De Sión se dirá, en efecto: «Este y aquel nacieron en ella. El
Altísimo mismo la ha establecido». Salmo 87:5.
En los primeros tiempos
la iglesia era como el monte de Sión, solo una pequeña colina. ¿Qué observaron
las naciones de la tierra? Vieron a un humilde Hombre con doce discípulos. Pero
esa pequeña colina creció, y varios miles se bautizaron en el nombre de Jesús,
continuó creciendo y se hizo poderosa. La piedra que sin manos humanas fue
arrancada de la colina comenzó a quebrar los reinos en pedazos, y en la
actualidad, la pequeña colina que fue Sión se ha convertido en un enorme monte.
Pero comparada con los sistemas colosales de idolatría, todavía es pequeño. Los
hindúes y los chinos miran nuestra religión y dicen: «Es un bebé que nació
ayer; la nuestra es una religión de muchos siglos». El mundo oriental compara
el cristianismo con una neblina que cubre las tierras bajas, pero imaginan que
sus sistemas son como los Alpes, más altos que los cielos. Ah, pero a eso
nosotros respondemos: «Tu montaña se derrumba y tu colina se disuelve, pero
nuestro monte de Sión continúa creciendo y, aunque parezca algo extraño, tiene
vida en sus entrañas y seguirá creciendo, tendrá que seguir creciendo hasta que
todos los sistemas de idolatría sean menos que nada ante él, hasta que se
derrumben los dioses falsos y se derroten los poderosos sistemas de idolatrías,
entonces esta montaña se levantará sobre todos ellos y esta religión cristiana
seguirá creciendo hasta que al nutrirse de aquellos antiguos seguidores de
herejías e idolatrías humanas, alcance el cielo, y Dios en Cristo sea el todo
en todo». Ese es el destino de nuestra iglesia, es una iglesia que todo lo
conquista, que sobrepasa cualquier competidor.
A través de la Biblia en un año: Salmos 29-32
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