Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a
ustedes, me aborreció a mí. Si fueran del mundo, el mundo los querría como a
los suyos. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los he escogido de entre
el mundo. Por eso el mundo los aborrece. Juan 15:18-19.
Sería inútil tratar de
enseñarle astronomía a un caballo como también es una necedad de la misma clase
enseñarle las experiencias espirituales a un hombre inconverso. Pudiera pararme
a predicar de mi Señor hasta la medianoche ante un grupo de hombres inconversos
que al escuchar lo que tengo que decir, dirán: «Pudiera ser cierto». Pero ellos
no son capaces de discernirlo pues es algo que va más allá del aprecio de los
sentidos. Así es la vida espiritual. Amado, puedes reinar sobre el pecado, pero
el pecador no te ve como un rey. Puedes oficiar como sacerdote ante Dios, pero
el hombre impío no percibe tu sacerdocio ni tu adoración. No esperes que lo
haga; perderás tu tiempo si tratas de enseñarle estos misterios, excepto si
entra por la misma puerta por la que tú mismo entraste.
¿Qué hizo el mundo con
Jesucristo enseguida que lo vio? ¿Colocarlo en el trono e inclinarse para
adorar su absoluta perfección? No, no lo hicieron así: «Despreciado y rechazado
por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento» (Isaías 53:3). Su
lugar estaba fuera del campamento, llevar la cruz fue su ocupación, no un solo
día, sino todos los días. Así debes esperar que sea la suerte de la parte de tu
vida que es espiritual y que los hombres verán; en cuanto vean que es una vida
espiritual la tratarán como trataron al Salvador. La despreciarán.
A través de la Biblia en un año: Salmos 1-4
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