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Resulta interesante que Pablo
contraste estas dos cosas, comparándolas la una con la otra. “No os
embriaguéis con vino”, dice. Esto reconoce que en la vida hay cosas que
pueden impulsarle a usted a beber. Hay presiones en la vida, exigencias que
le imponen que son tan severas que siente usted la necesidad de algún
estímulo, de algo que le sustente un poco, que le haga sentir un poco de
confianza y añada ayuda y fortaleza. “Pero no deje usted que eso sea vino ni
ningún otro estimulante artificial, porque”, dice, “el problema con eso es
que produce fácilmente la falta de control.” La palabra que aquí se traduce
como libertinaje es la palabra griega que significa “sin límite alguno, con
un abandono temerario”. Se refiere al escapismo y a la tendencia a tirar por
la borda todas las restricciones, viviendo sin control.
Pero en contraste con esto, dice
que es preciso satisfacer esa necesidad de algo para estimular y fortalecerle
a usted llenándose del Espíritu, porque esa es la provisión de Dios para esta
necesidad en la vida humana. No hay necesidad de que nos sintamos
avergonzados por sentir esta necesidad. No hemos sido creados para ser
criaturas autosuficientes e independientes. No se sienta usted inquieto por
el hecho de necesitar algo que le sirva de ayuda, que le fortalezca, que le
haga sentirse capacitado para enfrentarse con la vida; no se inquiete por
eso. Usted necesita algo, pero permita que sea algo apropiado. “Sed llenos
del Espíritu.”
Aquí nos ofrece el gran secreto del
verdadero cristianismo: la posibilidad de ser lleno del Espíritu. Cuando se
hizo usted cristiano, cuando creyó en Jesucristo y le recibió como Señor, el
Espíritu Santo vino a vivir en usted. Así que tiene usted al Espíritu, pero
la paradoja interesante es que, a pesar de que todos los cristianos tienen al
Espíritu Santo, necesitamos ser constantemente llenos del Espíritu Santo. El
ser lleno, por lo tanto, significa el tomar de Él momento a momento los
recursos que necesita usted para enfrentarse con la situación en la que se
encuentra. No tiene nada que ver con una experiencia, un sentimiento o una
crisis; es beber tranquilamente una y otra vez de ese suministro interior de
fortaleza.
Esta es una verdad que da la
impresión de que muchos cristianos no la captan. Creen que el cristianismo
significa ir a la iglesia, obtener una bendición, para luego marcharse intentando
vivir a la luz y el calor de la bendición hasta que se acabe, de manera que
tienen que volver para ser llenos de nuevo, pero eso no es el cristianismo.
Cuando Jesús dijo acerca de la persona que bebía de Él: “de su interior
brotarán ríos de agua viva”, Juan dice: “Esto dijo del Espíritu que habían de
recibir los que creyeran en él” (Juan 7:39). Esa es una fortaleza que
procede del interior, y hay más que suficiente para cada situación.
Padre, te pido que Tú me enseñes a
sacar agua del pozo de agua viva interior, sabiendo que cada una de las
exigencias que se me haga es una exigencia que se te hace a Ti y que Tú estás
preparado para vivir Tu vida por medio de mí en cada situación y manifestar
de este modo Tu gracia.
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Aplicación a la vida
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¿Cómo reaccionamos ante las duras
exigencias y las presiones de la vida? ¿Estamos aprendiendo a reconocer el
Espíritu de Cristo en nuestro interior y a rebosar con Su Presencia?
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