Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: «Yo soy la
luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz
de la vida». Juan 8:12.
Él dice: «Yo soy la luz
del mundo». Él no dice sencillamente: «Yo soy la luz de los judíos» o «Yo soy
la luz de los gentiles». Él es ambas cosas. Él es la luz de toda la humanidad.
Hay un poquito de luz en el mahometismo. De hecho, teniendo en cuenta la época
en que Mahoma vivió, tenía bastante luz; la religión del Corán es
inconmensurablemente superior a las religiones de la época en la que el profeta
floreció. Él hasta enseñó la unidad de la divinidad de manera muy clara. Sin
embargo, la luz del Corán se toma prestada del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Es una luz prestada. La inteligencia es hurtada.
La luz de los persas,
la luz de Zaratustra, la luz de Confucio vino originalmente de los libros
sagrados de los judíos. Todas deben haber partido de una fuente, porque toda
luz viene del gran Padre de las luces.
Cristo es la luz del
mundo, destinado a derramar sus rayos sobre toda la tierra. Viene el día en que
toda la humanidad verá esta luz. Los que moran en el desierto se inclinarán
ante él y sus enemigos lamerán el polvo. Las islas le rendirán tributo; Sabá y
Seba le ofrecerán tributos, sí, todos los reyes caerán delante de él. No puedo
evitar creer que el evangelio aun no ha triunfado. Espero la venida de Cristo.
Que venga cuando él quiera, nuestros corazones saltarán de gozo al encontrarnos
con él.
A través de la Biblia en un año: Juan
15-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario