Versículo para hoy:
miércoles, 4 de marzo de 2020
4 de marzo- El dilema humano - Ray Stedman
Este es el gran análisis del problema que hace
el apóstol, la dificultad con la que se enfrenta Jesucristo
cuando se acerca al hombre o a la mujer. Y lo que se precisa para resolver
esta situación es nada menos que la inmensurable grandeza de Su poder. A
nosotros nos resulta extremadamente difícil creer que estamos muertos. Si se
acerca usted a un estudiante al principio de la juventud que está
participando con sus amigos en toda clase de actividades emocionantes y está
esperando poder crearse una vida de independencia, y le dice usted: “Estás
muerto”, el joven le mirará a usted con ojos llenos de lástima y dirá: “¿Qué
clase de persona es usted? ¿Acaso está usted loco?”
Pero considere usted el análisis
que hace Pablo y verá la verdad que es esta, porque existen dos
características básicas en las personas muertas: una de ellas es la
impotencia total, el verse incapacitadas. Un amigo recordó un incidente
relacionado con un joven que estaba trabajando a tiempo parcial en una
funeraria que le llevó una noche a hacer una gira por el lugar. Llegaron al
cuarto en el que estaban los cuerpos tumbados sobre losas y removió la
sábana, diciendo: “Háblales acerca de Jesús”. Él le contestó: “Jamás me he
olvidado de eso! ¡Qué imposible sería responder a cualquier petición en su
condición!”
La segunda característica es la
corrupción. El motivo por el que existen los depósitos de cadáveres es que
los cuerpos muertos tienden a deteriorarse. En la historia de Lázaro Marta le
dijo a Jesús: “Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días” (Juan 11:39). Esa
es también una señal de la muerte: la corrupción.
El apóstol usa dos palabras que
están relacionadas con estas dos condiciones, y estos son los motivos por los
que dice que las personas sin Cristo están muertas. En primer lugar, usa la
palabra transgresiones. Esta es una palabra que significa
“tropezarse”. Nosotros somos culpables de tropezarnos. No tenemos la
intención de hacerlo, pero acabamos equivocando el camino. Empezamos con
grandes ideales, teniendo una imagen de lo que nos gustaría ser. Es lo que
nos proponemos hacer, pero en algún momento perdemos de vista el objetivo. No
logramos alcanzar nuestros ideales ni logramos convertir nuestros sueños en
realidad. Esa es la impotencia de la vida humana. Esa es la señal de la
muerte que se encuentra presente en la humanidad por todas partes.
Pero además de esto, tenemos
nuestros pecados. Nosotros pecamos cuando desobedecemos a lo que sabemos que
es la verdad. Esta es la causa de la inclinación descendente, el deterioro de
la vida. La mayoría de nosotros empezamos teniendo unos ideales bastante
elevados y con actitudes saludables. Enfocamos la vida con buenos niveles
morales, gracias a los hogares en que nos hemos criado y lo que nos han
enseñado. Y nosotros somos a los que más trabajo nos cuesta creer este
pasaje. Sin embargo, todos nosotros podemos recordar que algunas de las cosas
que hacemos ahora con un descuido total y la aceptación absoluta nos hicieron
sentirnos horrorizados cuando nos las sugirieron por primera vez. E incluso
al principio de realizarlas, sentimos inquietud en nuestro espíritu. Pero
ahora se han convertido en algo corriente, por lo que las realizamos sin
dificultad alguna. Esto pone de manifiesto la facultad del deterioro en la vida.
Esta es la marca de la muerte, una corrupción que va en aumento, que produce
esta terrible sensación de falta de esperanza y deterioro que tanto nos
angustia en todos los aspectos de la sociedad humana actual.
Padre, te doy gracias por atreverte
a decirme la verdad aunque yo no quiero escucharla. Tú me la explicas con los
términos más sencillos, y yo me alejo corriendo de ella, negándome a
enfrentarme con ella. Te doy gracias por no dejarme en este estado totalmente
falto de esperanza.
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Aplicación a la vida
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La gracia infinita de Dios nos
permite recibir Su don que proporciona la cura para el dilema humano. ¿Cuáles
son las dos características fundamentales de las personas muertas?
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