Cuando los hagan comparecer ante las sinagogas, los gobernantes
y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o de qué van a
decir, porque en ese momento el Espíritu Santo les enseñará lo que deben
responder. Lucas 12:11-12.
El Espíritu Santo actúa
para con su pueblo como una especie de apuntador de un declamador. Un hombre
tiene que presentar una parte de la obra que se ha aprendido, pero su memoria es
traicionera y, por lo tanto, en algún lugar fuera del alcance de la vista hay
un apuntador de manera que cuando el orador no sepa qué decir y pudiera
utilizar una palabra equivocada, se escucha un murmullo que sugiere la palabra
correcta. Cuando el orador prácticamente ha perdido el hilo de su discurso, él
inclina su oído y el apuntador le da la palabra clave que lo ayudará con su
memoria. Si se me permite el símil, yo diría que esto representa en parte la
obra del Espíritu de Dios en nosotros, sugiriéndonos el deseo correcto y
trayendo a nuestra memoria lo que sea que Cristo nos ha dicho. A menudo en la
oración llegamos a un punto muerto, pero él incita, sugiere e inspira y así
seguimos adelante. Puede que nos cansemos en la oración, pero el Consolador nos
alienta y nos refresca con pensamientos que dan ánimo. Cuando de hecho, en
nuestro desconcierto, casi nos sentimos impulsados a abandonar la oración, el
murmullo de su amor deja caer un carbón encendido desde el altar a nuestra alma
y nuestros corazones resplandecen con mayor ardor que antes. Considera al
Espíritu Santo como tu apuntador y deja que tu oído esté abierto a su voz.
A través de la Biblia en un año: 2
Samuel 17-20
FUENTE: Charles H. Spurgeon -Tomado del libro “A
los Pies del Maestro”, Compilado por Audie
G. Lewis.
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