Si pones demasiadas cosas en tu canasta de necesidades, terminarás frustrado con la vida, herido por otros y con dudas sobre la benevolencia de Dios.
cuando te dices a ti mismo que necesitas algo, surgen tres cosas. Primero, sientes que tienes derecho a poseer esa cosa porque, después de todo, es una necesidad. Segundo, debido a que es una necesidad, sientes que es tu derecho demandar esa cosa. Tercero, juzgas el amor de una persona por su disposición a darte esa cosa. Esto no sucede solamente en nuestras relaciones interpersonales, sino también en nuestra relación con Dios. Cuando catalogas algo como una necesidad y Dios no te lo da, dudas de Su benevolencia. Lo mortífero de esto es que nunca le pides ayuda a alguien en cuyo carácter no confías.
En Mateo 6:32 Jesús nos recuerda que tenemos un Padre celestial que conoce exactamente lo que necesitamos. Las palabras de Jesús son consoladoras y retadoras al mismo tiempo. La confrontación es esta: la razón por la que Jesús nos recuerda que tenemos un Padre que tiene un entendimiento claro de nuestras necesidades es porque nosotros no tenemos dicho entendimiento. Constantemente confundimos necesidades con caprichos y, cuando lo hacemos, somos tentados a cuestionar el amor del Padre. El consuelo es que, a través de la gracia, hemos sido adoptados por el Padre más sabio y amoroso que jamás hayamos conocido. Nuestro Padre nunca, nunca es confundido por nada. Él conoce nuestras necesidades más íntimas, pues Él nos creó. Podemos descansar en la gracia que nos ha hecho Sus hijos, sabiendo que nuestra posición en Su familia garantiza que tendremos todo lo que en realidad necesitamos.
Para profundizar y ser alentado: Salmo 145
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario