domingo, 17 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(c) Otro elemento esencial para crecer en la gracia es cuidar nuestra conducta en las cosas pequeñas del diario vivir. Nuestro temperamento, nuestra lengua, el manejo de nuestras diversas relaciones en la vida, el empleo de nuestro tiempo, entre otras cosas, son aspectos que tenemos que vigilar atentamente si queremos que nuestras almas progresen. La vida se compone de días, y los días de horas, y las cosas pequeñas de cada hora nunca son tan pequeñas que no merezcan la atención del cristiano. Cuando comienza a podrirse la raíz o el corazón de un árbol, se nota primero en las puntas de las ramas pequeñas. "El que desprecia las cosas pequeñas", dice un escritor secular, "caerá poco a poco". Eso es cierto. Dejemos que otros nos desprecien, si quieren, y nos llamen meticulosos y demasiado cuidadosos. Mantengámonos pacientemente en nuestro camino, recordando que "servimos a un Dios a quien lo caracteriza la precisión", que hemos de seguir el ejemplo de nuestro Señor en lo más pequeño al igual que en lo más grande y que tenemos que "tomar nuestra cruz cada día" y cada hora para no pecar. Tenemos que aspirar a tener un cristianismo que, como la savia del árbol, corre por cada ramita y hoja de nuestro carácter y lo santifica todo. ¡Es esta una manera de crecer!

(d) Otro elemento esencial para crecer en la gracia es tener cautela en cuanto a las compañías que frecuentamos y las amistades que formamos. Quizá no haya nada que afecte más el carácter del hombre que las compañías que frecuenta. Nos contagiamos de las costumbres y tendencias de aquellos con quienes vivimos y con quienes conversamos; y desafortunadamente recibimos mucho más mal que bien. La enfermedad puede ser contagiosa, pero la buena salud no. Si un cristiano profesante escoge deliberadamente intimar con los que no son amigos de Dios y se aferran al mundo, es seguro que su alma se perjudicará. Ya de por sí es difícil servir a Cristo bajo cualquier circunstancia en un mundo como este. Pero es más difícil hacerlo si somos amigos de los indiferentes e impíos. Cometer errores en la elección de amigos o de cónyuge es la razón por la cual muchos han dejado totalmente de crecer. "Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres". "La amistad del mundo es enemistad contra Dios" (1 Co. 15:33; Stg. 4:4). Busquemos amigos que nos motiven a ocuparnos de la oración, la lectura bíblica, el uso de nuestro tiempo, de nuestra salvación y de los asuntos del mundo venidero. ¿Quién es capaz de medir el bien que puede hacer la palabra de un amigo dicha en el momento adecuado, o el daño que puede impedir? Es esta una manera de crecer8.

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"Sean sus mejores amigos los que han hecho de Cristo su mejor amigo. No se fije tanto en el exterior de los hombres como en su interior; mire sobre todo su valor interior. Muchas personas se fijan en el exterior del profesante de la fe. Muéstreme un cristiano que considera el valor interior de las personas, que convierte en sus amigos principales y preferidos a los que están llenos de la plenitud de Dios". - T. Brooks, 1661.

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