En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó
su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por
nuestros hermanos. 1 Juan 3:16.
Si tú anhelas ser «el
discípulo a quien Jesús amó», empieza pronto. Yo supongo que Juan tendría entre
veinte y veinticinco años cuando se convirtió; sea como sea, era un hombre
bastante joven. Todas las imágenes que hemos recibido de él, aunque no les
concedo gran valor, no obstante, coinciden con el hecho de su juventud. La
piedad juvenil tiene la oportunidad más ventajosa de convertirse en piedad
eminente. Si empiezas pronto a andar con Cristo, mejorarás tu paso y el hábito
crecerá en ti. El que se hizo cristiano en los últimos años de su vida,
escasamente alcanzará el primer grado por falta de tiempo y por la influencia
entorpecedora de viejos hábitos. Pero el que comienza pronto está sembrando en
buen terreno, con un aspecto soleado y debe llegar a la madurez.
Si quieres convertirte
en el hombre a quien Jesús ama, cultiva un afecto fuerte y deja que tu
naturaleza sea tierna y gentil. El hombre que de forma habitual está de mal
humor y enojado, no puede andar con Dios. Un hombre de temperamento presuroso y
violento que nunca trata de corregirlo o el hombre en quien hay un recuerdo
malévolo de las heridas, como un fuego que arde en las ascuas, no puede ser el
compañero y amigo de Jesús, cuyo espíritu es de naturaleza opuesta. El Señor
aprueba un corazón lastimero, compasivo, desinteresado y generoso. Debes estar
dispuesto a dar no solo tu comodidad, sino hasta tu vida por los hermanos. Vive
en el gozo de otros, como hasta los santos hacen en el cielo. Así te
convertirás en un hombre muy amado.
A través de la Biblia en un año:
Mateo 7 - 8
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