Versículo para hoy:

martes, 24 de septiembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

II. Por qué la verdadera santidad práctica es tan importante

Ahora intentaré mostrar algunas razones por las que la santidad práctica es tan importante.

¿Puede la santidad salvarnos? ¿Puede la santidad quitar el pecado, cubrir las iniquidades, ofrecer satisfacción por las transgresiones, pagar nuestra deuda con Dios? No, de ninguna manera. Quiera Dios que jamás diga esto. La santidad no puede nacer ninguna de estas cosas. Todos los santos más brillantes, no son más que "siervos inútiles". Nuestras obras más puras no son más que trapos de inmundicia comparadas a la luz de la ley santa de Dios (Is. 64:6). El ropaje blanco que Jesús ofrece y que viste la fe tiene que ser nuestra única justicia, el nombre de Cristo nuestra única confianza, y el libro de la vida del Cordero nuestro único derecho al cielo. Aun con toda nuestra santidad, no somos más que pecadores. Nuestras mejores ropas están manchadas de imperfecciones. En menor o mayor grado, nuestras acciones son incompletas, tienen errores y defectos. Ningún hijo de Adán será justificado por las obras de la ley. "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Ef. 2:8, 9).

¿Por qué es entonces, tan importante la santidad? ¿Por qué dice el apóstol: "Sin santidad nadie verá al Señor"? A continuación daré algunas razones:

(a) Para empezar, tenemos que ser santos porque la voz de Dios en las Escrituras claramente lo ordena. El Señor le dice a su pueblo: "Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos" (Mt. 5:20). "Sed pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mt. 5:48). Pablo le dice a los tesalonicenses: "La voluntad de Dios es vuestra santificación" (1 Ts. 4:3). Y Pedro dice: "Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo" (1 P. 1:15-16). "En esto", dice Leighton, "la ley y el evangelio coinciden".

No hay comentarios: