Versículo para hoy:

miércoles, 11 de septiembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(9) La santidad auténtica se demuestra en una atención habitual a las gracias activas de las cuales nuestro Señor fue un ejemplo tan hermoso y, en especial, la gracia de la caridad. "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn. 13:34, 35). El hombre santificado tratará de hacer el bien en el mundo, reducir la tristeza y aumentar la felicidad a su alrededor. Procurará ser como su Maestro, lleno de bondad y amor hacia cada uno; y esto, no sólo de palabra, llamando a todos "queridos", sino por obras y acciones y trabajo de auto-negación, según tenga oportunidad. El erudito cristiano egoísta, que se envuelve en su orgullo por la superioridad de sus conocimientos y a quien no le parece importar si los otros se hunden o se mantienen a flote, si se van al cielo o al infierno por asistir siempre a la iglesia o capilla vistiendo su mejor ropa y ser llamado "miembro activo", es un hombre que nada sabe de santificación. Puede creerse un santo sobre la tierra, pero no será un santo en el cielo. Cristo nunca será el Salvador de los que nada saben de seguir su ejemplo de fe. La verdadera gracia transformadora siempre producirá una conformidad con la imagen de Jesús (Col. 3:10).

(10) Por último, la santificación auténtica se demuestra en una atención habitual a las gracias pasivas del cristianismo. Cuando hablo de gracias pasivas, me refiero a esas gracias que son sembradas en el sometimiento a la voluntad de Dios y cosechadas en la paciencia unos hacia los otros. Pocos, a menos que hayan examinado este punto, tienen una idea de cuánto habla el Nuevo Testamento de estas gracias y qué importante es el lugar que parecen ocupar. Este es el punto especial en que reflexiona Pedro al llevar nuestra atención al ejemplo de nuestro Señor Jesucristo: (1 P. 2:21-23). Esta es la acción específica en el Padrenuestro que Dios nos requiere: "Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" y el único punto que el Señor comenta al final de la oración. Este es el punto que ocupa un tercio de la lista de las manifestaciones del fruto del Espíritu que nos da San Pablo. Menciona nueve y tres de estas: "Paciencia, benignidad y mansedumbre" son incuestionablemente gracias pasivas (Gá. 5:22-23). Tengo que decir, lisa y llanamente, que no creo que este tema se enfoque lo suficiente entre los cristianos. Las gracias pasivas son sin duda más difíciles de lograr que las activas, pero son, precisamente las que tienen la mayor influencia sobre el mundo. Y de una cosa estoy seguro: No tiene sentido pretender una santificación, a menos que seamos ejemplos de bondad, benignidad, paciencia y perdón, a lo cual la Biblia da tanta importancia. ¡El mundo está demasiado lleno de los que se muestran habitualmente desagradables y antipáticos en la vida cotidiana y son constantemente cortantes con lo que dicen y huraños con todos a su alrededor, gente rencorosa, vengativa y maliciosa! Todos estos, saben poco de lo que debieran saber sobre la santificación.

Tales son las señales visibles del hombre santificado. No digo que todas se notarán en igual proporción en todo el pueblo de Dios. Admito que, aun en los mejores creyentes, no se ven plena y perfectamente. Pero sí digo con seguridad que las cosas a las que me he estado refiriendo son las señales bíblicas de la santificación y que a aquellos que las desconocen, les convendría dudar si tienen alguna gracia o no. Nunca me retractaré de decir que la santificación auténtica es algo que puede verse y que las señales que he procurado presentar son más o menos las señales del hombre santificado.

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