martes, 12 de noviembre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(b) Otra marca del "crecimiento en la gracia" es un aumento de fe y amor por nuestro Señor Jesucristo. El hombre cuya alma está "creciendo" encuentra cada año más de Cristo sobre lo cual descansar, y se regocija más de que tiene tal Salvador. Es indudable que vio mucho de él en el momento en que creyó. Su fe se apropió de la expiación de Cristo que le dio esperanza.

Pero a medida que crece en la gracia ve miles de cosas en Cristo que al principio nunca hubiera soñado. Su amor y poder, su corazón y sus intenciones, sus oficios como Sustituto, Intercesor, Sacerdote, Abogado, Médico, Pastor y Amigo se van mostrando de un modo indescriptible al alma que va creciendo. En suma, descubre en Cristo una satisfacción a las necesidades de su alma, que antes ni siquiera veía a medias. ¿Quiere alguien saber si está creciendo en la gracia? Entonces mire su interior para encontrar un mayor conocimiento de Cristo.

(c) Otra marca del "crecimiento en la gracia" es un aumento de santidad en su vida y conversación. El hombre cuya alma está "creciendo" logra cada año más dominio sobre el pecado, el mundo y el diablo. Cuida mejor su temperamento, sus palabras y sus acciones. Vigila mejor su conducta en cada relación de su vida. Se esfuerza por conformarse a la imagen de Cristo en todas las cosas, en seguirlo como s ejemplo, al igual que confiar en él como su Salvador. No se contenta con logros y gracia ya obtenidos. Se olvida de las cosas pasadas y se extiende hacia adelante, haciendo de las palabras "prosigo", "superior", "¡hacia arriba!" "¡adelante!" su lema continuo (Fil. 3:13). En la tierra ansía y anhela tener una voluntad más acorde con la voluntad de Dios. Lo principal que espera del cielo, además de la presencia de Cristo, es una separación completa de todo pecado. ¿Quiere alguien saber si está creciendo en la gracia? Entonces mire en su interior para encontrar una santidad creciente5.

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"Sentirse cada vez más indiferente al pecado es señal de no estar creciendo en la gracia. Hubo un tiempo cuando nos entristecía aun el más pequeño de los pecados (así como una basurita hace lagrimear al ojo), pero ahora podemos digerir el pecado sin que nos dé remordimiento. Hubo un tiempo cuando al cristiano le entristecía si descuidaba sus oraciones privadas, pero ahora puede hasta omitir la oración familiar. Hubo un tiempo cuando le molestaban los pensamientos vanos, ahora no le molestan ni las prácticas libertinas. Hay una lamentable declinación en el cristianismo y la gracia dista tanto de crecer que casi ni se le siente el pulso". -T. Watson, 1660.

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