|
Este es un pasaje extraordinario
porque reúne los grandes conceptos del matrimonio que encontramos en diversos
lugares de la Biblia. Después de que Dios acabase de crear a la mujer y Adán
durmiese con un sueño profundo, Dios le trajo la mujer a Adán. ¡Qué escena
debió de ser esa! Aquí tenemos la primera de una larga serie de historias
relacionadas con un muchacho que conoce a una muchacha. De este relato surgen
cuatro factores que son esenciales para el matrimonio.
El primero de ellos es que es
preciso que el matrimonio represente una identidad completa, puesto que los
dos han de ser uno. La primera reacción de Adán al ver a su mujer fue: “Esta
sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”, o “ella es un solo ser
conmigo”. Esto es algo que se enfatiza en la segunda parte del versículo 24,
que añade: “y serán una sola carne”. No es sin razón que esto se ha
convertido en parte del servicio del matrimonio, es decir, el reconocer la
unidad. Como alguien ha dicho muy acertadamente, la palabra que sobre todo
hace que el matrimonio tenga éxito es “nuestro”.
La segunda cosa es el principio
bíblico de dirección, que se desarrolla de una manera mucho mas extensa en el
Nuevo Testamento. Será llamada Mujer, porque del hombre fue tomada.
Pablo habla más extensamente acerca de esto en su epístola a Timoteo con el
fin de destacar el hecho de que el hombre no fue hecho para la mujer, sino
que la mujer fue hecha para el hombre. Es el hombre quien a la postre es
responsable ante Dios de la naturaleza y el carácter del hogar. Es el hombre
quien debe ejercer el liderazgo en cuanto a determinar la dirección en que
debe de ir el hogar y, por lo tanto, debe de responder de ese liderazgo, o de
su falta del mismo, ante Dios. La responsabilidad de la mujer es reconocer
este liderazgo.
El tercer factor indicado aquí que
caracteriza al verdadero matrimonio es la permanencia. “Por tanto dejará el
hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne”.
En el texto hebreo encontramos la palabra dabag, que significa:
“adherirse firmemente, como si fueran pegados con goma”. Es preciso que el
marido se adhiera a su mujer. Debe de abandonar a todas las demás y adherirse
a ella. Sea ella como sea, él debe de vivir unido a ella. Debe de permanecer
con ella y ella con él, porque el matrimonio es una cosa permanente.
Finalmente, el cuarto factor es el
que se menciona en el versículo 25: “Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer,
pero no se avergonzaban”. Esto habla claramente acerca de sinceridad entre el
hombre y la mujer. No tienen ningún secreto; no hay nada que no compartan el
uno con el otro. Es el no lograr esta clase de sinceridad lo que realmente es
la causa de tantos fracasos en el matrimonio en la actualidad, la total falta
de comunicación, cuando los dos se sientan mirándose el uno al otro y no
dicen nada, o hablan sencillamente acerca de cosas superficialmente
triviales. Con frecuencia este es el motivo por el que se juzgan el uno al
otro, intentando cada uno que el otro esté de acuerdo y no estando dispuestos
a permitir que existan las diferencias en los puntos de vista. Debe haber
libertad en la comunicación el uno con el otro. Los matrimonios se marchitan,
se debilitan y fracasan totalmente cuando esto no sucede.
Padre, gracias por el don del
matrimonio y por revelar Tu plan perfecto para que funcione la unión entre el
marido y la mujer.
|
|
|
|
Aplicación a la vida
|
|
¿Hemos nosotros reconocido y
aceptado totalmente el plan perfecto de Dios para el matrimonio? ¿Cuáles son
los cuatro factores que son esenciales para el matrimonio tal y como Dios los
designó para que los aplicásemos?
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario