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La más importante pregunta no es
nunca “¿Cómo?” sino “¿Por qué?”. La contestación a la pregunta: “¿Por qué
hizo Dios el sol, la luna y las estrellas?” la encontramos de una manera
triple aquí en este pasaje.
Estas grandes luces existen, en
primer lugar, para dar luz sobre la tierra, tanto durante el día como durante
la noche. Todos sabemos que el sol hace el día. La rotación de la tierra es
lo que determina el tiempo que dura el día, y la velocidad de la tierra en su
rotación determina su duración de 24 horas. A pesar de lo cual, esa velocidad
está regulada por la luna, que actúa como un freno sobre la tierra. Limita la
velocidad de la rotación de la tierra al tiempo exacto que hace posible el
día de 24 horas, que es la longitud de tiempo que mejor se adapta a las
necesidades humanas. ¿No es eso asombroso? Otros planetas tienen una longitud
de días totalmente diferente. En algunos de los planetas un día llevaría
meses e incluso años de nuestro tiempo. Otros tienen días mucho más cortos,
pero Dios ha diseñado un día de 24 horas de duración para nuestro planeta
porque encaja perfectamente con las necesidades de la humanidad.
En segundo lugar, las grandes luces
existen para medir el proceso del tiempo “de los días y de los años”, dicen
las Escrituras. Son el medio mediante el cual medimos el tiempo. La órbita de
la tierra alrededor del sol determina la longitud del año que, de nuevo, es
justamente lo que necesita la humanidad. La órbita de la tierra alrededor del
sol la determinan dos factores: la tracción de la gravedad del sol y la
velocidad de la tierra. Nadie sabe lo que determina la velocidad de la
tierra, qué extraña fuerza nos lanza a través del espacio a unas 1.100 millas
por minuto. Pero aquí se nos dice que Dios ha ordenado el sol y la luna para
proveer las medidas de tiempo que marcan los segmentos de la vida que
nosotros llamamos días y años.
En tercer lugar, estas luces han
sido diseñadas para marcar los sucesos significativos; son “señales para las
estaciones” (v. 14). Toda la relación de la historia humana confirma esta
verdad. Esto es exactamente lo que hacen el sol, la luna y las estrellas. Los
eclipses son como postes en la historia humana, marcando ciertas fechas.
Podemos estudiar los acontecimientos en la antigua historia porque ha quedado
constancia de los eclipses. En muchas ocasiones en la Biblia el sol y la luna
han servido como grandes señales. Nosotros estamos familiarizados con la
historia de la estrella de Belén, que anunció el nacimiento de la persona más
importante que jamás ha nacido en la historia de nuestro globo terrestre.
Tenemos además la extraña oscuridad del sol en el momento de la crucifixión,
una oscuridad sin explicación que duró alrededor de unas tres horas. Ha
habido otras ocasiones como ésta. Y a lo largo de la Biblia nos encontramos
con un estribillo, comenzando por los primeros libros y a lo largo del Nuevo
Testamento, que dice que habrá de venir un día en el que tendrá lugar el más
grande acontecimiento que el mundo jamás ha conocido, el regreso del Señor
Jesucristo a la tierra, que será anunciado por el oscurecimiento del sol y
por la conversión de la luna en sangre. Estos cuerpos celestiales han sido provistos
como señales y para estaciones.
Tú eres el Señor de toda la
creación. Veo que Tú has creado las señales y las estaciones del año para
servir a Tu gran propósito redentor en Jesucristo.
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Aplicación a la vida
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La especulación puede estar
preguntando de manera incesante acerca del cómo y el por qué. El por qué de
las diferentes estaciones del año es algo acerca de lo cual no sabremos nunca
como ciudadanos terrenales, pero ¿dónde podemos encontrar las respuestas acerca
del motivo?
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