a nuestra disposición, no tenemos más que pedirla. "Él da mayor gracia" (Stg. 4:6). Armados con esa fe, no agregaremos nada a la cruz ni restaremos nada a la corona. Todas nuestras conclusiones serán correctas. Nuestra suma total no tendrá ni un error.

domingo, 3 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(g) Cuente y compare, en último lugar, el número de los que se apartan del pecado y el mundo y sirven a Cristo, y el número de los que dejan a Cristo y vuelven al mundo. De los primeros encontrará miles y de los segundos ninguno. Cada año hay multitudes de personas que dejan el camino ancho y toman el angosto. Nadie que realmente toma el camino angosto se cansa de él y vuelve al camino ancho. A menudo se ven pisadas en el camino hacia abajo que dan media vuelta. Las pisadas en el camino al cielo siempre van hacia adelante. Está escrito: "El camino de los impíos es como la oscuridad... el camino de los transgresores es duro" (Pr. 4:19; 13:15). Pero también está escrito: "Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Pr. 4:18).

Sumas como estas, sin duda, a menudo se hacen incorrectamente. Sé muy bien que muchos siempre están "vacilando entre dos opiniones". No pueden determinar si vale la pena servir a Cristo. Las pérdidas y las ganancias, las ventajas y desventajas, los sufrimientos y los gozos, las ayudas y los obstáculos les parecen tan similares que no se pueden decidir a favor de Dios. No pueden hacer correctamente esta gran suma. No pueden hacerla tan clara como debiera ser. No cuentan bien.

Pero, ¿en qué radican sus errores? En la falta de fe. Para llegar a una conclusión acertada acerca de sus almas necesitan tener algo de aquel poderoso principio que San Pablo describe en el capítulo 11 de su Epístola a los Hebreos. Intentaré mostrar cómo funciona este principio en la gran tarea de "calcular el costo".

sábado, 2 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(d) Cuente y compare la vida presente y la vida venidera, si quiere ser un cristiano santo y auténtico. No hay duda que el tiempo presente no es precisamente fácil. Es un tiempo de velar y orar, luchar y batallar, creer y trabajar. Pero dura sólo unos pocos años. El tiempo futuro será de descanso y refrigerio. El pecado será echado fuera. Satanás será amarrado. Y lo mejor de todo es que será de descanso eterno. Está escrito: "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Co. 4:17, 18).

(e) Cuente y compare los placeres del pecado y la felicidad de servir a Dios, si quiere ser un cristiano santo y auténtico. Los placeres que el hombre mundano obtiene por lo que hace, son vacíos, irreales e insatisfactorios. Son como el estrépito de los espinos en el fuego: Chisporroteos excitantes por unos minutos, que luego se apagan para siempre. La felicidad que Cristo da a su pueblo es algo sólido, duradero y sustancial. No depende de la salud ni de las circunstancias. Nunca abandona al hombre, ni siquiera en la muerte. Termina en una corona de gloria que no se desvanece. Está escrito: "Que la alegría de los malos es breve". "La risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla" (Job 20:5; Ec. 7:6). Pero también está escrito: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Jn. 14:27).

(f) Cuente y compare las aflicciones que incluye el verdadero cristianismo y las aflicciones que les esperan a los malos más allá del sepulcro. Admitamos por un momento que la lectura bíblica, la oración, el arrepentimiento, creer y vivir una vida santa requieren sacrificios y negarse a sí mismo. Esto no es nada comparado con la "ira que vendrá" reservada para el impenitente y el incrédulo. Un solo día en el infierno es peor que una vida entera llevando la cruz. "El gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga" (Is. 66:24; Mr. 9:44-48), son cosas que sobrepasan a lo que el hombre puede concebir o describir totalmente. Está escrito: "Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado" (Lc. 16:25).

viernes, 1 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

III. Cómo "calcular el costo" correctamente

Lo tercero y último que me propongo hacer es dar algunas pautas que pueden ayudar a "calcular el costo" correctamente. Por cierto que me lamentaría si no dijera algo de este aspecto de mi tema. No tengo ningún deseo de desalentar ni desanimar a nadie con respecto al servicio para Cristo. Es el deseo de mi corazón animar a todos a marchar adelante y tomar su cruz. "Calculemos el costo", todo el costo y calculemos con cuidado. Recordemos que si calculamos correctamente y entendemos todo lo que involucra, no habrá nada que nos asuste.

Existen algunas cosas que las personas siempre deben incluir al calcular lo que cuesta el verdadero cristianismo. Determine sincera y ecuánimemente lo que tendrá que dejar atrás y por lo que debe pasar para llegar a ser un discípulo de Cristo. No deje nada afuera. Anótelo todo. Pero luego, anote a su lado las siguientes sumas que le voy a dar. Hágalo, limpia y correctamente, y no tendrá que temer el resultado. 

(a) Cuente y compare, para empezar, las ganancias y las pérdidas, si quiere llegar a ser un cristiano santo y auténtico. Es posible que pierda algo en este mundo, pero ganará la salvación de su alma inmortal. Está escrito: "¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" (Mr. 8:36).

(b) Cuente y compare, además, las alabanzas y las acusaciones, si quiere ser un cristiano santo y auténtico. Es muy posible que los hombres lo acusen, pero tendrá la alabanza de Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Las acusaciones vendrán de algunos hombres y mujeres falibles, ciegos y errados. Las alabanzas vendrán del Rey de reyes, y Juez de toda la tierra. Aquellos a quienes él bendice, son realmente bendecidos. Está escrito "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos" (Mt. 5:11, 12).

(c) Cuente y compare también los amigos y enemigos, si quiere ser un cristiano santo y auténtico. Por un lado, tiene la enemistad del diablo y de los impíos. Por el otro, tiene el favor y la amistad del Señor Jesucristo. Sus enemigos, en el peor de los casos, sólo pueden herir su calcañar. Pueden enfurecerse e ir por mar y tierra para causar su ruina, pero no lo pueden destruir. Su Amigo puede salvar perpetuamente a los que vienen a Dios por medio de Cristo. Nadie jamás le quitará de sus manos a una de sus ovejas. Escrito está: "Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a este temed" (Lc. 12:4,5).