“En quien también nosotros tuvimos herencia”. Efesios 1:11.
CUANDO Jesús se dio a sí mismo por nosotros, nos otorgó sus derechos y privilegios, de modo que aunque, como eterno Dios, tiene derechos esenciales que ninguna criatura puede aventurarse a pretender, sin embargo, como Jesús, el Mediador, la Cabeza representativa del pacto de gracia, tiene una herencia común con nosotros. Todos los gloriosos resultados de su obediencia hasta la muerte son posesiones comunes de todos los que están en él, en cuyo beneficio él cumplió la divina voluntad. Mira, Jesús entra en la gloria, pero no sólo por sí mismo, pues está escrito: “Donde entró por nosotros, como precursor”. Hebreos 6:20. ¿Está en la presencia de Dios? Sí, lo está “para presentarse por nosotros”. Hebreos 9:24. Considera esto, creyente. En ti mismo no tienes derecho para ir al cielo; tu derecho está en Cristo. Si estás perdonado es por su sangre; si estás justificado es por su justicia; si estás santificado es porque él te es hecho por Dios santificación; si permanecieres sin caer es porque estás preservado en Cristo Jesús; y si, al fin, llegares a ser perfecto será porque estás cumplido en él. De este modo Jesús es magnificado, pues todo existe en él y por él; así la herencia nos está asegurada, porque la obtuvimos en él; así las bendiciones son más ricas y el mismo cielo es más esplendente, porque es en Jesús nuestro Amado en quien lo hemos obtenido todo. ¿Dónde está el hombre que podrá valorar nuestra divina porción? Pesa las riquezas y los tesoros de Cristo en balanzas si puedes; y entonces intenta calcular los tesoros que pertenecen a los santos. Mira si puedes llegar al fondo del mar de gozo que hay en Cristo, y entonces podrás tener esperanza de comprender la gloria que Dios ha preparado para los que le aman. Salta, si puedes, por encima de las fronteras de las posesiones de Cristo y entonces sueña en poner límite a la hermosa herencia de los elegidos. “Todo es vuestro, porque vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios”.
Charles Haddon Spurgeon.
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