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Pablo lo expresa de una manera
categórica, clara y abierta: “Sed imitadores de Dios”. Esta es una gran
declaración. La palabra para imitadores es la palabra griega que significa
“imitar”. Los imitadores son aquellos que siguen el modelo o el ejemplo de
Dios. Si quiere usted expresarlo de una manera sencilla, puede decirlo de la
siguiente manera: “Sed semejantes a Dios”. Esa es la meta del cristianismo:
producir hombres y mujeres, niños y niñas que son semejantes a Dios, viviendo
en medio de un mundo impío. De eso se trata.
Fíjese usted que no dice: “sed
dioses”, que es una mentira del demonio que distorsiona la verdad, haciendo
que parezca una promesa de modo que, si seguimos nuestros propios deseos,
tirando por la borda cualquier clase de restricción, eliminando las ataduras
de la autoridad, haciendo lo que deseemos hacer, podremos ser dioses. Porque
después de todo, ¿no es eso lo que hace Dios? Él hace lo que quiere; Él es
soberano, así que hace lo que le complace, pero eso es una mentira. He aquí
lo que dice la fe cristiana. Dice más bien: “Sed semejantes a Dios”, que
quiere decir: “Sed un reflejo del Dios único y verdadero”. No hay más que un
solo Dios; sólo puede haber un Dios, y Él es un ser supremo. ¿Cuántos seres
supremos podemos tener? Solo uno.
Por lo tanto, el mensaje cristiano
es que seamos semejantes a Dios, como el único Dios verdadero. Sea usted un
reflejo de Él en su humanidad; sea usted un hombre semejante a Dios; sea
usted una mujer semejante a Dios, que es un concepto que se expresa bien en
inglés en el término godly, es decir, “semejante a Dios”. Después
de todo, dicho término, el que se refiere a ser semejante a Dios, es uno que
a muchos de nosotros nos hace temblar y sentirnos incómodos, porque es
sencillamente otra manera de decir que “somos como Dios”, que originalmente
tiene que ver con el concepto de ser semejantes a Dios, pero además tiene que
ver al mismo tiempo con la idea de la santidad. La semejanza tiene que ver
con la idea de ser como Dios.
¿Cómo será usted si es semejante a
Dios? ¿Será usted fuerte? Sí, claro que sí. No hay fortaleza que sea
semejante a la de Dios. ¿Estará usted lleno de poder si es semejante a Dios?
Ya lo creo que sí, pero ándese usted con cuidado. Esta es una clase diferente
de poder que el poder que desea el mundo. Es más sosegado, menos aparente,
pero mucho más poderoso. ¿Se sentirá usted feliz si es semejante a Dios? Ya
lo creo que sí, pero esta es una felicidad totalmente diferente a la que está
buscando el mundo. ¿Será usted sabio y amable? Claro que sí, será más sabio y
amable de lo que lo ha sido con anterioridad, porque así es como es Dios.
Todo esto lo podemos resumir en dos
palabras. A pesar de todas las obras de Dios que son evidentes a nuestro
alrededor, tanto en el mundo natural como en el mundo del pensamiento y de
las ideas, realmente no hay más que dos cosas que hace Dios en la historia
humana: Dios crea y Dios redime. Dios hace que las cosas cobren vida y Dios
arregla lo que está roto; es debido a que Dios es vida y Dios es amor. Por lo
tanto, Él es nuestro Hacedor y nuestro Sanador, y así es como será usted si
es semejante a Dios. Aprenderá usted a vivir al máximo de la capacidad de su
humanidad y aprenderá cómo amar y cómo sanar, a fin de restaurar y reunir en
lugar de esparcir, fragmentar y separar. Porque en eso consiste el ser
semejante a Dios. Esto es algo deseable, ¿no es cierto? ¿Quién no desearía
ser así?
Padre, así es como me hubiese
gustado ser siempre. Enséñame a escuchar de manera que se manifieste en estos
tiempos solitarios y de confusión la maravilla de ser semejante a Dios.
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Aplicación a la vida
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En la historia humana, Dios nos ha
creado y es Él quien nos redime. Él es vida y Él es amor. ¿De qué manera hace
Dios visible Su vida y Su amor en un mundo caído lleno de división y de
necesidad?
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